Hablaré abiertamente
“Os he dicho esas cosas en parábolas. La hora viene en que no os hablaré más en parábolas, sino que os hablaré abiertamente del Padre. En ese día pediréis en mi nombre, y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el mismo Padre os ama porque vosotros me habéis amado y creído que yo he salido de Dios. Salí del Padre y vine al mundo; de nuevo dejo el mundo y me voy al Padre. Dijéronle los discípulos: ahora hablas claramente y no dices parábola alguna. Ahora sabemos que conoces todas las cosas y que no es necesario que te preguntemos; en esto creemos que has salido de Dios. Y le respondió Jesús, ¿ahora creéis?» (Juan XVI, 25-31).
Para comprender el mundo divino, cuando se revela por primera vez a nuestra conciencia, nada mejor que la parábola, la historieta. Del mismo modo que, como hemos dicho tantas veces, necesitamos vivir las experiencias en el mundo material, representándolas mediante personajes, para poder comprender y asimilar, también necesitamos que la historia divina nos sea contada mediante historietas. Del mismo modo, contamos cuentos a nuestros hijos para darles un mensaje a través de ellos, para enseñarles. Comprenderemos mejor que el propósito no se convierta de golpe, inmediatamente en acto, si se nos explica a través de la historia de un sembrador que, en su camino, derrama semillas en tierra dura, después en lugar pedregoso, y que solo al final de su trayecto encuentra la buena tierra. Y entenderemos mejor la naturaleza divina, la del Dios que revelaba Jesús, a través de la historia del padre que sale al camino para recibir al hijo pródigo y manda sacrificar su mejor becerro para celebrar su retorno.
Pero a medida que nuestra capacidad de entendimiento se va formando, ya no es necesario que Cristo utilice las parábolas para instruirnos, del mismo modo que llega un momento en que no es necesario que nos ocurran cosas en el mundo material para comprender internamente lo que el espíritu de verdad nos está diciendo. Un día entenderemos la dinámica de la Creación sin necesidad de recurrir a imágenes, como el estudiante de matemáticas superiores, que no necesita que hayan representaciones gráficas en sus libros, mientras que en las aritméticas de las clases primarias sí las hay.
También vendrá un día en que Cristo podrá retirarse del servicio activo, lo mismo que su llegada supuso el inicio de la retirada de Jehovah.
Jehovah-Binah y Cristo-Hochmah son los intermediarios del Padre, nos suministran su voluntad, uno por la izquierda y el otro por la derecha. Jehovah-Binah nos enseñó a utilizar ese formidable poder creador llamado voluntad, sujeto a unas reglas, a unas leyes. Sin embargo, la voluntad siendo un atributo superior a toda regla y a toda ley, estas no se encuentran en condiciones de frenarla o censurarla, pero si con la voluntad se violan las leyes de Binah, aparecen las consecuencias, que la persona deberá sufrir.
Cristo-Hochmah nos revela el otro rostro del Padre, el de la Bondad y el amor, y cuando nosotros mismos nos hemos convertido en regla, podemos quebrantar las leyes de Binah, si lo hacemos en nombre de la sabiduría, de la gracia, del amor. Ya lo vimos al hablar de los transplantes de órganos, de las transfusiones de sangre, prohibidas por las leyes, pero aceptadas cuando emanan de un decreto de amor.
En el próximo capítulo hablaré de: la intermediación necesaria
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