Una chispa llamada voluntad
Cada designio que el Ego Superior concibe «baja» al mundo provisto de una pequeña dosis de voluntad, del mismo modo que Dios en el primer Día de la Creación, fraccionó su luz en pequeñas chispas a las que denominó espíritus virginales, para que cada una descendiera a mundos nuevamente creados en busca de experiencias.
Esas chispas, como bien sabemos, son nuestros Egos Superiores, los cuales, al concebir designios que han de traerles experiencias, también les pone una chispa de su luz y a esa chispa la llamamos voluntad.
Si una de tales chispas se retira, porque la “mujer”, la parte femenina, ha desvirtuado el propósito en la etapa He, o por otras razones, el hermano del «muerto» ha de ocupar su lugar. Esta solidaridad es una ley natural y así vemos que en nuestro organismo físico, cuando una célula o un órgano enferma, otras células u órganos sanos realizan las funciones de la parte lesionada, del mismo modo que si nos falla una pierna, la otra tratará de cargar con más peso.
El designio, cualquier designio, siempre tiene «hermanos«, porque el Ego Superior suele ser coherente en toda su estrategia y cuando concibe una empresa, es para apoyar y consolidar otra empresa en curso.
Así, un designio está forzosamente relacionado con otro designio, formando todos ellos una misma familia. Si una de esas chispas enviadas por el Ego falla, las que ya están en funciones deben casarse con la viuda. Si se niegan a ser solidarias, como lo hizo Onán, estas mueren a su vez, porque la insolidaridad, el «pecado de Onán«, es el peor de todos.
Aunque la mujer, en el periodo He, cuando los sentimientos dominan y someten a su ley el mandato del Ego Superior, desvirtúe el propósito esencial, los trabajos deben proseguir, porque su fuerza solo es aparente. Ella ha recubierto el Yod con sus ropajes, pero las semillas de la voluntad actúan secretamente, y cuando la fase He finaliza y aparece el Hijo, el Vav, el aspecto de la obra cambia y el perfil del designio primordial reaparece. La voluntad no tiene razón al abandonar la obra y debe proseguirla hasta que el designio alcance su Justicia, o sea su fase terminal.
Cuando esa justicia no le es concedida por su «marido«, la viuda puede volverse hacia Dios para reclamarla y Jesús nos dice en la anterior parábola que Dios hace prontamente justicia cuando sus elegidos se la reclaman día y noche. O sea, el Ego restablece la situación, mandándole a la viuda una nueva dosis de voluntad, es decir, dándole un nuevo marido.
También el juez inicuo acaba haciéndole justicia a la viuda ante su insistencia. Ese juez inicuo, en nuestra organización interna, es la voluntad que ha sido formada con los desperdicios de la voluntad puesta en circulación por el Ego.
En efecto, acabamos de ver como una chispa de voluntad del Ego Superior abandona su designio en la fase He y deja a la mujer viuda. Esa voluntad desperdiciada ya no retorna al ego, sino que va a engrosar el montón de los desperdicios, administrados por los luciferianos. La suma de las voluntades desperdiciadas se erige en juez, es decir, se substituye al Ego para la dirección de la empresa humana y dicta las normas apropiadas -según su criterio- para que los trabajos sean conducidos a su término. La ejecución del designio no se realizará, obviamente, de la misma forma si la viuda pide justicia a Dios o si se la pide al juez inicuo.
En el próximo capítulo hablaré de: el peligro de ensalzarse
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