El Sol y su posición en los 12 signos y en las 12 Casas
Introducción
El Sol es el rostro visible de Kether en su fase He. Constituye la voluntad interiorizada. Los poderes superiores son ejercidos por el Sol cósmico y en nuestra vida micro-orgánica, en el Sol de nuestra carta astral, residen los poderes del Ego Superior, del jefe interno. El Sol puede conectar, pues, con la experiencia de nuestro pasado ancestral y a él van a parar los mensajes emanados por los distintos planetas para que se sirva ejecutarlos.
El Sol es quien mueve nuestra máquina humana: los impulsos provenientes de Júpiter, de Marte o de cualquier otro planeta no son decisorios: es el Sol quien los recoge y los ejecuta. De modo que en una carta astral, los aspectos que los planetas vayan formando llegarán a un resultado práctico cuando el Sol forme con ellos un aspecto en analogía ‑bueno o malo‑ con el que los planetas han formado entre sí. Y el mensaje transmitido por los planetas solo debería ser ejecutado por el Sol en la medida que sea idóneo a la conciencia que este Sol representa.
Muchas veces, al hablar de los efectos del hipnotismo, se dice que a alguien hipnotizado se le puede llevar a realizar cualquier acto, salvo aquellos que su conciencia reprueba. Lo mismo sucede con los aspectos planetarios en relación con el Sol, es decir, cuando se produce en un tema un aspecto violento entre dos planetas, constituyendo una auténtica llamada al crimen, el mensaje será ejecutado por la persona si posee una conciencia predispuesta al crimen. De igual modo, un trígono de Mercurio con Neptuno, que da una elevada inspiración, solo tendrá efectos si la persona posee ya un talento de escritor o de artista.
Esta regla que acabamos de enunciar, imposibilita todo estudio de la astrología a través de la estadística o de la observación científica, tal como la ciencia es entendida en el mundo profano, ya que el mismo aspecto planetario dará un resultado distinto en dos cartas, según el nivel de conciencia de la persona.
El Sol acondiciona, pues, las pulsiones planetarias a su forma peculiar de ser, es decir, a la conciencia conseguida por el Ego en su batallar humano y al mismo tiempo, es evidente que esos impactos repetidos una y otra vez a lo largo de la vida acaban por modificar la personalidad solar primigenia, de modo que al final somos un ser distinto del que éramos al encarnar.
En una carta astral, la posición del Sol nos indicará el ciclo en el que estamos trabajando, en Fuego, en Agua, en Aire o en Tierra. Como fuerza ejecutora, el Sol no es solamente el que instituye las pulsiones provenientes de los planetas, sino también y sobre todo, el que les otorga poderes para realizar su política.
En este sentido puede decirse que los planetas son los ministros del Sol, los plenipotenciarios, que en un momento determinado ejecutan los mandatos de la voluntad.
El Sol también representa el objetivo que hemos venido a desarrollar en esta vida. Visto de forma simple, podríamos decir que si tu Sol está en signos de Fuego, has venido a empujar. En signos de Agua, has venido a sentir. En Aire, a pensar, a comunicar. En signos de Tierra, a materializar, a construir.
Los aspectos que los planetas forman con el Sol son de primerísima importancia, puesto que indican si hay o no conexión entre el centro de la voluntad ejecutora y sus ministros. Si la coordinación es mala, ni las pulsiones de los planetas llegarán con nitidez a la sede central, ni las órdenes de esta llegarán a los planetas.
El Sol administra el material procedente de Leo de una manera positiva, incorporando activamente en la persona la fidelidad al principio espiritual que se desprende de Leo, interiorizando el amor crístico en el corazón de la persona.
Su otro signo de regencia debería ser Cáncer, pero el Sol cede esta regencia a la Luna, que representa su polaridad negativa, de modo que el Sol representa lo masculino y la Luna lo femenino. Ello significa que el Sol se manifestará muy distintamente en el hombre y en la mujer.
Para el hombre, construirá su personalidad profunda aparente. Mientras que la Luna será su personalidad profunda no aparente, la cual se manifestará en positivo a través de la mujer o de las mujeres que elija como compañeras de vida. Para la mujer, las cosas sucederán al revés y el Sol se manifestará positivamente a través de su compañero.
Como no podemos ser hombres y mujeres al mismo tiempo, somos de uno y de otro sexo en sucesivas encarnaciones, desarrollando en cada una de ellas una de las polaridades, la positiva-solar o la negativa-lunar.
Ocurre así que una de esas polaridades puede estar muy desarrollada y la otra no. Como la mujer ‑o el hombre ‑ que elegimos representa la otra polaridad de nosotros mismos, si esta polaridad, la inconsciente, está menos desarrollada que la otra, elegimos un compañero menos desarrollado vis a vis de nosotros mismos. Puede ser un compañero lerdo, brutal, tiránico, inculto, que nos hará vivir las mil y una o que nos llevará a bajar de frecuencia todo el tiempo.
Puede ocurrir que, al revés, la tendencia más desarrollada sea la otra, la que no personificamos en la presente vida y entonces seremos nosotros los primitivos y nuestro cónyuge el evolucionado que tiene que soportarnos.
Este bache entre la personalidad representada por el Sol y la representada por la Luna es debido a una identificación excesiva hacia un sexo. Si somos varones y amamos por encima de todo nuestra condición sexual, en otra vida volveremos a encarnar en un cuerpo de varón y en otra y en otra tal vez, hasta que la ley de necesidad nos conduzca, a la fuerza, a un cuerpo de sexo femenino.
Al desarrollar uno de los aspectos en detrimento del otro, hará que el aspecto no desarrollado se encarne en nuestro compañero de vida, de modo que el que ha sido repetidamente varón, encontrará una esposa cada vez más salvaje, hasta que, siendo él el «salvaje», hallará y nadie se explicará cómo, un marido súper desarrollado, al que no podrá seguir.
La no adaptación a un sexo produce los mismos resultados. Por ello, para conocer auténticamente a una persona, es preciso conocer también a su cónyuge, puesto que este expresará, con su forma de ser, la parte negativa de su personalidad, la que no se ve y que ella misma ignora. Entonces veremos si hay equilibrio entre su manera positiva y negativa de ser, o si existe un abismo entre uno y otro. En tal caso, las cualidades que manifiesta no serán firmes, ya que no estarán respaldadas por la parte oscura e inconsciente de su personalidad.
El Sol representa la Voluntad de Kether; es su aspecto visible. En el cuerpo humano, el corazón es el órgano que lo representa y observando las funciones que realiza podemos comprender como actúa el Sol a otros los niveles.
El corazón es el órgano que permite que la sangre llegue a todos los rincones del cuerpo, transportando el alimento y el oxígeno para que todas las partículas que forman el organismo tengan la posibilidad de vivir. El corazón realiza pues una función alimenticia y gracias a su acción todos los átomos de nuestro organismo comen. De igual modo en los rayos del Sol se encuentra ese alimento que, no pudiendo ser asimilado de una manera directa en nuestro actual estado evolutivo, los rayos deben interiorizarse en la tierra y reaparecer bajo forma de trigo, de maíz, de frutas, ya que, en último análisis, toda vida existente en la Tierra es un don del Sol.
Nos dice la cábala que la sangre es el vehículo del Cuerpo de Deseos y que en ella se encuentran las imágenes que constituyen nuestro historial emotivo. Una de las funciones del corazón es purificar la sangre y análogamente el Sol purificará constantemente los deseos, haciendo que a cada ciclo las impurezas desaparezcan como si no hubieran existido jamás.
El Sol, el nuestro particular, interiorizado en nuestro micro-organismo, contiene el cúmulo de todas las experiencias vividas, a lo cual damos el nombre de Conciencia.
El Sol es pues el depositario de nuestra conciencia, es decir, del cúmulo de sabiduría adquirida a lo largo de las vidas. Es a través del Sol que el Ego actúa en nosotros y su fuerza o su flaqueza en un tema ha de decirnos si el jefe interno podrá hacer oír su voz o se callará.
Por otra parte, el corazón es el motor de nuestro organismo, el órgano que nos permite utilizar nuestras facultades corporales. Del mismo modo que el Sol representa en el universo y en nosotros mismos, la Voluntad de Kether, sin la cual nada en el cosmos se pone en acción. Voluntad por un lado, Conciencia por otro o, dicho en otros términos, Espíritu y Alma juntos, el Sol será quien nos indique, por su posición en un tema, si en nuestro suelo humano van a crecer nabos o coles.
El Sol constituye así la voz de la conciencia, que da siempre una primera respuesta ante el problema con el que la vida nos enfrenta.
Como depositario de la Voluntad, las demás fuerzas planetarias deben solicitar su venia para expresarse, de modo que cuando un planeta quiere instituir algo en nuestra vida, le comunica su programa al Sol para que le dé fuerza ejecutiva. El Sol se la dará si la proposición es conforme a la tónica de la personalidad vieja, es decir, de la conciencia. La conciencia es así un filtro que incorpora a ella todo lo que está en su línea y excluye todo lo que no guarda semejanza con su forma peculiar de ser.
