Hacer morada
¿Qué puede significar exactamente hacer morada en lo relacionado con Padre-Hijo?
En otra parte de nuestra enseñanza hemos estudiado la naturaleza de los coros de ángeles, en el curso de los Angeles a los que los antiguos daban el nombre de genios. Hemos visto que cada uno de esos setenta y dos genios tiene un programa y dispone de varios escenarios de actuación a lo largo del año y de un domicilio zodiacal, que es el cuartel general del genio, el punto en el cual reposta, toma fuerzas, por así decirlo.
Sabemos que los ángeles son criaturas a las órdenes de Jehovah y mientras vivimos bajo su ley ellos son los moradores internos que comparten nuestros vacíos con los luciferianos. Cuando la revolución crística se produce en nosotros, los ángeles se retiran y el lugar vacante es ocupado por los arcángeles, cuyo jefe supremo es Cristo.
Así, cuando Jesús dice que establecerá morada en nosotros, significa que sus enviados serán quienes pongan a nuestra disposición el tono energético del que hemos hablado en los puntos anteriores. ¿Cuáles serán los efectos en nosotros de ese cambio? Ya hemos tocado ese tema anteriormente, pero podemos desarrollarlo.
Dijimos que pasar de la columna de Jehovah-Binah a la de Cristo-Hochmah representa pasar del sometimiento a la ley a la dispensación de la gracia. No solo caerán de nuestras manos y pies las cadenas que nos atan a la ley de consecuencia, al karma, sino que seremos portadores, para los demás, de decretos de perdón; seremos distribuidores de gracia, de amor, de sabiduría, con capacidad para crear las circunstancias que han de permitir a nuestros semejantes tomar conciencia de cómo son realmente las cosas; han de permitirles caer en la evidencia de la verdad.
El auténtico maestro, en el terreno espiritual, se reconoce por su capacidad de producir imágenes en la naturaleza interna de sus discípulos. Toda la enseñanza de Cristo es una sucesión de imágenes, o sea, de circunstancias vivas, cada una de ellas portadora de un saber determinado y vasto al mismo tiempo. Si leemos los Evangelios aplicando a cada secuencia el legado de la tradición esotérica, obtendremos esa sucesión esplendorosa de imágenes, de clichés que conducen a una visión coherente del universo divino.
Cuando el ser humano se vea asistido por los arcángeles, podrá crear esas imágenes, ya no en las naturalezas internas, sino en la vida misma de las gentes, escenificando sus existencias con anécdotas o circunstancias portadoras de conocimiento.
Los coros arcangélicos están estructurados de manera idéntica que los angélicos y llevan los mismos nombres. Forman una jerarquía paralela, dispuesta a tomar el relevo en cuanto la necesidad de cambio se manifiesta en la persona. Sus programas también son los mismos; lo único que difiere es el método de aprendizaje utilizado. Mientras los ángeles nos enseñan por la vía experimental, los arcángeles proceden por la vía de la revelación, produciendo en nosotros esa evidencia de la verdad de que hablábamos o, lo que es lo mismo, la sabiduría que nos permite conocer todas las cosas sin necesidad de aprenderlas materialmente. Por ello los apóstoles tuvieron el don de las lenguas después de la muerte de Jesús. Por ello en el mundo futuro, en el Reino de Cristo, el saber será patrimonio de toda la humanidad, es decir, de aquellos que hayan accedido a ese Reino.
Por otra parte, los arcángeles traen consigo el poder del deseo, puesto que son los organizadores del Mundo de los Deseos que ha de ser la futura morada humana. En la sociedad profana en que nos movemos, hablar del poder del deseo o de la emoción tiene una connotación negativa, porque los deseos se expresan a menudo por su vertiente más primaria. Pero cuando se haya superado esa etapa, los deseos aparecerán en su auténtica y exaltante realidad, como redentores de la sombra, como purificadores y reparadores de todo lo torcido y corrupto.
El poder del deseo, tal como ya hemos dicho en el capítulo anterior, y tal como se deduce del estudio del Mundo del Deseo, permitirá al ser humano transformar su realidad material solo con desearlo.
No queremos decir con ello que una persona que se encuentre físicamente en París pueda, con solo desearlo, encontrarse físicamente en Nueva York. Los deseos no pueden transportar la materia física. Pero si la persona de París con poder de deseo quiere ir a Nueva York, su cuerpo de deseos se encontrará en el acto allí y la experiencia vivida con ese cuerpo será más real que la vivida con el cuerpo físico.
Actualmente solo consideramos como reales los sucesos que vivimos físicamente. Si alguien habla de sus sueños o de las experiencias que vive con su cuerpo de deseos como si fueran cosas que le han ocurrido, decimos de él: «es un soñador» o «está loco«, o «confunde su imaginación con la realidad«. Solo admitimos una realidad: la física, la material; todo lo demás es locura.
Pero esta identificación con lo material es algo pasajero. En nuestro camino involutivo, hemos pasado por etapas en las que considerábamos más reales los mundos de arriba que el de abajo y esto sucede aún en las tribus primitivas. Los misioneros se asombraron al observar que los primitivos obedecían sus sueños y los consideraban como lo auténticamente real, el mundo físico no era para ellos más que algo irreal, ficticio, un vivir entre dos sueños.
En el itinerario evolutivo, volveremos a pasar por esa etapa, ya con plena conciencia de lo que vivimos en el Mundo de los Deseos y entonces volveremos a considerar como algo mucho más real las imágenes de ese mundo -es decir, lo que imaginamos- que la sucesión de anécdotas del mundo físico.
El poder del deseo que los arcángeles pondrán a nuestro alcance nos permitirá pues vivir intensamente lo que sentimos, lo que imaginamos, y será tan real, tan evidente, que preferiremos vivirlo así y no en la realidad material, donde siempre hay obstáculos, siempre hay rutinas que vencer y que reducen la posibilidad de manifestación del deseo.
Solo los novelistas, los poetas, los creadores, utilizan hoy el poder del deseo para dar vida a historias que se consideran como ficticias, pero que en ningún modo lo son, sino que son el relato de acontecimientos que acaecen en otro mundo. Porque en el universo en que vivimos no hay espacio para la ficción, tal como suele entenderse, porque lo que creamos con la llamada imaginación se establece inmediatamente como realidad en el Mundo de los Deseos y cobra vida propia, primero en ese mundo, para después «bajar» a los niveles materiales e instituirse en ellos.
Esa dinámica es la que se expresa a través de la magia, que consiste esencialmente en formar realidades ya existentes en aquel mundo. Cuando los arcángeles ocupen nuestros vacíos internos, todos seremos magos.
En el próximo capítulo hablaré de: el Abogado
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