El placer
Así pues, el placer no es algo que pueda venir solo, es siempre el placer de una cosa, el disfrutar de algo que previamente hemos elaborado, que hemos creado con nuestro esfuerzo y trabajo.
En Astrología, se considera que el sector de los placeres está en la casa VIII, pero en ella encontramos inscrita la capacidad de experimentarlos, dado que la VIII, regida por Escorpio, indica en qué medida los valores de Escorpio están inscritos en nuestra naturaleza humana, y entre esos valores se encuentra el de la sensibilidad por las cosas, la capacidad de sentir y experimentar el mundo en nuestro interior.
Por todo ello, el placer es la polaridad opuesta de toda creación; es la consecuencia natural de cualquier esfuerzo constructor. Si en nosotros se manifiesta el abogado anunciado por Jesús, esa fuerza que nos explica desde dentro el exacto significado de las cosas, el placer nos conducirá ciertamente al descubrimiento de la verdad: sabremos que la creación, toda creación por pequeña que sea, nos eleva, nos exalta a ese estado de gozo, y sabremos que cuanto más intensa sea nuestra creación más intenso y prolongado será el gozo y cuando vivamos en permanente estado creativo, viviremos, así mismo en permanente estado de gozo. Entonces ya no habrá polaridad positiva y negativa, ya no habrá tiempo. Todo será un presente y la creación-placer será la palabra verdadera, será nuestra forma de vida, lo que podemos entender por el término de estar santificados en la verdad, como incrustados, perpetrados en ella, experimentando de forma constante la dicha inherente a ese estado.
Si esto es así, si el placer es algo que emana de la creación y no puede experimentarse si no hay una obra que la respalde ¿cómo es posible que, en la práctica pueda obtenerse placer sin generar nada?
Aquí tocamos el misterio de lo instituido, el misterio de Binah. Al estudiar Astrología, hemos visto que existe un Zodíaco constituyente, que sigue el orden de la Creación y un Zodíaco constituido. Es decir, hay un proceso natural de constitución de todas las cosas y, para que ese proceso pueda tener lugar, es preciso que existan los establecimientos cósmicos en los que procurarse los elementos indispensables para la elaboración de nuestras realidades humanas. Por ello Binah revistió de un cuerpo el Zodíaco, es decir, tomó las esencias de los seres zodiacales y las fijó, les dio una corporeidad. Y así tenemos que después de Aries viene Tauro; después de Tauro, Géminis, etc. en el Zodíaco constituido.
De este zodiaco nacieron nuestras ciudades, que son la copia esquemática del modelo cósmico. Así tenemos los espacios sin edificar que corresponden a Aries; los templos que corresponden a Leo; las procesiones y manifestaciones públicas de lo sagrado ligados a Sagitario; los jardines de Cáncer; las industrias, los cuarteles, de Escorpio; los hospitales, las prisiones, los comercios y grandes almacenes de Piscis; los colegios e institutos de Libra; las universidades y centros de enseñanza técnica y de investigación de Acuario; las imprentas, editoras y difusoras de periódicos de Géminis; las instituciones sociales de Capricornio; los bancos de Tauro y las empresas de demolición de Virgo. Por supuesto quedan muchos centros de trabajo por reseñar. No se trata aquí de elaborar un catálogo de las correspondencias entre lo existente en nuestras ciudades y las fuerzas cósmicas que han permitido engendrarlas, sino de tratar el tema del gozo, que Jesús plantea en este punto de la enseñanza.
Si no existiera la ciudad, si no existiera lo establecido, cuando el ser humano sintiera el impulso de adorar a Dios, tendría que edificarse su propio tabernáculo, y así en todo, levantando pieza a pieza aquello a lo cual lo conduce su impulso interno. La agrupación de todos los servicios en una ciudad nos permite especializarnos en una tarea determinada, trabajar en ella todo el mes y luego pasar por la ventanilla del banco y cobrar nuestro cheque. Pero, lo establecido permite igualmente utilizar cada servicio de forma inadecuada, y así vemos con frecuencia como los ladrones entran en los bancos, pistola en mano, y se llevan los fondos.
Es decir, lo establecido permite gozar de algo que no ha costado un esfuerzo generar. Pero cuando esto ocurre, aparece la figura del delincuente, y bien sabemos que todas las fuerzas sociales se conjuran para perseguirlo y hacerle la vida difícil.
En el próximo capítulo hablaré de: trabajos pendientes
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.