No dar importancia a la muerte física
«No temáis a los que dan muerte al cuerpo y que no pueden matar el alma; temed más bien al que puede matar el alma y el cuerpo en el infierno. Cierto que se pueden comprar dos pájaros por un céntimo, pero ni uno solo cae al suelo sin la voluntad de vuestro Padre, e incluso los cabellos de vuestra cabeza están contados. No temáis pues, porque vosotros valéis mucho más que los pájaros. Es por ello que quien se confiese como uno de los míos ante los hombres, yo lo confesaré también ante mi Padre que está en los cielos; y quien me reniegue ante los hombres, yo lo renegaré también ante mi Padre que está en los cielos». (Mateo X, 28‑33).
Después de recomendar a sus discípulos la prudencia y tras ponerlos en guardia contra un exceso de celo les dice que, cumpliendo con esos requisitos, no deben dar demasiada importancia a la muerte física, ya que la vida está regulada por ese centro llamado Padre y, si se cumplen las normas de prudencia y sabia moderación, nada ocurrirá que el Padre no decrete, es decir, no serán las anécdotas de la vida terrenal las que podrán acelerar la hora de la muerte.
Es preciso, pues, que realicemos nuestra obra sin temor y siempre dentro de esas reglas, repitámoslo si un día se presentara ante nosotros el dilema de tener que negar la verdad para salvar la vida, será preferible que permanezcamos en la verdad y confiemos al centro de vida llamado Padre la decisión de si debemos o no morir físicamente, porque la mentira proclamada nos apartará de su faz.
Cristo, el centro que conduce al Padre, nos renegará y, no pudiendo estar en él, tampoco estaremos en el Padre. Esto supone tener que vivir una nueva vida en el error, en la oscuridad, o sea en las dificultades materiales en las que se debate el ser humano que está en las tinieblas.
Cada vez que negamos la verdad en las pequeñas cosas de la vida, estamos dando un paso hacia la zona tenebrosa que engendra la dificultad y la tribulación. Renegar de Cristo significa comportarse de una forma inferior a nuestras posibilidades humanas en las confrontaciones con los hombres y las situaciones. Y confesarse como uno de los suyos significa, por el contrario, estar siempre a la altura de la conciencia que las enseñanzas de Cristo nos han permitido adquirir.
Por otro lado, negar la verdad, significa negar la verdad interna, es decir, negar el camino que deben seguir nuestras acciones para estar en línea con nuestro Ego Superior, con nuestro padre interno.
En el próximo capítulo hablaré de: Traer discernimiento
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