La palabra es clave
Entre la estancia 8 y la 17 ha transcurrido todo un ciclo sefirótico, en el cual el pensamiento ha podido formarse y la persona ha sacado experiencias del mundo material. Se encuentra por tanto en condiciones de transmutar su tierra humana gracias a la unificación de las emociones y el pensamiento. Pero deberá afrontar lo establecido, lo ya formado anteriormente, que ha de encontrar en la etapa siguiente, la 18. Si su formación no es sólida, si la evidencia de la verdad no ha sido esculpida una y otra vez, con insistencia, reiterando y martilleando los conceptos como esos relojes que repiten lentamente, con largos tañidos de campanas, las horas; si esto no ha sucedido, cuando sobrevenga nuestro Getsemaní, nos desmoronaremos, y ante la realidad de los hechos, negaremos aquello a lo cual hemos consagrado nuestra vida, y de nuevo nuestros pensamientos se irán por un lado y nuestros sentimientos por otro, y no quedará ni rastro en nosotros del paso por la estancia Phe.
Por ello Jesús repite una y otra vez los conceptos. Repite que en la palabra se encuentra la clave de la unificación de los seres humanos con Dios, siempre que esta palabra sea la expresión de las fuerzas internas unificadas, y no la manifestación de una estrategia para conseguir un fin. Cuando esta palabra se expresa con los ojos levantados hacia el cielo, con la vista fija en lo de arriba y no en lo de abajo entonces esa palabra, repetida una y otra vez, hecha discurso para los hombres y plegaria para la divinidad, derriba los tabiques internos, esas paredes que separan nuestras moradas íntimas, en las que se alojan fuerzas espirituales de muy distinta condición, y nos convierten y convierten a los demás en espacios anchos, en los que puedan convivir fuerzas unificadas.
Una virtud que no se repite, que no pueda reproducirse una y otra vez, que no genere en nosotros el placer de su ejercicio, no es una virtud, sino una tendencia errante, que un día transitó por nosotros y se fue, siguiendo su camino, como esos héroes del Oeste que van de pueblo en pueblo, de aventura en aventura, aportando la paz o la ley a la tierra atribulada.
Lo mismo sucede con la palabra creadora, la palabra de la hora Phe. Uno siente la necesidad de repetirla, de recitarla una y otra vez, como Jesús lo hace en este capítulo. Se habla del tema como el enamorado habla de su amada con todos sus conocidos, repitiendo cosas que ya ha dicho, porque lo lleva en su corazón y la boca es el vestíbulo del corazón y en cuanto la abre, le sale por ella.
Pocas son las personas en las cuales la penetración haya alcanzado la estancia Phe. Por lo general, esta tierra permanece desierta, forma parte de esos espacios cerebrales que aún no han sido activados. A veces esas tierras son atravesadas por los nómadas, por esa categoría de espíritus errantes que anidan, ora aquí, ora allá, y utilizan esa tribuna vacía para pronunciar un discurso y, de repente, la persona se convierte en persuasora, en alguien que convence fácilmente a los demás.
En nuestra organización interna todo está preparado para acoger la fuerza que un día utilizará lo establecido para operar de acuerdo con su naturaleza. Binah ha levantado esto, lo ha estructurado, escrito y consignado está que un día el salvador del mundo aparecerá en nuestra naturaleza interna para rescatarnos del engranaje de las leyes.
En el próximo capítulo hablaré de: organización interna
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.