Los signos de Tierra
El siguiente paso en el módulo de relación es el del Padre, bajo los auspicios de Capricornio. El padre físico tiene una relación simbólica con el padre espiritual, o sea, con nuestro propio Ego Superior. El padre es el responsable ante la ley de los desafueros que pueda cometer el hijo, y también lo es, de una manera mucho más amplia y profunda, respecto a la ley eterna.
Aparentemente, el padre es tan solo el canal transmisor de la vida. Para la ciencia, es un simple portador de espermatozoides que puede ser reemplazado por cualquier esperma depositado en un «banco«. Los estudiantes de la ciencia esotérica ya saben que los espermatozoides realizan una función fecundadora tan solo si son portadores del átomo-germen del alma encarnante y que este átomo-germen es depositado en el líquido seminal por los señores del destino en el momento de la fecundación.
Para que esto pueda tener lugar, tiene que existir un consenso entre el futuro padre y los señores del destino. Es decir, ambos tienen que celebrar una entrevista en la cual el padre suscribe y rubrica su próxima paternidad. Evidentemente, no es la personalidad mortal la que firma el compromiso, porque bien saben los ángeles del destino que no es de fiar. El acuerdo lo suscribe el Ego Superior y tan solo después de esa firma los señores del destino colocan el átomo-germen del encarnante en el líquido seminal. Luego resulta, como tantas veces ocurre, que la personalidad mortal deshace lo que su yo eterno ha firmado, pero este ya es otro tema.
El caso es que el padre, al suscribir su compromiso con los ángeles del destino, se aviene a ejercer una tutela sobre ese hijo que su simiente va a canalizar; ya no de tipo material, a lo cual ya le obligarán las leyes civiles, sino una tutela espiritual. Ello consiste en ser, para el hijo que viene al mundo, lo que el Padre Eterno del Universo es para toda la oleada de vida humana.
Sabemos que el principal atributo de Kether Padre se llama voluntad. Por consiguiente, el padre físico deberá ser para el hijo un manantial permanente de voluntad. Cuando el hijo se vea desanimado, vencido en los embates de la vida, debe poder acudir a su padre y encontrar en él los resortes que le infundan nuevos ánimos, nuevo afán de lucha. El padre ha de ser para sus hijos la llama permanentemente viva del entusiasmo y de la fe.
Hemos dicho al hablar de los atributos sefiróticos, que Kether no tiene rostro y que es Hochmah quien lo manifiesta. Explicamos también que en Hochmah aparece igualmente el rostro del amor-sabiduría; no un amor personalizado, inscrito en los detalles, tal como vemos en Netzah, sino un amor por todo lo alto, vasto, inmenso, que planea sobre el universo lo penetra y lo sobrepasa. Este ha de ser el rostro con el que el padre ha de aparecer ante sus hijos.
La función del padre escapa a las leyes kármicas. El karma, o sea la responsabilidad de las acciones iniciadas anteriormente y no concluidas, empieza con Binah, que es la madre, representada en el mundo de abajo por Yesod-Luna, regente de Cáncer. Kether y Hochmah están por encima del mundo de las leyes.
Con ello queremos decir que, si es natural que el padre conduzca al mundo físico a gentes de su manada, a los que han sido durante siglos sus compañeros de ruta e interpretado los papeles que estamos reseñando, ello no significa que no pueda comprometerse a cargar con el átomo-germen de «extraños«, de almas con las que jamás tuvo relación.
El día que se escriba la historia oculta que se desarrolla en el umbral de la vida y que tiene por grandes protagonistas a los señores del destino, podremos leer asombrosas historias de Egos que han aceptado dar vida a personas que acabarán convirtiéndose en grandes criminales, porque los Egos que debían haber sido sus padres naturales, dados los lazos preexistentes entre ellos, han eludido su responsabilidad.
Otros Egos aceptan voluntariamente dar vida a personalidades gloriosas que, por haber evolucionado mucho y muy rápidamente, se encuentran lejos de la manada, lejos de sus antiguos compañeros de grupo, desvinculados y, por lo tanto, necesitados de asistencia para encarnar. Ciertos Egos los aceptan aún sabiendo que, una vez tomada conciencia de sus potencialidades, esos hijos volarán muy lejos del marco en que ellos están viviendo.
