Ser Oro, ser Sol
He repescado en el baúl de los tesoros de ese gran iniciado llamado Kabaleb, especialista en cábala y principal difusor de la astrología cabalística o astrocábala, un hermoso e iluminador texto, esta joya que he titulado ser Oro, ser Sol y en mi opinión no tiene desperdicio.
Este texto fue escrito el 29/10/84, a ti te corresponde decidir si está de actualidad:
… Las familias se agruparán en comunidades, establecidas siguiendo la ley de afinidades naturales, y en ellas se realizará un trabajo humano, no con el fin de llenar el mundo de objetos, destinados a producir una supuesta felicidad, sino que ese trabajo consistirá en mejor conocer el funcionamiento del cosmos, porque será en ese conocimiento que encontraremos el placer y la felicidad.
Cuando en nuestros calendarios se haya asentado el Tercer Milenio, todo este Trabajo se habrá realizado ya, pero a los que estamos hoy aquí reunidos nos ha tocado la tarea de anticiparlos, constituyéndonos en signos reveladores de ese Tercer Milenio que será un mundo al revés, contemplado desde la perspectiva de hoy. Debemos aprender, para poderlo enseñar, a hacer las cosas al revés; a invertir los mandos, para maniobrar al unísono con la dinámica cósmica. Tenemos que ir reinvirtiéndonos, ir siendo revés de nosotros mismos, poco a poco, minuto a minuto, para no producir remolinos en los que pudieran ahogarse nuestros compañeros de vida, cosa que ocurriría si invirtiéramos bruscamente los mandos (como ocurre en tantas parejas).
¿Cómo podemos ser por anticipado los agentes de ese Amor del tercer Milenio? En la vida de Cristo encontraremos mucha información sobre este particular, puesto que constituye algo así como un libro de instrucciones de cómo actuar en el Tercer Milenio. En nuestros comentarios sobre los Evangelios (el Poder del Maestro Interior) ya hemos sacado a relucir toda una dinámica que puede servir de punto de arranque de una revelación que ha de emanar de cada uno de nosotros mismos. Si nuestra Voluntad nos impele a ser los hombres del Tercer Milenio, nuestro Binah interno nos elaborará el guión que ha de permitirnos protagonizar ese papel. Pero el oro y el Sol son manifestaciones del Amor de Hochmah, de modo que si conseguimos ser Oro y ser Sol, nos habremos acercado considerablemente a lo que queremos ser.
El Oro se caracteriza por su inalterabilidad, pero antes de alcanzar esa cualidad, el oro ha sido muchas otras cosas. Ha conocido la vileza de todos los metales y se ha ido despojando de esos estados transitorios para alcanzar la suprema jerarquía mineral. De igual modo nosotros debemos pasar a través de los estados intermedios y, una vez alcanzada la personalidad áurea, constituirnos en un valor tan inalterable como el oro, de manera que nada viniendo del exterior pueda afectarnos y cualquiera que sea nuestra peripecia humana, sigamos manteniendo nuestro potencial restaurador.
Y aquí está la otra cualidad del oro: la de sacar de la miseria a quien lo posea, la de hacer posible la realización de cualquier voluntad. Por consiguiente, hemos de ser los potenciadores de la voluntad de aquellos que encontremos en nuestro camino; hemos de ser quienes les presten las riquezas internas para que así puedan situarse en estado de opulencia anímica.
Recordaréis una película, en la que un hombre que poseía un pagaré de un millón de dólares vivía en la mayor opulencia sin que nadie le pidiera que hiciese efectivo el pagaré. René Clair hizo también sobre este tema una inolvidable película. Con la riqueza espiritual sucede algo muy parecido: no es necesario gastarla y desposeernos de parte del tesoro para que otros puedan beneficiarse de ella. Al contrario: sucede que cuanto más gastamos, en mayores proporciones nos viene, porque en el mundo de Hochmah, como os decía más arriba, las cosas suceden al revés, y cuando alcanzamos su nivel, aun estando en tierras de Binah, las cosas empiezan a suceder al revés, como le ocurría al hombre de la película.
Con una vela encendida pueden encenderse millares de velas sin que la llama disminuya. Con la personalidad áurea pueden hacerse de oro miles de personalidades, porque cada uno de nosotros somos una mina en la que yace el precioso metal. Y así se harán las cosas en el Tercer Milenio: no serán los maestros de fuera quienes adoctrinarán a los ignorantes, sino que quien ha despertado de su sueño eterno al maestro interno dormido, irá a la gruta donde yace enterrado ese Lázaro que todos llevamos dentro y lo resucitará.
