El trabajo del Reish
El capítulo veinte del Evangelio de Juan nos describe el trabajo de Cristo en el Reish, la letra-fuerza que lleva el número veinte en el orden de sucesión del código hebraico. En el estadio anterior, el Qof, asistimos a la muerte de la luz del Aleph. Aquí somos testigos de su resurrección. En la tabla de letras vemos que el Reish se sitúa al final de la segunda columna vertical, que es regida por Hochmah y en la tercera columna horizontal, que es donde se alinean los Vav. Hochmah ejerce dominio sobre tres letras: el Beith, el Khaf y el Reish.
El Beith fue la letra-fuerza elegida por el Creador para comenzar su obra. Representa la primera morada divina, el habitáculo de la luz del Aleph, el lugar donde esa luz encuentra asilo y se convierte en fuerza concentrada. Podemos decir que el Beith es el vestido que se pone la luz primordial para aparecer en el cosmos.
En su segunda letra, el Khaf, Hochmah viste el pensamiento, el Yod que le precede, dándole una forma, una apariencia, que solo puede ser la de la sabiduría, del amor, ya que Hochmah se manifiesta bajo ese aspecto.
En su tercera letra, el Reish, lo que Hochmah patentizará, será el poder constructor del Qof que, como ya vimos, es la fuerza que permite al ser humano crear un nuevo mundo. El Reish manifestará ese poder, lo hará evidente. Se trata, naturalmente, del poder del amor.
Vemos así que si la posibilidad de crear nos viene del Qof, transmisor de la voluntad divina, el ejercicio de ese poder nos viene del Reish, o sea, del segundo aspecto de la divinidad, de modo que nuestra voluntad se encontraría parada, si en ella no hubiese el amor que le infunde el Reish.
Después de identificarse, mostrando las señales de su muerte, Jesús les dio su soplo, diciendo: recibid el Espíritu Santo y con él la facultad de perdonar los pecados o de retenerlos, o sea la facultad de redimensionar todas las cosas. Les dio el soplo del Reish y a partir de entonces dejarían de ser los actores de una obra concebida por la divinidad para pasar a ser coautores de ella.
Un día, el ser humano será un Dios y para poder ejercer ese oficio es preciso que inicie ya el aprendizaje. Cuando la fuerza Reish es activa en nosotros, ello significa que hemos iniciado el aprendizaje de las funciones divinas.
La lámina veinte del Tarot, ilustra la dinámica del Reish y en ella vemos un personaje celestial que toca la trompeta y, en la tierra, tres figuras humanas, desnudas, parecen salir de un sepulcro. Es la imagen de un despertar humano en nuestros tres cuerpos. Lo divino despierta con la trompeta lo humano, que permanece en actitud piadosa ante la llamada.
El Espíritu Santo es el que nos ha estado instruyendo sobre las leyes que rigen la Creación y para que las aprendamos de memoria, nos ha sometido a ellas, hemos tenido que soportar su rigor. Ha sido para nosotros un maestro severo, exigente. Pero ahora, en el Reish, graduados ya en su universidad, será la fuerza amiga, la que movilizará sus ángeles para que estén a nuestro servicio. Gracias a su asistencia, estaremos facultados para perdonar los pecados o retenerlos. Es decir, conoceremos el historial de la persona que tenemos delante y sabremos la manera de suministrarle la información que necesita, recurriendo al amor de Hochmah, que impregna el Reish, en lugar de confiarla a los servicios de los agentes que trabajan con los desperdicios. Cuando no haya más remedio que recurrir a ellos, también lo veremos, ya que a veces el mal es la única vía para hacer penetrar en la conciencia la luz que permite a la persona ver.
En el próximo capítulo hablaré de: si no lo veo, no lo creo
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