Así funcionan los mecanismos divinos cuando el Sol recibe buenos aspectos, ya que los malos aspectos indicarán que los planetas no solicitan al Sol su fuerza ejecutiva, sino que se la exigen violentamente, se la arrebatan a la fuerza, dan el golpe, por así decirlo, obligando a la conciencia a obedecerles.
Vemos entonces como la Voluntad acepta programas que no están a tono con la conciencia y que harán salir a la persona de la órbita que se había trazado el Ego Superior. Por consiguiente, si vemos una carta con un Sol recibiendo numerosos malos aspectos, diremos que se trata de una persona cuyo jefe interno dispone de muy poca libertad en la presente encarnación y que está haciendo cosas que no corresponden a su auténtica Voluntad. Es como esos personajes que salen en las películas y que, encañonados por un malhechor escondido, dicen cosas que no corresponden a su auténtico modo de pensar. Cuando ese malhechor salga de su espalda, serán otros.
La presión de los planetas sobre el Sol no han de obligarle necesariamente a ceder. Si el nivel de conciencia es elevado, si la voluntad es lúcida y fuerte, el Sol tiene medios para dar salida a las fuerzas planetarias sin que sea violada la línea de su conciencia. Entonces la vida será una lucha, en la que las fuerzas del bien, las que defienden los valores de la conciencia, se enfrentarán con las del mal, representadas por las planetarias corrompidas.
Los buenos aspectos, por el contrario, nos indicarán que la persona seguirá sin perturbaciones la línea de su conciencia, evolucionando armoniosamente, hasta que esa armonía tal vez se rompa en la confrontación de la conciencia con las apetencias y placeres que vienen de Malkuth, nuestro mundo material, representado en el tema astrológico por el Ascendente y sus Casas Terrestres.
En el terreno fisiológico, vemos que cuando se introduce un producto tóxico en el organismo de la persona, el corazón aumenta su frecuencia vibratoria y pone todos los órganos a trabajar para eliminar el veneno. Si la empresa fracasa se produce la muerte.
También el Sol aumenta su ritmo de trabajo –debe aumentarlo con los malos aspectos–, y si no consigue salir victorioso de la empresa, se produce la muerte –provisional– de la conciencia.
En el lenguaje coloquial suele decirse a menudo del malvado: “Es un hombre sin conciencia”. Ese tipo de persona existe: es aquellla que ha sucumbido en la lucha del Sol con los malos aspectos. La conciencia ha muerto para ella y su voluntad ya no está al servicio de los valores que la conciencia representa.
Esta es la mayor desgracia que pueda sucederle a una persona, puesto que en la conciencia que el Ego Superior va formando, se encuentra integrado todo lo que es conforme a las leyes cósmicas, mientras que lo contrario a ellas, es destruido por las fuerzas de repulsión.
La conciencia, su voz, nos permite pues descubrir el Bien en cada experiencia humana, con la misma seguridad con que la brújula señala el Norte. Si la conciencia deja de funcionar, si su emisora deja de emitir, ya no disponemos de medida alguna para saber lo que es conforme a las leyes cósmicas y lo que no lo es. Entonces la persona se guía por los instintos, por los sentidos, por el placer y el dolor, que no son instrumentos seguros ni fiables para basar en sus criterios una conducta.
Cuando esto ocurre, se produce la figura del desalmado, del sin conciencia o el inconsciente, del forajido en un amplio sentido de la palabra, del que actúa fuera de la ley. Y eso que sucede a nivel individual, puede suceder igualmente a nivel de un país y ser toda una nación o toda la humanidad la que ha perdido su conciencia.
Sin embargo, como decíamos, la muerte de la conciencia no puede ser más que provisional, circunstancial, dada la posición de Tiphereth-Sol en el Árbol Cabalístico. Encontrándose en el punto más bajo del Mundo de Creaciones, cuando Marte, el planeta que rige el aspecto de cuadratura, empuja fuerte hacia el mundo material, haciendo que en la vida de la persona las tinieblas sean cada vez más densas, aparece Tiphereth como un Arco Iris situando la luz en las tinieblas y la conciencia vuelve a ejercer su dominio sobre las cosas.
La posición del Sol en una carta nos dirá pues la fuerza de voluntad y de conciencia de la persona y nos dirá si esa Voluntad-Conciencia será puesta a prueba en el curso de la presente existencia y cuándo tendrá lugar ese combate esencial.
Si el Sol no recibe malos aspectos radicales, será preciso estudiar los que reciba por tránsitos y progresiones, teniendo en cuenta sobre todo las Casas Terrestres desde las que esos malos aspectos se producen, ya que, como hemos visto más arriba, las Casas representan a Malkuth, o sea, el Reino Material y ellas reflejarán las “tentaciones” procedentes del mundo en que nos movemos. Esas “tentaciones” serán las que harán “caer” un Sol con buenos aspectos, de modo que debemos observar muy cuidadosamente, cuando se forma un mal aspecto por tránsito, de qué escenario –Casa– procede y así estaremos en guardia para no “caer en la tentación”.
Veremos igualmente por la posición del Sol, el programa que el jefe interno está interiorizando en la conciencia, expresado por el Genio o Rostro actuando en el punto en que se encuentra el Sol y estudiando los programas de los planetas, podremos ver si estos guardan afinidad con el solar, si son complementarios o si se trata de programas muy distintos y dispersatorios.
El Sol nos aprovisiona en Voluntad, esa esencia que permite la maduración de todas las cosas y que, por su lado negativo, se expresa la conciencia.
En el Módulo 2 he descrito ampliamente el significado de cada signo. Cuando el Sol se encuentra en uno de ellos, sus cualidades y virtudes aparecen en nuestra conciencia. Por ello suele decirse, en palabras de la astrología popular, que se es de tal signo cuando se ha nacido con el Sol en él.
Diremos pues que el Sol manifiesta las virtudes del signo en el interior de la conciencia y que la persona, no solo es de aquel signo en que ha nacido, sino que es el signo ella misma, lo lleva en la conciencia y cuando se haya impregnado de él, lo irradiará a su alrededor.
Así cuando en nuestra existencia cotidiana tropezamos con una persona que ha nacido bajo tal o cual signo, hemos de entender que la dinámica de nuestra vida nos está diciendo que debemos incorporar en nosotros las cualidades de aquel signo que aparece vivo y personificado. Cuando esa persona la encontramos repetidas veces, cuando es un familiar que vive en nuestro hogar, ello indica la necesidad acuciante por nuestra parte de asumir su programa, de interiorizar en nosotros lo que aquel signo representa.
Las disonancias planetarias sobre el Sol o bien reducen los poderes de la voluntad o le imponen una actuación arbitraria. De igual modo, al no utilizar la voluntad sus vehículos, estos se le irán de la mano y se manifestarán de manera desorbitada. Pero siempre serán mejores los malos aspectos que el no tenerlos, ya que en este caso, como hemos dicho, la voluntad no llega a manifestarse y la vida resulta insípida y pobre en experiencias.
Los buenos aspectos del Sol conferirán una poderosa voluntad, harán que la persona escuche su consciencia, brillará, tendrá clase y generosidad.
Claves: Voluntad, luz, conciencia, experiencias, fuerza ejecutiva, armonía, programa del Ego Superior, memoria actual y ancestral, ayuda a conectar con los archivos akásicos, iluminación, optimismo, ayuda a aplicar código de conducta, paciencia, apertura, conexión con la conciencia, ayuda a escuchar el corazón, fidelidad, purificación de deseos, orgullo, libertad, inspiración, regresión, meditación.
El Sol tarda un mes en recorrer un signo.
Sol en Aries
El Sol en Aries indicará que a través de la persona lo de arriba aparecerá abajo. Todos somos portadores de un pedazo de cielo y la misión es plantarlo en la tierra. Todos tendremos que pasar algún día por Aries para cargar a cuestas la preciosa mercancía. Cuando se nace con el Sol allí, significa que estamos recibiendo esa carga o sea, significa que en etapas anteriores ya hemos efectuado el trabajo de plantación, recorriendo los cuatro ciclos elementales y que volvemos a por más, iniciando una nueva labor.
Plantar el cielo en la tierra significa, claro está, plantarlo en nuestra naturaleza humana, adquirir las virtudes del pedazo de gloria de que somos portadores, para luego descargarlas, en la etapa Vav, sobre la sociedad que nos rodea. Ello supone la adquisición, por nuestra parte, de un conjunto de propiedades y sería magnífico si pudiéramos adquirirlas de golpe y no de una en una. Pero la realidad es que la mayor parte de las veces interiorizamos las virtudes de nuestro pedazo de cielo con cuentagotas.
Queremos decir con ello que la persona que llega con su Sol en Aries a por más carga celeste, posiblemente le queden pendientes trabajos de su plantación anterior que no ha acabado de efectuar. Ello aparecerá en su carta si los planetas se encuentran dispersados por lo demás signos, prueba evidente de que se está trabajando en otros tajos.