El maestro llamará a la vida al otro maestro, y éste a su vez al otro, y todos resurgirán de la negra entraña de la Tierra Humana de cada hombre y se pondrán a predicar en nuestras montañas internas, en nuestros valles, a orillas de ese mar de Piscis que estará en todas las naturalezas y que un día calmará su tempestad y se convertirá en Aguas Vivas, generadoras de dioses, de fuerzas sobrenaturales, tal como lo vemos en algunas mitologías, como en la griega, donde Venus Afrodita nace del contacto de la sangre de Urano con la espuma del mar. Sí, en el tercer milenio seremos todos fabricantes de oro y debemos aprestarnos ya a bajar a la mina de cada ser humano para convertirlo en hermano, en propietario de su yacimiento aurífero y en buscador de otro oro.
El Sol es otra de las manifestaciones visibles de Hochmah. Seamos pues Sol, iluminemos los caminos. Es asombroso, cuando estamos en la oscuridad y de repente se enciende una luz, ver como los objetos que nos rodean van apareciendo. Si la intensidad de la luz aumenta, percibimos en el paisaje nuevos detalles que habían escapado a nuestra atención. Y lo mismo que sucede por fuera, ocurre por dentro. Tanto en el Mundo del Pensamiento como en el Mundo del Deseo, el Sol nos permite precisar el contorno de las cosas, definirlas, aprehenderlas y comprender su finalidad, su objetivo. El Sol intensifica la frecuencia vibratoria de nuestros cuerpos y, por su acción sobre el físico, cura las enfermedades, por su acción sobre el Cuerpo de Deseos, nos impulsa hacia un escalón superior y esa subida de tono nos hace inalcanzables a ciertos disparos de nuestro destino, de nuestro karma; por su acción sobre el Cuerpo del Pensamiento, nos permite descubrir las leyes del universo, interpretar los símbolos ocultos en las anécdotas diarias y vislumbrar horizontes más lejanos, como cuando las largas de nuestro coche se proyectan carretera delante.
El Hombre del Tercer Milenio realizará todas estas funciones de una manera normal. Con su Ser comunicará su Saber a quienes se le acercan. En la vida de Cristo vemos como eran transmutados los que se le «acercaban», bien sea físicamente, como los muchos enfermos que lo aguardaban en su camino, bien sea intelectualmente, como Pablo, en el camino de Damasco. Cada uno de nosotros debe empezar a ser el que transmuta y el que cambia la orientación de una vida, no mediante pláticas y sermones, sino por el solo hecho de estar ahí, como está el Sol, como está el Oro.
Algunos de los que estáis aquí habéis recorrido un largo camino para llegar a estos cerros y en ello tenéis que ver la imagen del largo camino que todos debemos aún recorrer para alcanzar la calidad de Hombre del Tercer Milenio y estar en condiciones de exteriorizar el Amor de Hochmah. Pero estamos en ese Camino y eso es lo importante, porque ya instalados en esa autopista, las reglas del juego nos obligarán a proseguir la ruta sin posibilidad de detenernos. Rota la inercia que nos ataba al mundo convencional, el propio impulso genera energía que nos propulsa hacia la meta. Somos como flechas disparadas hacia el blanco del año 3000.
Dejemos pues de preparar el escenario en el que ha de jugarse la gran epopeya de la vida y pasemos a ser los actores de la Obra; convirtámonos en los artistas gozosos de esa gran comedia escrita por nuestro Ego Superior para placer de todos los dioses de las galaxias. Es la hora de terminar el curso y de representar la función ante nuestros papás. Cerremos los libros, pongamos en el ropero nuestra bata de trabajo, el mono y el mandil, y pongámonos el vestido de luces y que empiece la Fiesta.
Significa esto que debemos cambiar los ritmos del ballet que hasta ahora hemos interpretado. El trabajo debe ceder su tiempo a los recreos, y esos re-creos -palabra difícil de traducir- han de consistir en re-crear el universo, en crearlo a nuestra manera, empezando el ensayo general de lo que ha de ser nuestra labor creadora cuando estemos al frente de un universo solar. Hemos de saber bucear en nuestra naturaleza interna para recatar el placer de la meditación, el placer de pensar, de imaginar, de crear y transformar. Y cuando sepamos hacerlo, debemos aprender a entregarnos a los placeres del alma. En esta civilización de Binah, el trabajo es lo primero; en la civilización de Hochmah, lo primero será placer.
Convertir la Enseñanza en placer, el Conocimiento y la Sabiduría, en placer, y las relaciones humanas en puro goce, ha de ser nuestro Programa y nuestro Objetivo.
Continuemos nuestra andadura dejando en esta tierra la raíz de nuestro Propósito. Veamos si somos capaces de conseguir que este propósito empiece a florecer. Ese florecimiento será señal que, más allá de las palabras, estamos realizando una Obra. La clave está en ser Oro y Ser Sol.
¡He aquí la proclama de un gran ser! Compártela, difúndela. Como decíamos en el colegio, ¡la tienes, pásala!
El camino de Kabaleb lo están siguiendo sus hijos: Soleika, Milena y Tristán y su nieta Silvia
¡Apasiónate, Vive, Cambia!
Kabaleb
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