Resumiendo, digamos que el padre ha de ser para sus hijos el punto de voluntad y el punto de amor-sabiduría que ilumina lo que está oscuro. Acudiendo al padre, el hijo ha de poder ver claro en sus asuntos, descubrir los arrecifes en su proceloso mar, como el faro los descubre a los marineros. No es que tenga que pronunciar discursos sobre cómo deben comportarse, sino que, simplemente, con estar ahí, como el faro está en lo alto de la costa, los hijos han de encontrar el camino, evocando su imagen, suscitando su recuerdo. Por ello es tan importante que el padre lleve una vida digna, para que su imagen no aparezca en sus hijos tiznada de arbitrariedad.
Con la figura del padre terminan los patrones de relación familiar, ya que los primos, sobrinos, tíos, etc. son de orden secundario; son relaciones de relaciones que pueden o no formar parte de nuestro grupo evolutivo.
La próxima figura que aparece en el esquema zodiacal es quien nos facilita los fondos, regido por Tauro. Será el patrón de la empresa en que trabajamos, el estado, si es de él de quien recibimos la paga, la sociedad anónima, etc.
Llegados a este punto, a la fase Tauro, ya hemos bregado mucho por la tierra y de nuestro trabajo se han beneficiado un sinfín de gentes. Es natural pues que ahora sean ellos quienes nos sostengan materialmente sin que tengamos que darles las gracias por ello. El patrón de un negocio o la clientela que podamos tener, constituyen el rostro de aquellos con los que anteriormente hemos estado íntimamente ligados y con los que alcanzamos una forma de relación en que los lazos deben aflojarse, hacerse impersonales a fin de que un día podamos llamar hermanos, amigos, esposos no solo a un pequeño núcleo de allegados sino a toda la humanidad.
Antiguamente, el patrón era considerado como un segundo padre, y así aparece en el esquema cósmico. El patrón es el que viene después del padre y tiene con su empleado un compromiso moral. Hace tiempo que ese paternalismo fue rechazado por los unos y por los otros, y ambos se combaten como enemigos en esa sociedad degradada en la que estamos viviendo.
El último eslabón de esa cadena es la fase Virgo, es la figura del servidor, que antiguamente recibía la denominación de criado, y lo era en un sentido muy profundo, ya que no solamente el señor feudal lo criaba en su castillo y lo educaba entre su gente, sino que a ese servidor lo vamos criando a lo largo de nuestra existencia, prestándole asistencia desinteresada, trabajando a su servicio y creando en él servidumbres que un día u otro tendrá que pagar. El criado, el sometido a las pequeñas cosas de nuestra vida, el que nos resuelve las papeletas engorrosas, es el último peldaño que nos queda por recorrer antes de liberarnos de todas estas dependencias para seguir a Cristo.
Evidentemente, este servidor somos también nosotros y viviremos esta forma de relación desde la vertiente positiva o negativa según haya sido nuestra actitud a lo largo de las vidas. Si la posición, vis a vis de nuestros compañeros, ha sido dominante, nos encontraremos de criados. Si ellos han sido los dominadores, los tendremos a nuestros pies.
El criado, el servidor, el que prepara el baño, los vestidos, el que lava los pies y los seca con sus cabellos, como hiciera María, la hermana de Lázaro, con Jesús; este criado está a punto de dejar la vida de relación para pasar a un universo más amplio, en el que recibirá el céntuplo y heredará la vida eterna, porque el reino que Cristo vino a anunciar es el de la multiplicación de todas las cosas y su fusión en la unidad.
Cuando dejemos todo lo que tenemos en el mundo de la fracción en que vivimos, nos encontraremos en esa otra vida, en ese otro mundo en el que todos son una parte del todo y, por consiguiente, todos seremos simultáneamente padres, madres, hijos, esposos y hermanos, constituyendo la gran familia universal.
En el próximo capítulo hablaré de: los últimos serán los primeros
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