Calmar la sed
“En el último día, el día grande de la fiesta, se detuvo Jesús y gritó: si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, según dice la escritura, ríos de agua viva manarán de sus entrañas. Esto dijo del espíritu, que en su día habían de recibir los que creyeran en Él, puesto que el espíritu no había sido dado aún, porque Jesús aún no había sido glorificado”. (Juan VII, 37-39).
Antes de que su actuación en el Zain acabara, Jesús ofreció, a gritos, dice el apóstol, esas aguas vivas que manan de Hochmah y que producen la limpieza general del cuerpo de deseos.
Esos ríos de agua viva recuerdan uno de los doce trabajos de Hércules, cuando el rey Augias le pidió que limpiara sus cuadras, en las que durante años se había acumulado la suciedad y el desorden. Con ello esperaba el rey tener ocupado al héroe durante un año, mientras él seguía reinando sobre aquella suciedad. Pero Hércules, representante del alma humana en la tarea de limpiarse de los sucios deseos, desvió el cauce de dos ríos e hizo que convergieran en las cuadras del rey, las cuales, en un solo día se vieron limpias de su acumulada suciedad.
Esos ríos de agua viva ofrecidos por Jesús son los mismos. Son los dos ríos que vienen de Kether y de Hochmah y que al confluir en nuestras cuadras, es decir, en los receptáculos internos en que se alojan los sentimientos impuros, los limpian.
Es este un trabajo que todo candidato debe realizar en las horas regidas por la fuerza llamada Zain, sobre todo en el último momento de esa hora, antes de que las sombras de la noche caigan sobre nuestra alma y despierten en ella los poderes malévolos; despierten a ese conde Drácula que chupará nuestra sangre, es decir, que utilizará nuestra vitalidad para obras tenebrosas.
Ya hemos dicho que en el ciclo diario, el Zain se expresa en las dos últimas horas de luz solar, a partir de esas míticas cinco de la tarde en que debe empezar en nosotros la «corrida de toros» que nos libre de las bestias feroces que se alojan en nuestro interior.
En el ciclo anual, el Zain rige el periodo en que el Sol atraviesa el signo de Piscis, o sea el tiempo de cuaresma. Y, como en el ciclo sefirótico, la fuerza Zain está administrada por Venus-Netzah, resulta que la hora de cada día regida por Venus, será también una hora Zain, o sea un momento apropiado para conectar los ríos de agua viva con nuestras cuadras internas. En el ciclo semanal, el día más apropiado para este trabajo será el viernes y, más aún, en la primera hora del viernes, que es la de Venus, que es precisamente la que se inicia con el amanecer. Decimos la primera hora de Venus, ya que este planeta-Séfira administra las fuerzas Zain (7), Ayn (16) y Noun final (25), de modo que en su primera hora pondrá en movimiento el Zain, en su segunda hora el Ayn y en su tercera el Noun final. Estos ciclos son generales y válidos para todos, pero en el horóscopo lunar de cada uno aparece indicado el momento del trabajo individual.
En el próximo capítulo hablaré de: cambio de paisaje
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