Por el contrario, si un buen bloque de planetas estuviera dentro del signo, ello indicaría que ya ha terminado el trabajo anterior y que toda su atención se concentra ahora en la nueva tarea.
Al interpretar el libro de su destino deberemos tener en cuenta lo que acabamos de enunciar. Es decir, si los planetas aparecen dispersados en su carta, el Aries deberá efectuar los trabajos correspondientes a la etapa anterior que no fueron realizados a su debido tiempo. Como se supone que esos trabajos se encuentran en una fase final, bastando unas pinceladas para que comprenda lo que no consiguió interiorizar en su momento, la persona se ocupará de varias cosas esporádicamente; sin anclarse en ninguna de ellas, hasta que pueda comenzar el nuevo trabajo correspondiente a su signo.
El auténtico trabajo de Aries le resultará incómodo, en primer lugar porque es nuevo, sin relación alguna con la tarea anterior, puesto que habiendo terminado un ciclo de experiencias, el Jefe interno va a la adquisición de nuevos valores y necesita independencia para adquirirlos en un clima de total libertad.
En segundo lugar, encontrándose en un ambiente nuevo, se verá rodeado de extraños, es decir, de gentes con las que no ha trabajado anteriormente, tantas más cuanto mayor sea el número de planetas en el signo. Nada extraño que se sienta abrumado y con tendencia a huir de sus responsabilidades o evadirse por medio de euforizantes o de tranquilizantes.
Los malos aspectos acentuarán esa tendencia, debiéndose quizá a una negativa anterior a efectuar los trabajos planeados por el Ego Superior, de modo que es necesario el rigor para que la nueva tentativa no falle. Entonces esa tarea aparecerá como algo superior a sus fuerzas y vivirá angustiada y tensa.
Sol en el Ascendente o Casa I
La persona se comportará como si ella fuera Aries para el mundo que la rodea y si en el signo lo de arriba une indisolublemente a lo de abajo, en la Casa I será la persona quien se dará en pasto para que los demás puedan impregnarse de ella. Hay pues una voluntad de entrega, de servicio, de hacer a los demás consubstanciales con ella y para conseguirlo, deberá intervenir en sus vidas, meterse dentro de ellas, estar en ellas, por lo cual su presencia resultará invasora y al menos que sea un auténtico Cristo en abnegación y amor, su manifestación intempestiva no será siempre bien aceptada.
Si se trata de una persona altamente evolucionada, esa entrega será una bendición de Dios. Pero si se mueve en las bajas esferas, todos sentirán que su presencia disminuye sus libertadas y tratarán de evitar al eterno intruso.
Los malos aspectos harán que esa invasión resulte intolerable, puesto que la manifestación de la persona será desafortunada, excesiva, trasmitiendo a los demás su rigor, sus efectos, sus vicios, su mal carácter. Se verá animada de los mismos deseos de entrega, pero en cuanto le vean aparecer, todos lo huirán y se sentirá muy frustrada de no poder “arreglarles” la vida.
A través de la Casa I, la persona se proyecta en la sociedad en que vive, pero si esta Casa carece de planetas, esa proyección se hará de vez en cuando, con ocasión de algún tránsito. En cambio, si el Sol está ahí, habrá una voluntad de proyección, una conciencia de que esta es la misión a cumplir.
Por otro lado, tener el Sol y el Ascendente en el mismo signo simplifica mucho la tarea, porque la persona será igual por dentro que por fuera y eso le ayudará a concentrar esfuerzos en una misma dirección y será más fácil cumplir con el objetivo de vida.
Sol en Leo
Hará de la persona la expresión viva de la fuerza moral que constituye la columna que aguanta la obra divina. Es el depositario de la sabiduría y su conciencia expresará el bien, la rectitud. Su voluntad expresará la bondad, el amor y cualquiera que sea su nivel evolutivo y el ambiente en que se mueva, de ella saldrán las facilidades que salvan las situaciones difíciles. Será la expresión viviente de la esperanza, quien anuncia la mejora.
Será la preservadora de la obra divina, quien le da un rostro, ya que en Aries, el estadio anterior, esa obra divina no es visible, sus representantes humanos no están revestidos de esa dignidad con que aparece lo sacro, no se les identifica, lo divino que portan en ellos no aparece. Es en Leo que la divinidad aparece en las formas y sus huellas son reconocibles en todos los gestos y expresiones de la persona, en su forma de hablar y comportarse, en su orgullo.
Ello hace que los Leo no puedan descender a lo que es indigno; que no les salgan bien esas pequeñas maldades en que se complacen los demás y en las que tanto éxito tienen. Quizá sea motivo de asombro por su parte ver como otros triunfan por medio de granujadas, mientras que ella, en cuanto se separa un dedo de las líneas de la moral, le viene el batacazo.
Los malos aspectos de un Sol en Leo pueden producir las mayores desgracias, accidentes o tropiezos. Y es que Leo no admite las actitudes torcidas. Según su grado de conciencia, la persona debe comportarse a un cierto nivel y no bajar de él, porque si baja, la fuerza de Repulsión le llevará a rectificar.
Diremos pues que con el Sol en Leo la obra divina se manifestará en la persona y la recubrirá de su dignidad.
La persona tendrá vocación por lo eclesiástico y puede convertirse en sacerdote, ya que las fuerzas de Leo escenifican, no producen locuacidad y convierten sus secuaces en actores de la obra, vistiéndolos para el ritual.
Aun sin llegar al estado eclesiástico, el Leo será alguien que lleva el vestido ritual, que viste como si fuera a la ópera, que está vestido para la ópera magna de la vida. Por ello infunde un respeto a los que lo ven: saben de algún modo que allí está la Ley y sienten una inclinación natural a reverenciarlo, a obedecerlo y acatarlo. Donde quiera que se encuentre el Leo será objeto de respeto y devoción por parte de sus semejantes.
El Sol en Casa V
Será del mundo que la persona recibirá su dignidad. No es el actor de una obra divina, sino de una obra humana y será la cabeza visible de las virtudes o de los defectos de la sociedad y de la época en que vive. En ella se revelarán los valores de la sociedad y quizá exprese esos valores siguiendo la profesión de actor e interpretando obras que ponen el dedo en las llagas sociales.
Será el hijo de su tiempo, el hijo de su entorno, el enviado para expresar la verdad. Luego, cuando tenga hijos, les trasmitirá su papel y ellos serán a su vez los reveladores del mundo en que viven.
Siendo un producto de la sociedad, se sentirán como pez en el agua en ella, disfrutando de las “ventajas” de esa sociedad. Son los elegidos, los príncipes y pueden verse colmados de regalos.
Con malos aspectos, serán los reveladores de los males de la sociedad, los chivos expiatorios que cargarán con las culpas de todos. Aquellos mediante cuyo ejemplo y cuya historia la revelación del mal ha de aparecer y les será posible a sus coetáneos tomar conciencia de sus errores. También ellos transmitirán a sus hijos la detestable herencia, del mismo modo que el oficio de verdugo se trasmite de padres a hijos.
Sol en Sagitario
Indica, como ya hemos dicho otras veces, que la persona es escudero divino, el que realiza en el exterior lo que el nativo de Leo realizaba en su interior. Ese pedazo de cielo con que la persona cargara en Aries, después de llevarlo en sus entrañas, rezuma de ella como las frutas del árbol.
Su voluntad está movilizada al servicio de la obra divina y como ejecutora de los más elevados principios, esta persona será quien va constantemente más allá de sus fronteras naturales, ya que la fuerte corriente de Binah desalojará las realidades contenidas en los Sefirot inferiores para que el designio divino pueda manifestarse en los niveles materiales.
Este viaje más allá de sí, si no la lleva a niveles de conciencia cada vez más elevados, se proyectará en Malkuth y surgirá el viaje físico, sobre cuya dinámica ya hemos hablado ampliamente en el estudio de la Casa IX. Sagitario será pues a menudo un gran viajero.
La corriente divina impulsándola constantemente más allá de sí misma, hará que la vida de esta persona carezca de estabilidad y en la medida en que se estabilice, en que se arraigue, así mediremos su fracaso vital; porque ello supondrá que su voluntad humana ha conseguido detener el impulso divino, que ya no puede manifestarse a través de ella porque se ha banalizado.
Los malos aspectos producirán dificultad en la exteriorización del mensaje: será mensajera de las situaciones conflictivas, kármicas, portadora de malas noticias.
Sol en Casa IX
La persona exteriorizará la parte ideal que se ha acumulado en ella, lo sublime que su personalidad ha creado a lo largo de las vidas. Su voluntad sacará de sus adentros tan solo eso, dejando en su fondo humano lo que pueda haber de tenebroso.
Aparecerá pues en los momentos en que se necesite abnegación y heroísmo y su acción será salvadora y redentora. Naturalmente, por aquello de que nadie es profeta en su tierra, sabrá por instinto que tiene que emigrar, que tiene que lanzarse a la aventura, como Don Quijote, para encontrar escenarios en los que descargar el mundo ideal que lleva encima.
