Publicanos y prostitutas
“¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y llegándose al mayor, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en la viña. Él respondió: No quiero. Pero después se arrepintió y fue. Y llegándose al segundo le habló del mismo modo y él respondió: Voy, señor; pero no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre? Respondiéronle: El primero. Les dijo Jesús: En verdad os digo que los publicanos y las prostitutas os preceden en el Reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros por el camino de la justicia y no habéis creído en él, mientras que los publicanos y las prostitutas creyeron en él. Pero vosotros, aún viendo esto, no os habéis al fin arrepentido, creyendo en él”. (Mateo XXI, 28-32).
Una vez más Jesús establece una diferencia entre ser una cosa y estar haciendo tal cosa. Los que, por profesión, eligen el servicio al Señor, pueden pasarse la vida cumpliendo ese servicio y sin embargo no creer, en lo profundo de su alma humana, en aquel al cual están sirviendo, de forma que en lugar de trabajar en la viña se limitan a decir que están, pero van por libre, no allí donde el Padre les mandó ir.
Otros, en cambio, están haciendo todo lo contrario de lo que deberían hacer. Su actitud declarada es de rebelión a la voluntad del Padre, pero en el fondo de ellos mismos no pueden sino comportarse según su voluntad.
Estos últimos están más próximos al Padre, evidentemente, que los primeros y cuando Juan aparece por el camino de la justicia, es decir, no como un discípulo de Cristo, sino como un instructor de la columna de la izquierda, lo reconocen.
El camino evolutivo está perfectamente articulado y Juan, como hemos dicho tantas veces, es el eslabón final del mundo de Jehovah y, por consiguiente, a él le corresponde anunciar al otro.
Pero para pasar de Juan a Jesús es preciso despojarse de todas las medallas, de todos los títulos, diplomas, collares honoríficos, emblemas. Y está claro que ese tránsito es más fácil para el que nada tiene, que para aquel que es príncipe en ese mundo, al cual tiene que dejar para ir al otro en el que no será nada, porque deberá nacer en él y comenzar desde cero.
En el próximo capítulo hablaré de: las relaciones con la divinidad
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