El cambio de conciencia, el viaje
Lucas inicia su segundo capítulo con el relato del viaje de José y María embarazada para figurar en un censo. Ese es el pretexto para un viaje que representa ante todo una exigencia espiritual. Cada vez que se produce un cambio de estado anímico, las Sagradas Escrituras nos dicen que los personajes efectúan un viaje. Fue así como Caín viajó a la tierra de Nod después de su crimen, y como Jacob abandonó las tierras de Laban al encontrarse Raquel embarazada de su último hijo.
Estos viajes representan un cambio de tierra, de nuestra tierra espiritual. Es decir, el marco humano en el que se desarrolla nuestra vida forma parte de nuestro paisaje emotivo y mental. Pensamos, sentimos y vivimos en una tierra determinada. Si nuestro estado mental y emocional cambian, el marco en que vivimos ya no corresponde al nuevo estado psíquico interno, de modo que es fácil que no tarde en producirse la circunstancia que nos llevará a otro lugar, a viajar. Es por ello que la inestabilidad emotiva es generadora de frecuentes cambios de domicilio o en el domicilio. Cuando la persona no puede viajar, entonces tratará de cambiar los muebles, los cuadros, las macetas de sitio, para conseguir que su paisaje diario sea distinto.
Visto desde el ángulo opuesto, cuando queremos imponer un cambio a nuestra vida es preciso realizar un viaje, es decir, debemos realizar un movimiento, cambiar de régimen, hacer deporte, ver series distintas, votar a otro partido, cambiarte de equipo de fútbol, escuchar otro tipo de música, realizar alguna acción que nos haga sentir el cambio a cualquier nivel. Esta es también una de las razones que nos lleva a ponernos una vestimenta especial cuando nos dedicamos a menesteres espirituales, por ejemplo túnicas blancas en rituales, la sotana de los sacerdotes. La gente antes se “vestía de domingo” para ir a misa.
El nacimiento de Jesús no podía tener lugar en la misma tierra en que sus padres vivían anteriormente porque, en términos anímicos, ese nacimiento significaba un cambio de estado interno. En el caso de Jacob, su último hijo, Benjamin, el que completaba y perfeccionaba su obra, debía nacer en tierras de libertad. Sin embargo Jesús, por el contrario, venía al mundo para realizar una obra redentora y era preciso que naciera a la hora en que las tinieblas son más densas y en la gruta que simboliza la oscuridad, ya que el objetivo de Jesús‑Cristo era el de conseguir que la luz penetrara en las tinieblas.
Recuerda que la misma historia te lleva al mismo resultado, así que si las cosas no van como quisieras, si algo se tambalea en tu vida o si, simplemente, sientes la necesidad de renovarte, empieza por realizar pequeños cambios en tus costumbre diarias. Los pequeños cambios generan nuevas inquietudes que te llevan hacia mayores cambios. Pero recuerda que vivimos en una sociedad que no obliga a socializar, así que tus cambios no deben incomodar demasiado a las personas con las que vives o debes explicarlos de forma que los acepten, porque no puede ser peor el remedio que la enfermedad.
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