Su grado de sublimidad dependerá de su nivel evolutivo, de la intensidad de su naturaleza divina. Pero cualquiera que esta sea, será la persona que se comportará con lo más elevado que haya en ella.
Los malos aspectos indicarán que tendrá tendencia a intervenir en escenarios peligrosos, para salvar vidas del fuego, del agua; para salvar también en el aspecto moral.
Sol en Cáncer
Indica que la conciencia trabaja en el programa del signo. Será la persona que lo experimentará todo a través de sus sentimientos. Se encuentra en el estadio en que toma conciencia de una tarea a realizar, no como participación, en la obra del mundo, sino para edificar su propio yo.
Es el momento en que encontrándose entre las manos algo que viene de arriba, como llovido del cielo, dirá: “esto es mío” y al poco tiempo pretenderá que aquello no le ha venido nunca del cielo, sino que es fruto de su trabajo, de su esfuerzo.
Es muy frecuente en los nativos de Cáncer que “encuentren” cosas, que realicen hallazgos, que la vida los sitúe en un contexto en cierto modo privilegiado, en vistas a su proyección personal. No se trata de bienes materiales que les solucionen la vida, sino de asuntos que les permitirán ponerse en relieve y hacerse una personalidad.
Y es que Cáncer es la ruta que sigue a la anterior etapa de Sagitario, donde la divinidad ha elaborado una obra que, como hemos dicho anteriormente, no es más que un huevo lleno de potencialidades y es sobre este huevo, a imagen y semejanza del huevo zodiacal, que la personalidad humana, a través de Cáncer, va a trabajar.
Ese micro-zodíaco viniendo de una instancia superior, se presenta en la vida real como algo providencial, que aparece de pronto y que cambia el rumbo de la vida del Cáncer.
Ese cambio de rumbo es muy característico de todos los que tienen el Sol en esta posición y ello se debe a que el primer periodo de su vida es recapitulatorio de la etapa anterior. Cuando esa recapitulación ha terminado, cae de arriba el huevo sagitariano y el Cáncer se encuentra con una nueva cosa en las manos que le obliga a cambiar su anterior ocupación. Esta secuencia puede repetirse a lo largo de la existencia dando así lugar a cambios frecuentes en la orientación de su vida.
Los malos aspectos no le permitirán apreciar de una manera justa sus posibilidades y el trabajo sobre el huevo-misión que cae de arriba se realizará en malas condiciones.
Con el Sol en Cáncer, la Luz se encuentra en la zona oscura de los sentimientos, iluminándola y todo el trabajo humano consistirá en que esa luz penetre en las tinieblas y que no sea rechazada por ellas, o sea: llevar los sentimientos a colaborar en la Obra que el jefe interno ha emprendido.
Sol en Casa IV
Significará que la conciencia se expresa por el canal de los sentimientos. El Ego trabaja por dentro, iluminando la naturaleza emotiva y dándole así gran poder expresivo. Los sentimientos son puestos en relieve y lo que la persona haga en su vida, será contando con ellos.
En ese contacto primordial, el Agua y el Fuego no han aprendido aún a conciliarse y una de dos o el Fuego secará el agua y tendremos una naturaleza impulsiva, explosiva, agresiva, que recordará la explosión que se produjo en el Mar de Bronce de Hiram Abiff. O el Agua apagará el Fuego y tendremos una naturaleza amorfa, tímida, huidiza, soñadora, apática, abúlica. Pero esos significados radicales se encontrarán muy matizados, puesto que esta no es la primera encarnación de la persona y es de suponer que en anteriores vidas habrá aprendido en cierto modo a combinar el Agua con el Fuego.
Pero en lo que se refiere a los trabajos en esta vida, deberá volver a recapitular la dinámica de ese encuentro primordial del Agua y el Fuego, el primero intentando dominar al segundo.
En el terreno mundano, la Casa IV es la que se encuentra en el punto más alejado de la X, que es aquella a través de la cual la persona realiza sus ambiciones. Por lo tanto, diremos que su conciencia-voluntad trabajan en el punto más alejado posible del triunfo material. Es decir, no perseguirá ese triunfo, sino más bien lo contrario. De ahí que la astrología mundana nos diga que una persona con el Sol en la IV deberá esperar la segunda parte de su vida para triunfar en el terreno social, cuando lo de arriba está abajo y lo de abajo arriba.
La naturaleza interna iluminada significa pues que esa persona perseguirá el triunfo interior, la realización íntima y asegurará el éxito de todo lo que, en el mundo exterior, se encuentre en analogía con esa tendencia, es decir, el éxito de la familia, de la casa, del hogar y en lo social, el mundo interno con relación al país, la nación, o sea: la ciudad natal, el barrio natal y lo que está en las raíces de todo ello: la tradición, la cultura indígena, las costumbres, la ancestralidad.
El Sol en la Casa IV dará al buscador de lo interno, puesto que la luz se encuentra en las profundidades, enfocando, iluminando el panorama interior y la persona trabaja allí donde luce el Sol para ver claro lo que está haciendo.
Los malos aspectos le inducirán a equivocarse, a no actuar de una manera correcta, de modo que todo lo relacionado con ese sector, madre familia, intimidad, etc. andará mal.
Por lo demás, ese nacimiento espiritual en las Aguas interiores de Cáncer no se realizará en buenas condiciones y ese niño-Dios que ha de reinar un día, tal vez resulte un tirano.
Sol en Escorpio
Iluminará el Yo emotivo de la persona. La conciencia está trabajando en el Cuerpo de Deseos, en el estadio de interiorización y la voluntad se expresa a través del Yo emotivo, de modo que esta posición constituye la máxima manifestación del egoísmo, en el sentido convencional de la palabra.
En efecto, el Sol potencia la expresión de ese amor que, como sabemos, en Escorpio se ha interiorizado, convirtiéndose en amor propio. Ese amor propio resulta exaltado por los rayos solares, magnificado y con malos aspectos, levantado tan por encima de lo que debería ser su nivel ordinario, que la persona no será otra cosa que un amor propio sangrante, doliente, convertido en llaga viva.
Diremos pues que la conciencia se identifica totalmente con la personalidad emotiva de la persona, la voluntad del Ego Superior se expresa a través de su particularidad humana, convirtiendo el microorganismo de la persona en un pequeño cosmos separado de los demás. Así tendremos a la persona que no se siente concernida por los problemas de los demás y que vive en función de sí misma, por que ella es un todo.
El designio del jefe interno al colocar el Sol en ese signo, es que la persona tome conciencia de su propia divinidad, es decir, que se sienta un Dios. Si ese endiosamiento resulta negativo en la vida mundana, porque quiere imponerse a sus semejantes, hacerlo todo integralmente, como Dios lo hace en los cielos, en dueño absoluto; no debe considerarse esa actitud más que como el error en el camino de la verdad y constituye el preludio de una práctica para llegar a ser un Dios.
Si el Sol domina el elemento líquido en Escorpio, esta persona se redimirá a sí misma, etapa previa para redimir a los demás. Es decir, la conciencia representada por el Sol y su fuerza de voluntad, actuarán sobre el yo-emotivo para llevarlo a comportarse de acuerdo con los esquemas divinos. Pero si es la naturaleza divina la que domina, utilizará la energía solar para su promoción personal dando lugar a la figura del que cultiva su personalidad e impone siempre su impronta a los demás.
La letra del código hebraico que corresponde a Escorpio es el Vav. En el Árbol Sefirótico el Vav corresponde al Sol. Existe pues una identificación entre el Sol y Escorpio que no ha sido puesta en relieve por la astrología convencional, pero que aparece claramente en la astrología cabalística.
Sabemos que el Vav es la fuerza-puente que comunica las sombras con la luz. Y con el Sol en Escorpio la conciencia iluminada baja al mundo de las sombras para levantar la personalidad emotiva e integrarla al trabajo creador de la espiritualidad. De modo que el Sol y Escorpio constituyen los laboratorios donde el Vav se elabora.
Es en Escorpio donde el ser humano realiza el aprendizaje de la divinidad y si vemos en la vida profana un Escorpio que quiere subyugarnos y hacerse dueño de todo, digámonos que es un alma que realiza sus primeras pruebas en el dominio de mandar y ordenar todas las cosas. No la juzguemos por el desorden que su actuación pueda conllevar, porque en ese desorden encontrará con toda seguridad su orden. Así como en los edificios en construcción ponen aquel cartel que dice: “perdonen las molestias”, también el nativo de Escorpio debería pasearse con el rótulo en el cuello, porque los trabajos de construcción siempre resultan polvorientos y sucios.
Sol en Casa VIII
Interiorizará en la persona un amor que será tan inalterable como el oro. Si en el signo esa luz está en el cielo y desde allí penetra en la naturaleza interna de la persona, en la Casa la luz está en la tierra. Será pues de las realidades materiales que le vendrá a la persona la iluminación. Esas realidades materiales pueden ser personas, pero también situaciones. Esas personas o esas situaciones le inspirarán una conducta luminosa.
