¿Qué es el dolor?
Mi amigo Roberto Sánchez, con el que colaboro puntualmente en su blog Escucha tu Cuerpo, me ha pedido opinión respecto al concepto del dolor. Pienso que es un tema bastante amplio y complicado, pero me voy a centrar en lo que he aprendido desde mi propia experiencia.
Para mí, el dolor es un estadio ya avanzado del maravilloso sistema de comunicaciones que tiene montado el cuerpo humano.
Cuando obramos de una forma que es contraria a nuestro inconsciente, cuando estamos guiando nuestros pasos hacia el sitio incorrecto, empiezan a sucedernos acontecimientos que se salen de la normalidad y nos perturban, en cierto modo. Yo los llamo anécdotas. Éstas pueden ser positivas e indicarnos que todo va bien o tener una connotación negativa, como por ejemplo que alguien te robe, que sufras algún tipo de accidente sin llegar a resultar herido, que pierdas un objeto al que le tenías especial cariño, etc. Estas situaciones que están fuera de lo corriente son la antesala del dolor, es una forma de decir «espabila o se iniciará la siguiente fase«. La gran mayoría de personas no prestan atención a este tipo de indicaciones porque no las reconocen como tales, aunque en algunas ocasiones, se tiene una intuición que no se sabe muy bien de dónde proviene y se acaba siguiendo. Sea como sea, estas situaciones nos rompen los esquemas y nos animan a detener nuestra actividad durante un momento y pensar «¿por qué me ha pasado esto?«. Esta es la primera señal de STOP.
En el caso de saltarnos la señal anterior, el cuerpo empieza a aumentar la intensidad. Aquí es donde interviene ya un dolor, causado por un pequeño golpe, una sobrecarga en algún punto del cuerpo, una ligera enfermedad. El cuerpo nos está diciendo «para un momento y date cuenta de lo que ocurre«. Segunda señal de STOP.
Si seguimos sin hacer caso, entonces el dolor se intensifica, la enfermedad se asevera. Ahora ya se nos está obligando a parar físicamente, ya que no podemos ir a trabajar, ni seguir con nuestra rutina diaria. He aquí la tercera señal de STOP.
A partir de este punto, si no se corrige el hecho que ha activado este mecanismo, seguirá adelante. Aparecerá una cronificación, una enfermedad degenerativa, terminal. Cuarta señal de STOP.
Por mucho que la medicina logre curar cierto tipo de afecciones, si la raíz psicológica no se solventa, seguirán apareciendo dolencias nuevas. Por eso hay personas que «casualmente» parece que les haya mirado un tuerto porque se pasan la mitad de su vida padeciendo dolores y enfermedades.
Actualmente el término «somatización«, que tiene estrecha relación con mi explicación, está bastante aceptado en la comunidad cientifico-médica, aunque en el fondo me parece que para muchos profesionales sigue siendo una especie de comodín, una palabra mágica para designar una dolencia a la que no logran encajar en una explicación médica.
El propósito de esta respuesta no es alarmar a nadie, al contrario, quiero dar el mensaje de que todo tiene una solución y nada es categóricamente imposible de mejorar. Cierto es que cada vez que te saltas un STOP, enquistas más el problema en tu interior, pero eso no significa que tenga que formar parte de ti para siempre. En el momento que decidas que ya no lo necesitas porque ya has absorvido conscientemente toda la información que éste te proporcionaba, algo empezará a cambiar dentro de ti y deberás seguir trabajando para realizar una limpieza completa.
Resumiendo, desde mi punto de vista, el dolor es la sensación que nos envía nuestro sistema nervioso para avisarnos de que hay algo que no anda bien en nuestra forma de enfocar la vida y hay que revisar cuanto antes.
¡Apasiónate, vive, cambia!
Silvia Llop, psicóloga (colegiada núm. 20495)
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