Lenguaje con corazón
En el libro «El lenguaje del cambio«, Watzlawick presenta un interesante experimento llevado a cabo por el personal del emperador Federico II. Él quería saber cuál era el lenguaje natural y primitivo de los hombres. Para ello, puso bajo el cuidado de nodrizas de su corte a unos cuantos recién nacidos. La premisa era sencilla: había que alimentar y cuidar a los niños de la mejor forma posible pero sin articular una sola palabra en su presencia. El objetivo era descubrir en qué idioma empezaban a hablar los niños espontáneamente, sin haber escuchado antes ninguno. Lo realmente curioso de este experimento es que nunca pudo concluirse nada, puesto que todos los bebés murieron.
Este experimento fallido demuestra la gran importancia del lenguaje. ¿Cómo crees que sería pasarse una semana entera sin poder hablar, escuchar, ni leer nada ni a nadie? Sin televisión, radio, redes sociales, nada relacionado con el lenguaje. A mí me resulta agobiante sólo pensarlo. Hemos nacido para expresar, para comunicarnos con los demás y tenemos los recursos necesarios para lograrlo. Pero a veces nos encerramos demasiado en nosotros mismos, o nos da verguenza entablar una conversación, o pensamos que no tenemos derecho a transmitir nuestras opiniones en ciertos contextos. Por eso, hoy te propongo el siguiente ejercicio.
Intenta comunicarte con los demás lo máximo que puedas durante el día de hoy. No vale decir «yo hablo siempre». Hoy será diferente, hoy hablarás con la intención de aprovechar esa gran herramienta que se te ha dado. ¿Cómo? Simplemente tratando a las personas con respeto, contestando de forma agradable, piropeando. El lenguaje tiene una fuerza increíble, nos puede hacer sentir genial o fatal. Yo te propongo que hoy escojas la primera opción desde que leas este artículo hasta que te acuestes. Esto significa mantener el control de tu lengua durante unas cuantas horas y procurar que salga la mayor cantidad posible de buenas palabras. Al final del día pregúntate cómo has hecho sentir a los demás y cómo te has sentido tú.
Como siempre, tienes una invitación para compartir tus experiencias en forma de comentario en el blog o en la página de facebook de El Árbol Dorado.
¡Apasiónate, vive, cambia!
Silvia Llop, psicóloga (colegiada núm. 20495)
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