Los Pedros se resisten
El Bien disuelve el Mal poco a poco y, al final de un proceso lento de purificación, el Mal se agota. Por ello Jesús le dice a Pedro que se resistía a ser lavado: «Si no te lavo, no tendrás tu parte en mi Reino.«
Son muchos los Pedros que se resisten a ser lavados por Cristo; muchos los que no quieren «humillar» su espiritualidad interna y ponerla a servir en tareas que consideran inferiores. Muchos son los que llevan con orgullo sus conquistas espirituales y piensan: «De aquí no me bajo.» Pero si la espiritualidad no se baja para purificar lo que, por su naturaleza, está debajo de ella, lo inferior no podrá penetrar en el Reino de Cristo y la fuerza crística no tendrá más remedio que acceder a lo inferior a través del sacrifico, el suyo propio primero y provocando con ello el suicidio de Judas, o sea la desaparición del Mal, cuando la voluntad del «muerto» ha penetrado en él auto destruyéndolo.
Todos los personajes de la pasión están en nuestra naturaleza interna, que los va generando y gestando a lo largo de nuestras existencias. Si hemos alcanzado este punto en que actúan en nosotros Marta-María-Lázaro, Juan, Pedro, Judas y Cristo, es que nos encontramos en las puertas del Reino y podemos acudir a ese banquete, sucios o limpios, y ello determinará el que penetremos en ese Reino deslizándonos suavemente o mediante drama y violencia.
La iglesia católica ha convertido el lavatorio de pies en un rito y, para poder cumplirlo, moviliza todos los años a los pobres, constriñéndolos a colaborar. De la forma en que se lleva a cabo, es muy difícil que los fieles puedan ver en ese gesto la necesidad de que lo superior purifique a lo inferior en cada ser humano.
En la vida familiar, sobre todo en el campo, donde existían menos comodidades, podía contemplarse a menudo la escena de la mujer lavando los pies a su marido, evidenciando así el impulso interno que busca esa purificación espiritual.
Sepamos ver en los pies el termómetro físico de nuestra temperatura emocional. En ellos se refleja el estado de nuestras emociones. Si los pies se hinchan, se agrietan, se «duermen» o son dolorosos, es señal de que nuestras emociones bajan sucias, y, del mismo modo que un baño de pies alivia su dolor, la purificación de los sentimientos aliviará nuestra vida de la carga que hacemos pesar sobre ella. Es muy frecuente encontrar gente con los pies cansados y ello indica que están viviendo por encima de sus posibilidades morales, intelectuales o emocionales. Y, una de dos, o bien deben lavarse los pies y estar a la altura de lo que pretenden ser, o renunciar a su ambición y aligerar así el peso de su edificio humano.
En el próximo capítulo hablaré de: ser primavera con la primavera
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.