Trabajos pendientes
Lo que sucede en nuestra sociedad sucede igualmente en la organización cósmica. Es decir, cuando una persona pretende cobrar en Tauro por un trabajo no realizado, o sea, cuando quiere experimentar un placer por algo que él no ha generado, se le retribuye, como el banco entrega el dinero al ladrón, pero se le apunta el placer experimentado en la cuenta de trabajos pendientes, y es muy posible que todo ello le lleve a vivir al revés, y mientras lo natural es que en la polaridad trabajo-placer, el trabajo esté en el polo positivo y el placer en el negativo, su actuación hará que el placer sea lo positivo y el trabajo lo negativo. Diremos así que en lugar de que sea el trabajo el que engendra el placer, será el placer el que engendre trabajo, y trabajo estéril claro está, puesto que su contrapartida de gozo ya ha sido experimentada.
Además, ese trabajo como sub-producto del placer previo, no será el mismo que el trabajo que obedece a un impulso natural, puesto que mientras este último es producido por la maduración natural de nuestras tendencias internas, el otro, fruto de una subversión de valores, nos será suministrado por los agentes que trabajan en la subversión, o sea por los luciferianos, que nos pondrán a trabajar en los detritus, en las materias destinadas a la destrucción, regidas por la fuerza de repulsión que ellos representan. Nada hay tan triste y desolado como el trabajo que no puede producir placer porque este ya se ha consumido previamente. Y será en las mazmorras de ese trabajo híbrido que la persona alcanzará la comprensión, alcanzará la verdad que no podía encontrar en su gozo porque no era un fruto de su estación, llevando todas las propiedades de la naturaleza, sino un fruto prematuro, arrancado violentamente de los racimos ácidos de Binah.
Podemos pues deducir que existen dos clases de trabajos: por un lado el trabajo libre y creador, realizado a su tiempo, utilizando las facultades que rezuman de la persona y que, después de haber elaborado su realidad interna saltan al exterior como un regalo de su pletoricidad, como un fruto de su árbol. Y por otro lado el trabajo obligatorio, ya cobrado por adelantado y que, por consiguiente, no nos aporta nada, ni a nosotros mismos ni a la sociedad, como no sea esa luz del Arco Iris que aparece en medio de los nubarrones más negros. La luz de las tinieblas vendrá al cabo de la tempestad, de modo que tampoco puede decirse que ese trabajo obligatorio no aporte nada, porque aportará un retorno al orden, a la capacidad de discernir y comprender tras haber emprendido un camino accidentado.
En una carta astral, mientras el trabajo libre está inscrito en la casa X, el trabajo obligatorio aparece en la casa VI. El hecho de que este sector VI esté cargado de planetas, significará que la persona se ha cobrado por adelantado trabajos que no han sido realizados, o sea que ha estado viviendo al revés.
En el próximo capítulo hablaré de: ruego por los que creen en mí
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