La inocencia de Pilato
Pilato se declara inocente de la sangre que se va a derramar. En el ajuste de cuentas entre las partes sagradas de nuestra naturaleza, la personalidad profana permanece a la expectativa. La lucha por la conquista de la conciencia es algo que no concierne a la personalidad profana representada por Pilato.
En efecto, si estudiamos la relación de lo sagrado con lo profano en el Árbol Cabalístico, veremos que Pilato encaja con el centro llamado Malkuth, que es nuestro mundo material y, a nivel micro orgánico, nuestro cuerpo físico. El cuerpo es el ejecutor de impulsos que vienen de dentro, de los Sefirot internos que rigen nuestras emociones, nuestra mente o los impulsos del Ego. Es cierto que nuestro Pilato se ve influenciado por los impactos que recibe del mundo material, pero en realidad él se limita a registrar esos impactos y son los de arriba, los sentidos, o la mente, los que deciden la reacción que Pilato va a tener.
Solo Pilato puede matar o absolver, porque para ello se necesita un brazo ejecutor, pero la fuerza que mueve ese brazo viene de dentro.
Cuando dos fuerzas contrarias luchan por la ocupación de los centros internos, Pilato está desconcertado, indeciso. Una fuerza nueva irrumpe en su conciencia con mucho vigor pero en ella se encuentra ya una fuerza establecida que pide la muerte de la otra. Pilato interroga a la fuerza nueva, pero no le vienen las respuestas o son vagas, imprecisas, o no las entiende.
Sin embargo, la fuerza interna dominante no llega a convencerlo de que aquél cuya muerte se pide, sea culpable de algo y ante esa situación, se inhibe, deja que la dinámica interna siga su curso y que sean los de dentro quienes den muerte al que decía ser su Rey.
En una carta astral, esta lucha puede ser detectada por los aspectos (distancias que separan los planetas) que forman los planetas respecto al Sol.
En efecto, el Sol representa la conciencia y las distintas fuerzas internas luchan por conquistarla. Los planetas de la Columna de la Izquierda – Saturno, Marte y Mercurio – representan el mundo antiguo, el de las leyes, el que constituye firmemente la realidad y tiende a hacerla indestructible. Los planetas de la Derecha – Urano, Júpiter y Venus – representan el nuevo mundo, el crístico. Si el Sol recibe más aspectos, favorables o disonantes, de los planetas de la izquierda, diremos que la conciencia de la persona está dominada por el mundo antiguo, por los que quieren matar a Cristo. Y, al contrario, si recibe más aspectos de los planetas de la derecha, diremos que Cristo es quien domina, o sea, que en aquella persona Cristo va camino de su resurrección.
En este sentido, el más eficaz de los aspectos será la conjunción; ya que indica la instalación y el arraigo de una determinada fuerza en la conciencia misma y, una vez instalada en el centro de poder y dueña de los resortes de la voluntad, será más difícil de desalojar.
Cada mes, al caer la Nueva Luna y traicionar Judas a nuestros señores internos, ciertos planetas de nuestro tema o ciertos aspectos se ven potenciados y se anima la lucha interna. Mercurio y Venus, representantes de ambos mundos (el de la Izquierda y el de la Derecha), marcan estrechamente al Sol y mientras el primero intenta constituir firmemente y eliminar toda posibilidad de cambio, el segundo deja una puerta abierta a la inspiración que lo modifica todo.
Pero el mundo crístico está aún desamparado, y por ello Venus «se distrae» a veces, se aleja del cortejo solar y Mercurio se queda solo para instituir su mundo. Cuando esto ocurre en una Nueva Luna, es señal de que en aquel mes se dictarán leyes, se establecerán cosas que luego será muy difícil mover.
Naturalmente, en el análisis astrológico será importante ver si el Sol y los distintos planetas se encuentran en signos zodiacales controlados por los Sefirot de la Derecha o de la Izquierda y aún en grados dominados por unos o por otros.
En el próximo capítulo hablaré de: Pilato en la carta astral
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