¡A la mierda!
Seguro que existen formas más finas y elegantes de dar este mensaje, pero tomarme el tiempo y la molestia de pensarlas iría totalmente en contra de la idea que quiero transmitir en este artículo. Así que seré clara y concisa.
¿Has experimentado alguna vez ese run-run que hace que te cuestiones tu realidad?
Pero no de una forma sana, sino compulsiva. Como cuando estás a punto de mandar un mensaje y no sabes si deberías pulsar la tecla de enviar o no. Como cuando te preguntas qué le ocurre a la persona que tienes delante porque está actuando de un modo distinto al habitual. Como cuando tienes que tomar una decisión y la duda te corroe. Como cuando has dicho o hecho algo y te preguntas si no hubiera sido mejor quedarte en silencio o quietecito.
En estos momentos es cuando debes hacer uso de esta gloriosa expresión y mandar a paseo tus preocupaciones, sobre todo aquellas que te lastran, las que no dependen de ti, las que no tienen una solución visible y que sólo están ahí ocupando tu tiempo y malgastando tu energía y, por encima de todo, las que minan tu autoestima y te hacen olvidar lo grande que eres.
¿Por qué deberías usar la expresión «¡A la mierda!» y no una más suave?
Porque es importante utilizar las palabras adecuadas en cada contexto y en momentos de recalentamiento mental, hay que ser contundente, directo y mordaz. No es lo mismo estar dándole vueltas a un asunto de forma insistente y pensar «ahora quiero dejar de pensar en esto porque no me está aportando nada» a decirte «¡A la mierda! Este pensamiento no merece ni un minuto más de mi atención». ¿Verdad que suena diferente?
¿Qué hay detrás de todo esto?
«¡A la mierda!», es, en realidad, un acto último de espiritualidad. Es una forma de decir «basta», de liberarte de cargas que están pesando en tu espalda, de huir del miedo al qué dirán, de no crear falsas expectativas, de ahuyentar a tus demonios y regalarle un poco de paz a tu mente en momentos convulsos. Ten en cuenta que no es algo que debas ir diciéndole a las personas de tu alrededor, si no que debes usarlo contigo, cuando sientas que te estás agobiando y que estás dando vueltas absurdas a un tema.
Al fin y al cabo, todo ocurre porque tiene que ocurrir y de poco sirve calentarse la cabeza constantemente.
Y tú, ¿qué quieres mandar a la mierda?
¡Apasiónate, vive, cambia!
Silvia Llop
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.