Si la persona reacciona positivamente a esa dinámica, la revelación de la naturaleza divina le vendrá del mundo: sus ojos se abrirán y descubrirán la vida espiritual, sintiendo la apetencia de las cosas del otro mundo. Entonces pondrá sus sentimientos a trabajar en unión con la personalidad espiritual, produciéndose en ella el unísono entre las dos personalidades, la divina y la humana.
Pero si vuela bajo, ese Sol en la VIII vitalizará, iluminará el espacio reservado a la reintegración del amor que ella dio al mundo y por ese espacio iluminado se filtrarán los amores múltiples, de tipo sentimental y la actividad sexual cobrará relevancia.
Los malos aspectos convertirán esa actividad sentimental en puro erotismo. Entonces en lugar de dejarse fecundar por la espiritualidad, aparecerá en su vida el símbolo material del poder divino y sus genitales, que son el signo de la alianza entre Dios y el ser humano, entrarán en efervescencia y su vida puede convertirse en un estéril juego sexual. Por ello la astrología tradicional nos dice que la Casa VIII es la de la espiritualidad y la del sexo, además de ser la del dinero que viene de la pareja, en su calidad de II de la VII.
Sol en Piscis
Indica que la conciencia está trabajando en la exteriorización de los sentimientos. La voluntad trabaja en la liberalización de las emociones y la persona vive la experiencia de lo que esto puede dar de sí. Es muy fácil hablar de leyes, de reglamentos y normas cuando el grueso pelotón de los planetas se encuentra en signos de Aire.
La persona de Aire, si los planetas no están corrompidos, puede llegar fácilmente a ser virtuosa, justa, moderada, ecuánime, y quizá desde su olímpica dignidad juzgue severamente a los que se dejan llevar por sus pasiones o, simplemente, por sus sentimientos. Pero cuando en un nuevo ciclo de experiencias, se encuentre con el Sol en Piscis, ¿podrá mantenerse dentro de la ley?
El Sol en Piscis permitirá experimentar lo que es una Voluntad operando fuera de las leyes divinas, ya que ese mundo del Agua, como hemos visto tantas veces, es el anti-universo por excelencia, representando la dinámica que se alza para apagar la llama divina.
El Sol en Piscis hará que la persona actúe guiada por sus sentimientos, por lo que representa para ella la palabra Amor. Hemos dicho ya en este curso que el amor, cuando salió de Hochmah, era la apetencia magna de fundirse con todo, de identificarse con todo, produciendo la unidad allí donde reinaba lo diverso y aun lo opuesto. Luego, al descender esa fuerza a niveles humanos, se convirtió en el deseo de poseerlo todo, de que todo fuera para sí.
Para llegar al estadio Piscis, la Voluntad ha tenido que pasar por los dos estadios anteriores del Agua. En el primer momento, la voluntad fue lluvia fecundadora, siempre que las fuerzas del Amor actuaran en ella. Las Aguas de Cáncer pueden ser lo uno y lo otro. La lluvia fecundadora es la que alterna su acción con la del Sol, mientras que la lluvia torrencial y persistente, la que sube al cielo en forma de densas nubes, no permitiendo que el Fuego del Sol realice su obra, es la que procede del lado de la hostilidad. La persona de Cáncer puede ser lo uno y lo otro, puede ser el temporal asolador o el Agua-Amor fecundadora.
Viene luego la etapa de Escorpio, en la que el Agua ya no encuentra el Fuego en lo exterior, sino en su propio interior. Si los dos Elementos se unen para colaborar, ello dará lugar a una naturaleza interior pletórica, rica en contenidos humanos. Pero si una vez más el Agua apaga el Fuego, si el pensamiento divino es ahogado por las aguas internas de Escorpio, tendremos una naturaleza inclinada a todas las perversidades.
La persona de Piscis será la heredera de ese pasado histórico y por ello será muy difícil encasillarla en un molde que le dé un determinado perfil, como suele hacerlo la astrología convencional. Ese pasado histórico va a ser derramado sobre la sociedad en la etapa pisciana y solo entonces sabremos si antaño fue un ser torrencial y destructor, es decir, si plantó en sí las semillas de esa destrucción o si aprendió con la fuerza del Amor a conciliar el Agua con el Fuego.
Según sea la personalidad emotiva gestada, será el ser de Amor cuya aspiración es fundirse con todo, porque siente que nada de lo que existe en el mundo le es extraño, o será el ser de Deseos, que aspira a conquistarlo todo, o el ser de pasiones que con asombrosa violencia intentará someterlo todo a su voluntad.
En el primer caso, puede ser un auténtico ángel; en el último, un simple delincuente común. Tanto si se manifiesta por el polo sublime como por el perverso o por cualquier punto de ese eje, lo que cabe retener de esta posición, es que la persona está realizando la experiencia de cómo los sentimientos maniobran, manipulan la personalidad humana, llevándola a realizar gestos con los que quizá su conciencia no está de acuerdo.
El poder de los sentimientos se revelará a esa persona, tomará conciencia de su exacta dimensión y como en ese estadio los sentimientos son el elemento activo, se encuentran en fase Vav, verá a que extremos pueden llevar a la persona que no dispone del recurso del Aire para moderarlos.
Después de haber pasado por esa experiencia, ya nunca más juzgará a sus semejantes por los excesos que puedan cometer, porque sabrá, por haberlo vivido, cómo el deseo mueve a la conquista y a la sumisión de todo.
Sin embargo, no podemos tomar lo que estamos diciendo en su valor absoluto, ya que se trata de un trabajo dentro del ciclo que se está experimentando, relacionado con el Designio que penetró en nosotros en la etapa de Aries.
Cuando esos trabajos hayan terminado, el Ego Superior nos pondrá a elaborar otro Designio y volveremos a pasar por las mismas fases.
De un Sol en Piscis puede venir lo mejor y lo peor. En el mejor caso, el amor de Hochmah se manifestará y lo que la persona construya con su voluntad será ese universo purificado con las Aguas Primordiales y los demás verán en ella al portador de esperanza, al precursor de días mejores, al que hace entrever la posibilidad de unir lo que está disperso.
En el peor caso, la dinámica de la maldad acabará evidenciándole que el mundo no es así, que su mundo no puede ser tal como ella lo hace, porque todo a su alrededor estará regido por la Ley de Repulsión que lo destrozará. Vivirá dramas múltiples, muertes, separaciones, ruinas, encarcelaciones y un día verá la luz que brilla abajo.
Sol en Casa XII
Está dando poder a la exteriorización de nuestros sentimientos. No aporta material zodiacal para potenciar la naturaleza sentimental, como sería el caso con el Sol en Piscis, sino que facilita la exteriorización de las materias emotivas que ya hay en nuestra naturaleza humana.
En el aspecto positivo, esta posición ha de aportar el discernimiento o sea, la luz que permite a los sentimientos dar en el blanco. Si la exteriorización sentimental se realiza a tientas, la persona deberá ir palpando, como un ciego, para encontrar el espacio adecuado donde situar sus sentimientos. La posición del Sol en este sector le asegurará la luz que le permitirá descargarlos en el lugar adecuado sin equivocarse.
Ello dará lugar a la persona con sentimientos lúcidos, que ve por donde va, sentimentalmente hablando y que puede prever el resultado de sus acciones emotivas. Es la persona que tiene lo que llamamos “corazonadas”, que es la previsión lógica de una situación determinada. Las personas con el Sol en esta posición o si el Sol es regente de su Casa XII, raras veces se equivocan sobre lo que cabe esperar de sus empresas sentimentales.
Por otra parte, esa iluminación, ese saber dónde poner los sentimientos, modera su expresión, la hace ponderada y de acuerdo con las leyes inscritas en su conciencia.
Esto es así si el Sol no recibe malos aspectos o si se encuentra en solitario en ese sector, ya que si otros planetas se expresan también por esa vía, la manifestación sentimental puede resultar inmoderada a pesar de la presencia del Sol. Más aun, los otros planetas pueden usurpar la fuerza de voluntad que representa el Sol para proyectar con más fuerza su propósito.
Los malos aspectos aumentarán el calor solar o lo disminuirán, si los planetas mal aspectantes son restrictivos. En ambos casos harán que la exteriorización sentimental sea desorbitada o pobre, que los sentimientos salgan a borbotones, imperativamente y que la conquista por la conquista sea uno de los objetivos prioritarios de la vida, o que los sentimientos no lleguen a manifestarse.
Esta posición expresa la voluntad del jefe interno de vaciar su vehículo emotivo de sus contenidos para experimentar lo que pasa cuando las emociones son el elemento activo y cuando ellas constituyen el criterio que impera para resolver los problemas de la vida.
En el signo, el Sol se envuelve en el manto de los deseos ejecutivos zodiacales y potencia con ellos a la persona, que los manifestará a su vez por el canal con el que Piscis esté conectado.
En la Casa, el Sol hace salir los deseos elaborados para que la persona quede limpia de ellos. Tanto en un caso como en el otro, si se expresan desmesuradamente, la persona actuará fuera de la ley puesto que en los deseos no rigen las leyes con las que se ha construido el universo y de ahí que le surjan los enemigos, la cárcel, las enfermedades y demás impedimentos relacionados con la Casa XII. No es que esos impedimentos salgan por arte de magia, sino que son la consecuencia natural de la actuación de la persona.
