Que se salve
Vemos como uno de los ladrones, el que representa a Hod, le dice que, puesto que es Cristo, que se salve y los salve. Ya sabemos que Hod representa la inteligencia práctica, la que sabe sacar partido de los poderes de que dispone para mejor resolver los problemas de cada momento. Este ladrón piensa que aquella situación podía resolverse de otra manera. En la imaginería popular, el mal ladrón aparecerá en el Calvario dando la espalda a Cristo, y ello indica que la inteligencia práctica no será uno de los atributos que subsistan en el Reino de Cristo. El mal ladrón no figurará en el Reino y, ciertamente, en ese mundo unitario que Cristo vino a preparar, ya no habrán dualidades, ya no habrán medios que justifiquen un fin, ni astucias para conseguir más rápidamente algo que, una vez conseguido, resulta ser un bien, pero mientras se consigue se van creando perturbaciones.
En el Reino de Cristo, el ladrón de la izquierda no figurará, pero ya en el camino hacia ese Reino debemos ir dejándolo de lado; es decir, debemos ir prescindiendo de los servicios de la inteligencia práctica y aunque de ella recibamos los medios para salir airosos de situaciones apuradas, es de sabios no utilizarlos y pasar por el apuro sin responder, como lo hizo Jesús cuando Herodes y Pilato lo interrogaban, sin desenvainar la espada, cosa que no hizo el imprudente Pedro en Getsemaní, y sin recurrir a la ayuda de las legiones angélicas o arcangélicas. Es bien notorio que si en los bajos escalones evolutivos se encuentran devotos que les piden a las potencias celestiales salud, dinero, amor, bienestar, a medida que ascendemos ya no pedimos tales cosas para nosotros, sino para nuestros semejantes.
Ese ladrón que nos vende el saber divino para ser los primeros, los brillantes, los que seducen, los que ganan y triunfan, no entrará en el Reino de Cristo. Se quedará en la puerta, como Pedro se quedó. Él representa la inteligencia que nos permitió construir coherentemente el templo crístico. Pero esa construcción material solo es útil mientras la personalidad crística se instala en nuestra naturaleza interna. Cuando su presencia nos llena totalmente y estalla en nosotros para impregnar el mundo, ya de nada sirve el templo. Por ello la inteligencia práctica, siendo una virtud cardinal en un momento de nuestra evolución, no nos acompañará en el Reino.
Al buen ladrón, representado por Netzah, sí que se le encontrará en el paraíso, porque forma parte intrínseca de la naturaleza crística. En el Árbol, vemos que Netzah es el segundo He del Mundo de Creaciones que, como sabemos, está regido por Hochmah. En ese mundo, Hesed es el Yod, Gueburah el He, Tiphereth el Vav y Netzah el 2.º He. De modo que la corriente crística que sale de Tiphereth encuentra en Netzah su receptáculo natural, y ello equivale a decir que Netzah no roba nada, sino que es depositario de un tesoro que luego derrama sobre Malkuth, directamente, como un don anticipado, por el sendero que une ambos centros o por el camino jerárquico, puesto que Netzah es, al mismo tiempo que el segundo He del Mundo de Creaciones, el Yod del Mundo de Formación, en el cual Hod es el He, Yesod el Vav y Malkuth el segundo He.
El buen ladrón es pues algo así como un bandido generoso, que roba al rico para dar su botín al pobre. Ya sabemos que el tesoro que nos viene de Netzah es el que alimenta los cinco sentidos, los cuales nos permiten descubrir los valores del mundo, primero de forma incipiente, lo cual nos conduce a infravalorarlos o a sobreestimarlos, después de una manera exacta y profunda.
Al llevar a tan buen ladrón a su paraíso, Cristo se asegura sus excelentes servicios para que el hombre nuevo pueda descubrir todo el esplendor del mundo de arriba, tal y como lo ha descubierto en el mundo de abajo.
Los sentidos son la madre de los sentimientos. Gracias a ellos percibimos el mundo y constituimos en nuestro interior una escala de valores que representan la importancia que les concedemos a las cosas, y ello es el baremo de la intensidad con que las sentimos.
En este punto de la enseñanza se nos dice pues que los sentidos-sentimientos serán salvados, se encontrarán en el Reino y constituirán nuestros órganos de percepción del nuevo mundo. Por el contrario, el intelecto será abandonado y los servicios que nos ha prestado ya no serán útiles en el Reino.
En el próximo capítulo hablaré de: Jesús rey de los judíos
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