El que permanece en mí
“El que no permanece en mí, es echado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego se recogen los sarmientos y se arrojan al fuego y se queman. Si vosotros permanecéis en mí y si mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y os será concedido. Si sois portadores de mucho fruto, es así como mi Padre será glorificado y que seréis mis discípulos”. (Juan XV, 6-8).
En este pasaje vemos confirmado por las palabras de Jesús todo cuanto decíamos respecto a la abundancia. «Pedid lo que queréis y os será concedido«, les dice a sus discípulos en la hora Samekh. En cambio, los que a esa hora no permanecen en él, los que son cepa del mundo, serán arrojados fuera, se secarán, se volverán estériles, su vida se empobrecerá, no solamente en bienes materiales, sino también en ideas, en sentimientos, en valores morales, y finalmente serán echados, no al fuego vivificador, en el que todo renace, sino al fuego que quema.
La Astrología mundana considera Virgo como un signo estéril, y si lo estudiamos en su aspecto de cepa del mundo no nos será difícil descubrir la lógica de esa esterilidad.
Después del Samekh viene el Ayn, fuerza que significa el retorno al Fuego primordial, un retorno al nuevo ciclo que se inicia con Aries. Si no hemos sabido orientar los trabajos de Virgo hacia la cepa verdadera, si la palabra de Cristo no ha permanecido en nosotros, iremos a este fuego que quema y sus quemaduras nos harán tomar conciencia de las cosas, e iniciaremos un nuevo ciclo de experiencias, en el que Cristo volverá a penetrar en nuestra Tierra humana, volviendo a empezar su itinerario para ver si esta vez logramos convertirnos en receptáculos de su palabra.
Pero si en Virgo hemos sido esos sarmientos que dan frutos verdaderos, el Padre se verá glorificado y esto, en lo que nos concierne, debemos interpretarlo como una glorificación de nuestro Ego Superior, el cual podrá manifestar su voluntad de una manera absoluta.
Sabemos que en nuestro actual estado evolutivo, el Ego no puede expresar enteramente su voluntad. Dispone un programa para sus vehículos mortales, pero antes de iniciar una existencia física, aparecen los Ángeles del Destino para recordarnos el karma que tenemos pendiente.
Sin embargo, cuando nos vinculamos a la palabra de Cristo, ese karma queda automáticamente liquidado y nuestro padre particular, el Ego, se glorifica y pone a la disposición de sus vehículos todo lo que le piden para hacer frente a sus necesidades humanas. Liberados de deudas, nos convertimos en los ejecutores de la voluntad de Dios (de nuestra divinidad interior).
Una vez más, repitámoslo, esta liberación se obtiene mediante la entrega, la dádiva de todos nuestros valores, de forma generosa y espontánea, sin importarnos demasiado lo que va a hacer el otro con lo que le damos.
En el próximo capítulo hablaré de: Permaneced en mi amor
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