Ahora bien, como la vida no empieza con la presente encarnación, en esta Casa XII se encuentran inscritas las consecuencias de anteriores exteriorizaciones emotivas, puesto que existe una ley en el universo, ya anunciada en este curso, que quiere que todo salga por la misma puerta por la que se ha entrado.
Si un deseo se emite por la puerta de la Casa XII y ese deseo resulta perturbador para la vida del prójimo o de la sociedad en general, la consecuencia debe salir por la misma puerta. De ahí viene la denominación de signos dobles dada a los exteriorizadores. No es que sean dobles porque participan en la naturaleza de dos estaciones, sino que lo son principalmente porque expresan una doble corriente, la de la energía que se libera y se convierte en formas, en actos, en situaciones y la consecuencia de esos actos que transforma a la persona. La transformará añadiendo el bien que se desprende de sus acciones, potenciándolo así en vistas a nuevas actuaciones, o bien incorporando en ella las materia negativa. Es decir, los materiales en los que actúa la fuerza de Repulsión que los destruirá.
Por ello vemos que los signos dobles aparecen simbolizados por dos elementos. En Sagitario vemos al Centauro, mitad animal, mitad divinidad. En Piscis aparecen los dos peces que avanzan en direcciones contrarias. En Géminis los dos gemelos, uno boca arriba y otro boca abajo en algunos grabados. Si en Virgo aparece una figura unitaria es que, siendo un signo terminal, la única corriente es la exteriorizadora y el bagaje humano se incorpora al ciclo siguiente.
Así el karma aparece inscrito en las Casas dobles. La IX genera poco karma, porque quien actúa en ella es el jefe interno y los vehículos materiales son las extremidades de ese Centauro, simple soporte para la actuación de la divinidad.
El karma de la III es ligero porque se trata de errores mentales respecto a las leyes y su interpretación. La XII, en cambio, siendo la exteriorización de ese mundo sin ley de los sentimientos, es la que, en choque de retorno, instaura en nosotros los grandes errores cometidos.
Es a través de las Casas regidas por los signos dobles que se genera y se paga el karma, puesto que es a través de ellas que vaciamos al mundo que nos rodea los impulsos acumulados en nuestro interior. Esa exteriorización produce una reacción en las personas que nos rodean, o sea, que la fuerza que circula por el canal de las Casas dobles origina a su vez otra fuerza que debe integrarse en nosotros por el mismo canal.
Tenemos así que las Casas Dobles, representando el proceso Vav, realizan al mismo tiempo funciones de 2º He.
Volviendo al Sol en casa XII y de acuerdo con lo que acabamos de decir, no solo potenciará la exteriorización de nuestros sentimientos sobre el medio social en que vivimos, sino que potenciará igualmente la expresión de las consecuencias inherentes a nuestro comportamiento emotivo, tanto las producidas en el curso de la vida, si corresponden al ciclo corto, como las consecuencias de actos realizados en vidas pasadas y que no pudieron ser liquidadas entonces.
En el ciclo corto se inscriben los actos cuyas consecuencias pueden ser liquidadas en una misma vida, caso del ladrón que es atrapado y va a parar a la cárcel. Pero la cárcel no liquida más que una parte de su delito y el servicio que recibe con esa privación de libertad solo le beneficia a sí mismo, dándole ocasión de reflexionar y de amoldar sus deseos a las exigencias de las leyes sociales.
Pero si el ladrón ha causado una gran pérdida a su víctima y no ha podido restituirle lo robado, deberá esperar una vida próxima para que la restitución pueda efectuarse. Lo mismo ocurrirá si damos muerte a alguien: es evidente que no le podremos devolver la vida en la presente encarnación y deberemos realizarlo en la próxima. El Sol en la Casa XII, al enfocar su luz en ese escenario, hará que todo ello cobre vida.
Si la XII se encuentra en signos de Fuego, el karma a pagar será de orden moral. En signos de Agua se tratará de deudas contraídas por nuestra actuación emotiva y pueden presentar altos índices de violencia si se producen malos aspectos. En signos de Aire se tratará de la mala utilización de nuestras ideas. En signos de Tierra pagaremos las consecuencias de malas edificaciones materiales.
Sol en Libra
Producirá una voluntad de unión. Al envolverse esa voluntad con los ropajes del signo que sucede a Piscis, donde las emociones se precipitan torrencialmente a la manera de un diluvio, hace que aparezca ante la persona una nueva tierra, esa tierra que vio Noé cuando las aguas se establecieron en su cauce. Libra es la tierra postdiluviana, esa tierra productora del olivo, una de cuyas ramas le trajo la paloma a Noé para anunciarle que esa nueva tierra era ya una realidad y que podía salir de su arca pisciana para iniciar una nueva era. El olivo ha sido considerado desde siempre como el símbolo de la paz, de modo que Libra será el signo de la paz y el Sol en él la iluminará, la potenciará, hará que esa paz sea el objetivo principal en la vida de la persona.
Pero la paz solo sobreviene después de una guerra, la que se ha liberado en las tierras piscianas, de modo que esa persona se encontrará rodeada aún de sus enemigos de antaño y será con ellos que deberá firmar la paz.
Si la posición del Sol es fuerte, si dispone de ayudas en los demás cuerpos planetarios, será una persona de concordia, necesaria para dejar atrás las querellas propias del estado sentimental para buscar las leyes que rigen el universo.
Pero si el Sol está debilitado, si en la carta se encuentran planetas en signos de Agua, ello significará que aunque su voluntad actúa en la tierra del olivo, muchas de las tendencias activas en su psique están aún en la otra tierra, en la tempestad diluviana o en estadios anteriores aún. Ello puede dar lugar a una naturaleza violenta, desesperada al ver que esa paz que quisiera firmar no es aceptada por los personajes que van apareciendo en su existencia, emanados por planetas en signos de Agua. Se levantará airadamente contra esas criaturas generadas por su naturaleza interior, culpables a sus ojos de que no pueda ser ese representante de la paz y el orden.
Sol en casa VII
Ilumina y potencia lo que hay de razonable en cada uno de nosotros, enfocando la voluntad hacia el establecimiento de una base lógica en la que a asentar nuestra vida. Por el canal de la VII plantamos la semilla de la convivencia que nos viene de Libra en la sociedad en la que nos encontramos insertos. El Sol en este sector expresará pues el afán de la persona de reconquistar la unidad perdida, sin la cual no es posible progreso alguno en los trabajos de plantación del designio espiritual en la tierra física.
El trabajo consistirá en vivificar al otro, en darle una vida preferente, de modo que el otro esté más potenciado que la persona misma. De esta forma, dándole la preferencia, desdibujándose, oscureciéndose ante el otro, ese no tendrá inconveniente en formar polaridad y convertirse en un todo unido que tiene esa posición. Si la persona toma conciencia de esta situación, su vida se desarrollará sin conflictos.
Pero si se mueve en los bajos niveles o si ese Sol forma malos aspectos, resultará que la personalidad del otro protagonizará las tensiones que el Sol reciba y será una personalidad tiránica, o bien injusta, malvada, viciosa, brutal, que le causará trastornos múltiples.
Se producirá entonces una lucha de la persona contra ese otro, pero siendo este el más fuerte, la victoria se decantará siempre a su favor, por lo cual no puede aconsejársele a esa persona que entre en conflicto ni con él cónyuge ni con sus interlocutores, ni con la sociedad en general, ya que, por mucha razón que tenga, los jueces, los árbitros, se inclinarán siempre en favor del otro.
Claro que esa «injusticia» tendrá su razón de ser y es seguro que en pasadas actuaciones la persona con malos aspectos del Sol en la VII subyugó y aplastó a quienes ahora lo aplastan. Más vale pues que les dé la razón, aunque no la tengan, que no esperar que sean los jueces quienes tengan que dársela, siendo así el responsable de que esos jueces tengan que emitir un juicio injusto.
Sol en Acuario
Potencia de interiorización del pensamiento cósmico. Ya conseguida la paz necesaria para el estudio de las leyes, la persona enfoca su visión hacia la mecánica interna del universo y descubre las leyes por las que se rigen todo las cosas.
Absorto en esa contemplación, todo lo demás le parecerá sin importancia y dejará de un lado la vida social y sus ritos. De ahí que la persona de Acuario sea considerada por la astrología convencional como alguien con quiene no se puede contar, alguien imprevisible, poco dado a respetar horarios y compromisos mundanos. Y es que antepone su vida psíquica interna a sus responsabilidades exteriores, teniéndole sin cuidado faltar a una cita o llegar con dos horas de retraso. Lo importante es la contemplación del espectáculo cósmico.
Un Sol fuerte y bien aspectado dará el inventor, el descubridor que aplicará, tal como ya hemos dicho al estudiar el signo, las reglas del cielo a los objetos de la tierra. Será quien más contribuya a que suceda abajo como sucede arriba, ya que dará los esquemas básicos, a los que solo faltará dar forma material.
