El poder viene de arriba
Yo os elegí fuera del mundo, dice Jesús a sus discípulos. Ya el párrafo anterior insistía sobre este punto, diciendo: «No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros.»
Hemos visto igualmente, en varias parábolas, como el Señor elige a sus invitados y como va a contratar obreros para su viña. Precisemos pues el funcionamiento de los mecanismos de elección.
Queda bien claro, en los diversos puntos de la enseñanza en que aparece este tema, que quien elige es el Señor. El Señor llama, convoca y luego, si los llamados no visten adecuadamente o no realizan su trabajo como es debido, son expulsados y vuelven a las tinieblas.
Si esto lo referimos a la enseñanza espiritual, diremos que el instructor es quien elige al discípulo; lo elige fuera del mundo, de este mundo físico en el que nos movemos. Pero esa elección no es arbitraria ni indiscriminada; no puede serlo, ya que el discípulo debe encontrarse en condiciones de poder oír a su maestro; es decir, sus órganos de percepción en los mundos de arriba han de estar lo suficientemente desarrollados como para poder retener lo que el maestro le está explicando, ya que de otra forma sería inútil que hablara.
Lo que queremos decir con ello es que el maestro, al elegir al discípulo, no interfiere en su libertad; no le impone una enseñanza caprichosamente, sino al contrario, se dirige hacia el discípulo para satisfacer un derecho adquirido por él, al disponer este de órganos de percepción que necesariamente han de ser utilizados. Resulta así que las relaciones con las entidades de los mundos superiores no son autoritarias, no obligan. Y son ellos quienes confieren los poderes a sus enseñados, de modo que si estos son odiados y perseguidos como su maestro, en cambio, también ellos tendrán la facultad de hacer guardar a los hombres su palabra.
En la organización actual de la sociedad, el poder viene de abajo, del pueblo, pero en el mundo divino vemos que el poder viene de arriba y que los que saben, lo confieren a los de abajo. En el mundo luciferiano las cosas suceden al revés y, sabiéndolo, no nos será difícil admitir que es el orden de abajo el que prevalece en nuestro mundo.
En el próximo capítulo hablaré de: a causa de mi nombre
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.