La carne es débil
“Después de orar, Jesús volvióse hacia sus discípulos y los encontró dormidos, y dijo a Pedro: ¡No habéis podido velar ni tan siquiera una hora conmigo! Velad y rogad a fin de que no caigáis en la tentación; el espíritu está bien dispuesto, pero la carne es débil. Se alejó una segunda vez y rogó así: ¡Padre, si no es posible que esta copa se aleje sin que la beba, que tu voluntad se cumpla! Volvió una segunda vez y los encontró de nuevo dormidos, ya que sus ojos caían pesados. Los dejó y, alejándose, rogó por tercera vez, repitiendo las mismas palabras. Luego fue hacia sus discípulos y les dijo: ¡Dormís ahora y descansáis! Pero he aquí que está próxima la hora en que el Hijo del Hombre será librado en manos de los pecadores. Levantaos, vamos; he aquí que el que ha de librarme se acerca”. (Mateo XXVI, 40-46. Marcos XIV, 37-42. Lucas XXII, 45-46).
Vemos en esta secuencia como Jesús intenta en vano despertar a sus más próximos discípulos, dirigiéndose en particular a Pedro el constructor, la piedra angular del edificio material del Reino que preconizaba. Pero los ojos de Pedro caían pesados, es evidente que no era consciente de la partida que estaba jugando una parte de su alma, la representada por Jesús, la cual pedía insistentemente al Padre que le alejara el cáliz, pero, al mismo tiempo, deseaba que se cumpliese su voluntad, que era precisamente todo lo contrario. Pedro no participaba en los sudores y las angustias de la personalidad emotiva, representada aquí por Jesús.
Jesús repite tres veces su ruego, dirigido a la triple voluntad Kether-Padre. Todo en el universo se compone de tres partes, la triple voluntad de Kether hizo que su personalidad apareciera bajo tres aspectos, la de Kether en toda su gloria, la de Hochmah y la de Binah. Esa triple voluntad aparece primero unificada, en un segundo momento domina la voluntad-Hochmah y en un tercer momento la voluntad-Binah. Luego, en el movimiento de repliegue, se manifiesta nuevamente la voluntad-Binah, que tiene así una doble vigencia, después la voluntad-Hochmah, en la cual se encuentra incorporada la de Binah, para finalmente regir la voluntad-Kether en la que se encuentran unidas las dos anteriores.
Este proceso divino repercute en nuestra existencia humana y así vemos que al comienzo del proceso involutivo, la humanidad expresó una sola voluntad y todo se hacía al unísono colectivamente, como lo hace aún el hombre primitivo. Luego, la voluntad «baja» a Hochmah y el ser humano se identifica con sus deseos, los descubre y se separa del grupo, de la tribu. Más tarde, la voluntad «baja» a Binah y el hombre descubre todas las posibilidades de su cuerpo físico en lo que se refiere al trabajo que le permitirá cultivar la tierra y sacar fruto de ella. En la segunda vigencia Binah descubrirá las leyes, la ciencia y dominará el mundo con la razón. Luego, viene la segunda vigencia de Hochmah y la persona pondrá sus deseos a trabajar en el mundo de arriba, hasta fusionarlos con la voluntad de Kether.
Por ello al rogar, debemos repetir tres veces la oración, dirigiéndola a cada una de las tres posibles voluntades. Esas tres etapas constituyen un proceso necesario, que nuestro Ego Superior efectúa. La persona de evolución media se encuentra en el período de la segunda vigencia de Binah, de modo que actúan en ella tres voluntades por separado, cada una de ellas dividida en infinitas ramificaciones.
La irrupción de Cristo en nuestra naturaleza representa la fusión de la voluntad de Binah con la de Hochmah, de modo que solo quedan dos voluntades activas. Cuando Cristo finaliza su recorrido por nuestras instancias internas, ya no queda en nosotros más que una sola voluntad, la del Padre Kether: Hemos reconquistado la unidad y estamos listos para participar conscientemente en las tareas creadoras.
Cuando rogamos por una tercera persona, también debemos repetir tres veces la petición, para que penetre por las tres puertas y que de ellas venga la respuesta adecuada. Cabe en lo posible que aquella persona necesite vivir la enfermedad o la precariedad porque solo a través de estas dificultades podrá asimilar ciertas experiencias. La plegaria constituye un alimento que se ofrece a las voluntades para que estas tomen fuerza y elaboren la respuesta.
En nuestro actual estado evolutivo, la primera plegaria que emitimos se la queda Binah; la segunda va dirigida a Hochmah y la tercera a Kether, a menos que nos refiramos expresamente a una de estas tres personas. Siendo Hochmah el centro del amor, del que parten las curaciones, para que nuestra plegaria llegue a su destino, si se trata de curar, hay que repetirla dos veces. Sin embargo, es preciso tener en cuenta que no debemos dirigir la energía ni rogar por nadie que no nos lo haya pedido con anterioridad. Es lícito mandar luz a los demás, pero tenemos que aprender a hacerlo sin intención alguna, respetando profundamente su proceso vital, ya que no estamos cualificados para saber qué es lo que le conviene o no a otro, solo su propia divinidad lo sabe. Lo que sí podemos hacer es rogar para que esa persona entre en contacto con su ser profundo – o sea con la voluntad del Padre – y sepa captar sus mensajes.
Pedro representa a Capricornio, signo de Tierra, elemento que en el Árbol Sefirótico está representado por Malkuth, en el cual Kether ha de reflejarse. Malkuth es nuestro cuerpo físico, en el que un día el Padre se reflejará y a partir de este momento ya no dormiremos. Pero en el estadio evolutivo actual, el Padre solo se refleja en nosotros de forma intermitente, y nos dormimos y vamos por el mundo soñolientos.
En ese punto de la enseñanza, Pedro es la imagen de la humanidad que duerme y que necesita el sacrificio divino cruento para ser despertada. Por ello Jesús no recibe del Padre una respuesta positiva a sus ruegos y le será preciso llevar su sacrificio hasta el final.
Toda la formación que Pedro ha recibido por parte de Jesús, desde el exterior, no ha sido suficiente para mantenerlo en vela ni tan siquiera una hora en esta noche memorable. Su espíritu se ha fortalecido, pero la carne sigue siendo débil, y será necesario que los deseos suban al Padre y que se diluya la sangre en la tierra con todo su contenido experimental, para despertar a esa carne llamada Pedro de su sueño ancestral.
En el próximo capítulo hablaré de: el beso de Judas
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