Los malos aspectos, como ya dijimos también, no permitirán la exacta observación de esas leyes y los inventos no funcionarán, pero constituirán el error que conducirá a un ulterior perfeccionamiento.
El Sol en Acuario significará una voluntad por descifrar las leyes divinas y codificar las reglas. De esa clase zodiacal ha salido la ciencia.
Sol en Casa XI
Da un extraordinario poder interiorizador de todos los elementos que se encuentran en afinidad intelectual con la persona. La búsqueda del otro, realizada en la etapa anterior, con el Sol en la Casa VII, da sus frutos y el otro aparece ahora sin que lo busquemos. Como las razones que nos han llevado él no han sido sentimentales, sino que buscábamos la reconstitución de nuestra unidad psíquica, esas gentes que ahora el Sol ilumina para que encuentren la vía hacia nosotros, tampoco vendrán guiadas por los sentimientos, sino por su intelecto, o sea, serán nuestros amigos.
A veces establecen lazos sentimentales con los amigos. Si esto sucede, es evidente que se ha producido una involución, ya que representando la Casa XI un estadio situado más allá de la Casa VIII, que es el canal por el que se captan los que se adhieren a nuestros sentimientos, resulta que si los que vienen a nuestra vida por el canal XI se los relega al canal VIII, se habrá producido una marcha atrás.
En ese esquema vemos que la amistad es superior al llamado amor sentimental, como lo es el lazo que se establece a través de la Casa VII, el matrimonial.
Matrimoniar no debería ser una cuestión de sentimientos, sino de razón: el cónyuge es aquél con el que realizar un programa de vida en común, aquél con el que buscar las leyes que rigen el mundo, exteriorizar las ideas y crear luego la realidad material. Es decir, el cónyuge es el compañero que se elige para realizar los trabajos correspondientes a los signos de Aire y de Tierra, después de haber superado la etapa sentimental.
Así pues, el Sol en la XI producirá la floración de amistades y según lo que hayamos buscado, hallaremos. Hemos visto al estudiar la posición en la VII, que esos que buscamos para complementarnos pueden ser personajes muy injustos y por lo que nos han enseñado nuestros estudios cabalísticos, sabemos que esa injusticia no puede ser más que un reflejo de nuestra naturaleza interna.
En esos trabajos de complementación, debemos rechazar en el otro lo injusto o excesivo que pueda haber en él y rechazarlo en el otro significa erradicarlo del propio interior. Pero si en lugar de huir de las malas compañías, las buscamos; si nos asociamos con el violento, con el cruel, si nos identificamos con él, acomodándonos con una naturaleza destinada ser liquidada por la fuerza de Repulsión, en la etapa siguiente el mal habrá progresado de un grado y nos encontraremos unidos con lazos de amistad con los perversos.
En tal caso el Sol recibirá, naturalmente, malos aspectos y esos amigos serán como en lo secreto de nuestro ser somos nosotros. Si empiezan a salirnos amigos, con malas cualidades, que expresan una moral torcida, que tiene líos, problemas con la justicia o con la sociedad, hemos de tener la fuerza necesaria para extirpar de nuestra naturaleza interna lo que no vemos y que ellos nos revelan con su comportamiento.
Sol en Géminis
Indica que el foco de la voluntad ilumina la fase correspondiente a la exteriorización del pensamiento divino. Si en la fase anterior la persona tenía la visión interna del funcionamiento del cosmos, aquí se trata de derramar sobre el mundo ese orden del cual es portador. Deberá proclamarlo, lanzarlo al exterior y su trabajo consistirá en buscar los elementos necesarios para que esa proclama pueda ser oída, ya que si lanza su mensaje en el desierto, solo los camellos lo escucharán.
El Sol iluminará pues con su luz los medios de comunicación social para que la persona pueda pronunciar su alegato de manera eficaz. Tendrá así un acceso fácil a la prensa, la radio, la televisión, la publicidad, Internet, las relaciones humanas en general. Tendrá facilidad de comunicación de sus ideas, será comunicativa, extrovertida y a nivel personal aportará «mensaje» a los demás. Será como una puerta abierta para que sus semejantes vislumbren el orden.
Los malos aspectos indicarán que la persona no ha corregido las tendencias erróneas que comenzaron a producirse en el signo de Libra y ahora su exteriorización le llevará a difundir malas ideas o falsas noticias, que darán lugar a situaciones conflictivas. Será viendo el desorden y el malestar creado que la persona se dará cuenta de que su sistema falla.
La fase Vav, exteriorizadora, representa la prueba de la verdad, los errores saltan a la vista y si no se corrige es porque la persona está interesada, por otras razones, en que el error se perpetúe y en este caso ya no irá de buena fe, sino con conocimiento de causa y la vida se encargará de situarla de tal forma que ella sea la principal muestra de su error.
Sol en Casa III
Le pondrá un camino de luz al pensamiento, no el cósmico, sino al personal, más o menos lúcido según lo que haya conseguido interiorizar en su peregrinaje humano. El Sol enfocará ese pensamiento hacia las estructuras sociales en las que la persona reside, de modo que verá claro dónde debe descargarlo. Ello equivale a decir que encontrará oportunidades para liberar su pensamiento y en primer lugar, oportunidades para cultivarlo y adquirir una formación intelectual.
La posición significará que el Ego Superior está interesado en tener experiencias intelectuales y por consiguiente, la persona trabajará con su mente.
Al decir «trabajará» no significa que necesariamente tenga que hacerlo por profesión, ya que se trata en esencia de un trabajo humano. Pero teniendo en cuenta que la profesión ocupa alrededor de un tercio de la vida, es evidente que una persona con capacidad elegirá ese tipo de trabajo y no otro. A menos que se produzcan tan malos aspectos que se vea en la imposibilidad de ejercer su talento natural y a pesar de ver claro dónde debe proyectar su pensamiento, no poder hacerlo por no disponer de las circunstancias propicias a ello.
Si no existen perturbaciones, la persona hará su camino sin trabas porque se encontrara en un mundo fraternal, rodeado de aquellos con los que trató de complementarse en la Casa VII, aquellos a los que se ungió por compartir su visión interna de las cosas en el estadio de la Casa XI y ahora comparte con ellos el afán de descargar sobre el mundo ese pensamiento que juntos interiorizaron. Esa unión se ha convertido en entrañable, fraternal, y encontrará en ellos toda la ayuda para realizar su programa humano.
Sol en Capricornio
Estará potenciando la figura de Sansón prisionero de los filisteos en su templo. Capricornio es el templo de los poderes de las tinieblas y la luz de la voluntad creadora se encuentra en su nivel más bajo, del mismo modo que en la época del año en que reina Capricornio tenemos los días más cortos.
Esta luz solar recortada solo le permitirá a la persona contemplar el mundo de las pequeñas cosas en que se mueve. Pero es necesario que así sea, ya que ha alcanzado esa estancia después de haber recorrido los ciclos de Fuego, Agua y Aire.
Lo que tiene que realizar ahora es plantar en el mundo material las semillas que un día recogiera en Aries y conviene que no se distraiga de esa labor, que no desvíe la mirada contemplando las bellezas del cielo. Su trabajo está en la tierra y cuando menos tiempo pierda en especulaciones, más productiva será su tarea.
Estamos hablando, claro está, en términos teóricos, para que se comprenda ese perfil y eso sería así si la persona se encontrara en su primera encarnación. Pero como se trata de un alma que ha vivido ya muchos ciclos, la sabiduría incorporada a ella no se pierde al pasar por Capricornio, resultando así, que si bien en la presente encarnación la voluntad está enfocada hacia los asuntos materiales, si en anteriores vidas de la persona se ha embriagado, cómo Noé, con la luz de los Sefirot de arriba, la conciencia de lo superior permanecerá en ella lo cual le permitirá establecer en la tierra el orden del cielo.
Cualquiera que sea su nivel de conciencia, lo cierto es que la posición del Sol en Capricornio dará facilidades para trabajar en la transformación de la materia y no dará facilidad alguna para las realizaciones espirituales, de modo que los que anteriormente ya han sido obreros del templo del espíritu no han de encontrar con facilidad su antiguo puesto de trabajo.
La persona ha de trabajar en tierra enemiga, rodeada de filisteos, que en la simbología bíblica representan a los enemigos de la luz y su misión ha de consistir en destruir su templo para poder edificar en sus ruinas otras moradas según las leyes del cielo, según las leyes que haya interiorizado en ella al pasar por el ciclo de Aire y que ahora deberá poner a prueba en la realidad física.
Por ello encontraremos siempre a los capricornianos trabajando a niveles materiales, concibiendo estructuras, dirigiendo los trabajos de construcción o armados de un pico y una pala, convertidos en mano de obra. Del capricorniano puede esperarse siempre, por su labor, que aparezca a su alrededor una realidad sólida y duradera.
Los malos aspectos darán poca solidez a sus construcciones, que estarán actuando bajo la fuerza de Repulsión.
