Navidad, el tiempo de la luz
Las calles están iluminadas. Ya está adornado el árbol de Navidad y el pesebre, nuestros pastorcillos se dirigen a ese Belén simbólico donde tiene que nacer una nueva ilusión. Ya está en liza el periodo más luminoso del año, Navidad, el tiempo de la luz.
Vivimos un tiempo extraño, de grandes cambios, en el que se suceden las anécdotas sin que tengamos casi tiempo de analizarlas. Al mismo tiempo, la falta de información (porque nosotros no vamos más allá) hace que las tradiciones se vayan perdiendo o que se confundan. Esto es lo que sucede, por ejemplo, cuando la gente dice que la Navidad es una fiesta comercial.
Las tradiciones facilitan una información importante para comprender nuestra evolución a través de la historia y para enseñarnos a vivir siguiendo las normas del universo, es decir, nos muestran el camino para vivir en armonía con nuestro ambiente y con nosotros mismos.
La Navidad es ese periodo en el que las calles se llenan de luces y en las que adornamos nuestras casas pensando en que va a tener lugar un nacimiento. En el exterior representa el nacimiento de Jesucristo, pero en nuestro interior es el comienzo de una nueva realidad, de una ilusión, de un cambio que transformará nuestra realidad diaria.
Este fenómeno sucede en uno de los días más oscuros del año. Podríamos decir que la luz penetra en la oscuridad. En el ámbito simbólico, sería la oportunidad de que veamos claro (luz) en un problema que tengamos (oscuridad). Siguiendo esta línea argumental, lo lógico sería llenar nuestras casas de luz para poder tener esa claridad. Más aún si tenemos cerca la crisis, que hace que nuestras estructuras materiales se resientan.
Si miramos el esquema del Árbol de la Vida (ese símbolo del desarrollo humano y universal), veremos que la luz está arriba, en Kether (la corona) y la oscuridad abajo, en Malkuth (el mundo material). Cuando adornamos nuestro hogar con los adornos navideños y, sobre todo con la luces, estamos propiciando el despegue desde la materia hacia el espíritu.
Adornemos pues nuestros hogares, llenémoslos de luces, de pastorcillos (tendencias humildes dispuestas a servir a la tendencia principal), de Reyes Magos que nos aporten sus presentes, oro, incienso y mirra (voluntad de acción, amor-comprensión y normas-organización) y pongamos villancicos, esas canciones creadas para despertar nuestra fe interna, para llamar a nuestras tendencias a reunión porque la Luz ha nacido en nosotros.
Para acabar de adobar estas fiestas, en lugar de ponernos nerviosos o incluso agresivos con ese familiar que siempre la lía, os dejo unas pequeñas sugerencias:
- Pon esencia de rosa en la entrada de tu casa y el comedor, con ello estás propiciando el amor.
- Escribe cosas hermosas en trozos de papel (como eres un ser de luz, te quiero, feliz navidad, paz, armonía) y pégalos debajo de la mesa, en el lugar en que deben sentarse los comensales.
- Pon amor en tus guisos, pensando mentalmente que los llenas de luz para que gusten mucho a quienes los van a comer.
- Enciende velas en número impar, pidiendo mentalmente que tu estancia se llene de amor.
- Piensa que este año la reunión va a ser maravillosa.
¡Ilumíname, Navidad, el tiempo de la luz, haz que todo esté claro a mi alrededor! Amén (Aleph-Mem-He-Noun).
¡Apasiónate, vive, cambia!
Tristán LLop
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.