Ser prudentes como serpientes y simples como palomas
«He aquí que os envío como corderos entre lobos. Sed pues prudentes como serpientes y simples como palomas. Poneos en guardia contra los hombres; ya que os librarán a los tribunales y os apalearán en las sinagogas; a causa de mí seréis llevados ante los gobernadores y los reyes, para servir de testigos a ellos y a los paganos. Pero cuando se os libre, no os inquietéis por la manera de expresaros, ni por lo que diréis, ya que lo que debéis decir os será dado en su momento; ya que no seréis vosotros los que hablaréis, sino el espíritu del Padre que hablará en vosotros». (Mateo X, 16‑20).
Jesús anuncia aquí lo que ha de suceder inevitablemente y que ya aparece en el relato evangélico en el momento del nacimiento de Jesús, cuando el rey Herodes procede a la matanza de los inocentes.
Al comienzo de la involución, es Caín quien mata a Abel. Y en la reconquista de la unidad, será Abel, llamado a la vida por Cristo, quien destruirá el imperio creado por su hermano. Pero antes de ser destruido, Caín devorará, aprisionará y apaleará al que ha de subyugarle. El ser nuevo será combatido a la vez por el poder civil y por el poder secular representante de una espiritualidad corrompida.
La prudencia y la simplicidad resultarán primordiales para enfrentarse a los embates del destino. La primera porque hará que pongamos un pie detrás del otro y sigamos un orden en nuestro crecimiento espiritual. La simplicidad ayudará a que se nos comprenda y a que lleguemos a los demás con más facilidad.
Jesús toca también un punto muy importante, cuando dice que no debemos inquietarnos sobre la manera de expresarnos. Cuando empezamos a trabajar siguiendo los parámetros de la columna de la derecha, las respuesta llegan a nuestra mente a través de la inspiración y no debemos pues preocuparnos.
Para evitar la confrontación violenta con un mundo que se va a pique y en cuyos sobresaltos finales trata de acallar la voz triunfante de una espiritualidad que nace, Jesús recomienda ser prudente como serpientes. Ya sabemos lo que este término oculta.
Hemos visto que serpientes es el nombre que se da a los iniciados en los misterios cósmicos, los que se han instruido por el camino de la experiencia, por la columna de la izquierda del Árbol de la Vida, alcanzando la más alta cumbre del saber. Cuando el ser humano adquiere este conocimiento, ya sabe que el cambio va a producirse y entonces ese cambio tiene lugar gradualmente en su naturaleza interna. Siendo así dentro de nosotros, también lo será fuera y evitaremos muchos palos y las condenas de los tribunales.
Seamos pues serpientes antes de solicitar el ingreso en el Reino de Cristo, y seamos simples como palomas. La paloma ha sido siempre un símbolo de paz y de esperanza, desde que Noé la mandara a la nueva tierra, de la que regresó con un ramo de olivo. Cuando las aguas de las emociones han encontrado su cauce, después del diluvio, de nuestro diluvio particular, emerge en nosotros la tierra de la razón, en la que aparece el elemento Aire. La paloma anuncia que esa nueva tierra ha nacido felizmente, significando que el reino de las pasiones se ha apaciguado y que la razón va a prevalecer.
Si unimos el conocimiento y la comprensión de las leyes eternas a la bajada de pasiones, es decir, al aumento de la pureza, evitaremos que el tránsito de un mundo al otro se realice con violencia. Cuando seamos el Ser Nuevo, ya no deberemos temer las acusaciones del viejo mundo, porque en nosotros el espíritu del Padre dará en todo momento la respuesta adecuada.
Hemos creado un acrónimo que resultará útil en nuestro avance espiritual, el CCA, significa, Conocer, Comprender y Aplicar. El más importante es el tercero, ya que si no aplicamos lo que sabemos, nuestros conocimientos acaban siendo estériles. Es como tener un televisor en color y pasarnos la vida viendo la tele en blanco y negro. Llegará un momento en que esos conocimientos no practicados acabarán por sobre cargarnos.
En el próximo capítulo hablaré de: evitar los enfrentamientos
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