Sol en Casa X
Iluminará la estructura superficial de la persona, lo que está a flor de piel, podríamos decir, y al poner en evidencia lo aparente y no lo interno, esta persona será «vista», será «apercibida» por sus semejantes, encontrándose así como «señalada con el dedo». El enfoque solar hacia su aspecto material hará que todo le resulte fácil, que se recurra a ella para puestos importantes, que se le abran las puertas para que entre sin necesidad de empujar.
Por ello nos dice la Astrología que el Sol en Casa X asegura puestos de responsabilidad y da facilidades en la vida social. En realidad, si esto es así, es porque anteriormente ha pasado ya por todas las fases intermedias y domina ahora todos los aspectos, el emocional y el intelectual y se encuentra en el momento en que debe materializar sus valores interiores y debe hacerlo libremente, sin tener a su lado un patrón que le marque las pautas. Debe ser su propio jefe y es por ello que la vida le situará en un puesto de responsabilidad.
Por otra parte, todos los de su generación, los que empezaron como ella realizando esos trabajos a través de la Casa I, han llegado igualmente a su mismo estado y en caso de necesitarlo, ellos le facilitarían el acceso a las responsabilidades, tema este que ya hemos desarrollado ampliamente en el estudio de las Casas.
Los malos aspectos indicarán que habiendo realizado mal los trabajos correspondientes a las etapas anteriores, ello repercute ahora en la presente fase y las tareas directivas encontrarán obstáculos para ejercerse.
Sol en Tauro
Iluminará el jardín, el vergel, la eterna primavera. La voluntad enfoca la tierra de los goces porque el Ego necesita la experiencia del bienestar, después de la «ruda jornada» vivida en los tres ciclos elementales anteriores.
En el estadio anterior la luz del Sol enfocaba los materiales con los que construir la sociedad, aquí enfoca las múltiples bellezas del mundo ya construido y la voluntad siente la apetencia de conquistarlas y gozarlas.
Hemos comentado ya que ese es el estadio en que el ser humano se encuentra más alejado de la divinidad y toma como única realidad el exuberante y fraccionario mundo material. La persona enfocará su voluntad hacia la exaltación de ese mundo, promocionándolo con su dinero o con su trabajo o con ambos a la vez. Es decir, hará que todo se fraccione, se desuna, quede reducido a polvo y que ese polvo de lo que un día fuera unidad sea bello, apetecible, deseable.
En el aspecto positivo, si la persona ha conservado la memoria de su patria espiritual, estructurará las cosas aquí abajo como lo son arriba. Disponiendo de medios materiales, implantará en la tierra el orden del cielo y ayudará con su voluntad y con su dinero a los representantes de ese orden, que sabrá descubrir.
Los Tauro que no han perdido el contacto con la trascendencia son los más firmes escuderos de Dios, porque ponen sus medios a la disposición de la espiritualidad y porque saben dar testimonio de ella de una forma bella, que encanta a su auditorio.
Por lo demás, habiendo pasado por todas las etapas, excepto la de Virgo, poseerá una suprema habilidad ejecutiva y ello puede dar lugar al orfebre, el tallador de piedras preciosas con las que culminar la joya.
El Sol formando malos aspectos en Tauro hará que la persona se vea privada de algún modo de los goces que promete el signo o que los disfrute de mala manera. Los malos aspectos procedentes de planetas de la Derecha, por el contrario, harán de ella un simple gozador, un buscador de placeres y de bellezas, naturales o artísticas, para su propio consumo.
Sol en Casa II
Ilumina el canal por el que recibimos las recompensas materiales y como luz es vida, ello nos asegura mucho movimiento en este dominio. La persona será rica en la materia que indique el signo sobre el que dicha Casa se encuentre, dispondrá de ese material en abundancia y será cuestión de ver los aspectos que forma el planeta regente del signo, para saber si habrá obstáculos o no para la percepción de los beneficios.
Con malos aspectos del Sol, esta posición puede dar el que manipula los fondos por cuenta ajena, un cajero, un contable, un agente de banco y bolsa.
La experiencia de la Casa II viene después de la X, en la que la persona dirige las operaciones de acuerdo con un propósito global, sin pensar demasiado en los medios para realizarlo. En la experiencia de la Casa II deberá tener en cuenta los medios y conocerá en su exacta dimensión su importancia.
Sol en Virgo
Indica que la Voluntad trabaja en hacer la síntesis de las experiencias vividas, en la elaboración de conclusiones y en la liquidación del patrimonio material, retirando de él el fruto de la experiencia.
Tal como hemos señalado al estudiar el signo, la persona se encuentra en posesión de un patrimonio que le viene de su pasado tauriano y su voluntad solar, envuelta en los ropajes procedentes de Virgo, le llevará a la liquidación de esa herencia material.
Como los valores de la sociedad van en dirección contraria, a menos que esa persona sea muy consciente de su situación, las fuerzas de su personalidad defenderán lo contrario de la experiencia perseguida por su Ego Superior. Y como todo lo que no forma parte del mundo divino, todo lo que es ajeno a la voluntad del jefe interno, está sometido a las conocidas fuerzas de Repulsión, resultará que sus empresas se irán degradando y la persona se desesperará al ver que otros, con menos inteligencia, ya que ella la posee en grado eminente por encontrarse al final de un gran ciclo, con menos medios, con menos experiencias, consiguen resultados que ella no logra, a pesar de todo el sentido práctico que despliega.
Los malos aspectos, si vienen de planetas oscurecedores de la conciencia, situarán a esa persona más lejos de la comprensión de las experiencias que debe vivir y luchará más y más por conseguir aquello que una y otra vez se le escapa de las manos. Se dirá que es la mala suerte la que le ha hundido y que no hay razón para que se reproduzca. No comprende que esa “mala suerte” forma parte de su programa y se enfadará mientras no entre en su línea de universo.
Debe abandonar los negocios para dedicarse a la enseñanza, a la investigación, a hacer que de algún modo el mundo pueda aprovecharse de sus enciclopédicos conocimientos.
El Sol en Virgo “obliga” a trabajar en el desprendimiento, que no significa quedarse sin nada, sino desapegarse de lo que las cosas nos hacen sentir. Tu coche, dejará de ser tu coche para ser un coche que usas en tus desplazamientos y que puedes dejar a quien te lo pida.
El objetivo supremo con el Sol en Virgo es llegar al punto de que las cosas te importen un bledo y que lo mismo sea comer patatas que coles.
Sol en Casa VI
Producirá la expulsión del interior de la persona de lo que hasta entonces han sido sus contenidos materiales, aquello a lo que se sentía arraigada, lo que constituía su estabilidad.
Esta posición supone la hora del adiós, la despedida de sus afectos, de las personas que amó y odió; de sus ideas, que tanta seguridad le produjeran, la despedida de sus vicios, de sus hábitos, de las fuentes de placer. Sus posesiones internas deben desaparecer para que en los vacíos así creados puedan penetrar las fuerzas que harán de ella una persona nueva.
El Sol en este sector indicará pues que en la vida de esta persona se producirán muchos cambios. Si en el signo el Sol empuja hacia el desprendimiento de las posesiones materiales, en esta Casa empuja hacia el desprendimiento de las posesiones anímicas; es decir, impulsa a la desvinculación respecto a las personas y a las cosas, conservando de estos vínculos el fruto experimental que han generado.
Si es difícil prescindir de las riquezas y posesiones materiales, también lo es prescindir de las posesiones internas y a menos que esa persona tome conciencia de su situación, lo que hará, al desapegarse de un amor por ejemplo, será buscar otro amor que lo sustituya; al desapegarse de un vicio adoptará otro y quizá tenga la impresión de que avanza, pero no se moverá del sitio.
Un día descubrirá quizá que su trabajo esencial consiste en liquidar su imperio interno y orientarse hacia un mundo de valores nuevos y entonces tal vez se quede sin familia, sin amigos, sin apetitos, sin placeres y también, claro está, sin sufrimientos, limpia de culpa.
Si ese trabajo no es el realizado le sobrevendrá, tal como hemos visto al estudiar la Casa VI, la enfermedad y en este caso, el Sol le dará fuerza, relieve, poder, de modo que se tratará de una enfermedad con mucho arraigo, que quizá le dé la celebridad: será un gran enfermo.
Tal vez de esta forma la persona acabe por tomar conciencia de que su enfermedad, tan notoria, trata de decirle que ella sustituye a eso que no ha hecho y que debería ser notorio también, ya que liquidar el imperio interno es una hazaña que merece ser celebrada, conocida.
Esa sociedad nuestra tan dada a descorchar botellas de espumoso por las pequeñas cosas como son un santo, un aniversario, una fiesta, olvida sin embargo celebrar dignamente acontecimientos como el despegue del alma humana de su prisión material para buscar su libertad en otros mundos. Ahí sí que valdría la pena descorchar las botellas para decir un adiós definitivo a todo lo que hemos querido, amado, adorado, a todo lo que nos ha sometido, esclavizado y brindar por la nueva libertad.
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