La experiencia necesaria
Ya hemos visto, a lo largo de estos estudios, que todo cuanto vivimos es necesario porque es la única forma de que comprendamos y asimilemos la experiencia reclamada por el Ego Superior. Y hemos visto que si somos capaces de vivir internamente la experiencia sin necesidad de escenificarla; entonces nos ahorramos las anécdotas y el pasar por el trance material. En este caso, no será necesario que movilicemos a todo un elenco de personajes para que nos ayude a comprender, con lo cual nos ahorraremos el salario que inevitablemente deberemos pagar a esos ejecutores para que nos roben, nos maten o nos den un poco de felicidad.
Cada uno de nosotros lleva encima a una gran compañía de actores en la que se encuentran el bueno, el malo, el feo, el galán, la coqueta, el loco, el fanfarrón, etc. Y, según el guión que estamos elaborando internamente, los llamamos para que protagonicen el drama o la comedia de nuestra vida. Es evidente que esa compañía no actuará de forma gratuita: tendremos que pagarla y nos costará cara, carísima, porque no podremos liquidar esa nómina con billetes de banco, sino que querrán cobrar en prestaciones laborales, y si ellos han interpretado para nosotros el papel del loco y del criminal, nos lo impondrán a su vez, para reírse o para conmoverse, y un día u otro seremos, queramos o no, los bufones de su farsa.
En el Ayn salimos de la sinagoga, y en este momento, si no sabemos vivir por dentro la dinámica de esa exclusión, podemos correr un gran peligro: el de que aparezca, efectivamente, el hombre que, para rendir culto a su Dios, nos liquide. Así les sucedió a miles de cristianos en la primera hora. Al no poder vivir esa fascinante experiencia del Ayn internamente, tuvieron que generar a un personaje llamado Nerón para que organizara su muerte en el circo, gracias a los buenos oficios de los leones, esas nobles fieras que tan fácilmente se dejan acariciar por quienes dominan la Fuerza Khaf.
Decíamos pues que en la estancia Ayn no podemos llevarnos más que aquello que nuestros sentidos pueden cargar. Si examinamos todo lo que hemos aprendido en el mundo físico con nuestros sentidos, tendremos que reconocer que es mucho lo que podemos averiguar con ellos sobre el Mundo de Deseos. Sin embargo, tendremos que reconocer igualmente que la información recibida a través de los sentidos ha sido la causante de muchos errores de apreciación. Hemos valorado en exceso algunas cosas que nos han venido por vía sensorial; nos hemos identificado con algunos placeres que los sentidos nos han procurado y a veces todos nuestros objetivos humanos han perseguido la obtención de esos placeres.
Lo mismo que ocurre aquí, ocurrirá allí y también nuestros sentidos nos permitirán percibir un universo maravilloso, deslumbrante, que nos compensará de la exclusión de la sinagoga material. Pero al mismo tiempo valoraremos excesivamente ese descubrimiento y lo asociaremos a la verdad, cuando no es mas que una parte, un escenario entre los múltiples en que se representa la Obra Divina.
Por ellos Jesús trata de advertirnos, a fin de que no tomemos las enseñanzas que recibimos en esa estancia como absolutas. Que sepamos que hay más, que le quedan aún muchas cosas por decirnos y, por consiguiente, debemos dejar en nosotros espacios en blanco para interiorizarlas cuando estemos capacitados para poderlo hacer.
En el próximo capítulo hablaré de: Encerrarnos en una verdad
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