Los obreros según el zodiaco
“Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, postrándose para pedirle algo. Se adelantó él: ¿Qué quieres? Ella le contestó: Di que esos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y otro a tu izquierda en tu Reino. Respondiendo Jesús le dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo tengo que beber? Dijeron: Podemos. Él les respondió: Beberéis mi cáliz, pero sentarse a mi diestra o a mi siniestra, no me toca a mí otorgarlo, sino que es mi Padre quien lo dispone. Oyendo esto los diez se enojaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, llamándolos así les dijo: Vosotros sabéis que los príncipes de las naciones las subyugan y que los grandes imperan sobre ellas. No ha de ser así entre vosotros, al contrario, el que entre vosotros quiera llegar a ser grande, sea vuestro servidor, y el que entre vosotros quiera ser el primero, sea vuestro siervo, así como el Hijo del Hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos«. (Mateo XX, 20-28. Marcos X, 35-45).
Anteriormente hemos hablado ampliamente de los patrones de relación y hemos visto cómo la figura del servidor es la última que aparece antes de pasar el alma a trabajar en otro ciclo. Comentábamos la relación familiar y amistosa, pero si estudiamos la relación social, también encontraremos al servidor en el último eslabón de la cadena que conduce al nuevo ciclo. Volvamos pues al zodiaco que, como sabéis, es la madre de nuestro sistema solar y el punto de referencia obligado si queremos encontrar el orden de sucesión de todas las cosas.
La primera función social del ser humano se canaliza a través de la Casa I, que es la que capta lo que hay en nosotros de esencias llamadas Aries para arrojarlas al mundo. Por ese canal circula lo que podemos aportar a la sociedad a titulo de aprendices.
En efecto, el Ascendente o Casa I marca el inicio de los trabajos materiales; en esa casa se encuentran los obreros de la primera hora, los que menos cobran en proporción con el trabajo desarrollado. Al hablar de trabajos nos referimos sobre todo al humano, que consiste en aprender una determinada parcela de ciencia de la vida, pero ese aprendizaje se refleja igualmente en el terreno mundano, convirtiendo la persona en aprendiz.
En un horóscopo diremos pues que la persona es aprendiz en la asignatura indicada por el signo sobre el cual el ascendente se encuentra. La primera figura social será pues la de la persona que realiza trabajos modestos en una determinada empresa, como puede ser botones, conserje, esto es, guardián de la puerta, puesto que está entrando en un ciclo nuevo.
La segunda figura es la que corresponde a la potencialidad de Leo, segundo de los signos de Fuego y que se canaliza a través de la Casa V. En esa estancia la persona se encuentra ya en condiciones de comunicar a los demás lo que ha aprendido y se convierte de algún modo en el profesor, en el maestro.
Quizá os digáis que las cosas avanzan con mucha rapidez y que se pasa de aprendiz a maestro en el tiempo de un parpadeo. No os dejéis impresionar por la rimbombancia del título que sacamos de la vida mundana. En efecto, el aprendiz, en su peregrinaje humano ha aprendido cuatro gestos mecánicos, como puede ser el abrir perfectamente una puerta, saludando gorra en mano al visitante que penetra por ella. Y en la etapa siguiente, decide poner una academia que enseñe a abrir y cerrar puertas y a saludar con la gorra. En ese punto de su desarrollo espiritual, le parece que ya lo sabe todo. Será más tarde cuando descubrirá la vanidad del título de profesor y de maestro y se dirá filosóficamente que lo único que sabe a ciencia cierta, es que no sabe nada.
Las prestaciones sociales de esta segunda etapa darán el enseñante de una asignatura determinada, el cual, año tras año, repite la misma cantinela, idéntico programa en el aula. Darán igualmente al imitador de un gesto que repite hasta la saciedad, es decir, al funcionario-máquina, encadenado a un programa. En este apartado encontraremos igualmente al actor, que interpreta una obra todos los días y, en general, a todos cuantos han conseguido una parcela de saber y la ofrecen a los demás, se dan en pasto, podríamos decir, para servir de ejemplo.
La tercera figura social es la de quien viaja, correspondiente a la potencialidad de Sagitario, tercer signo de Fuego, canalizada a través de la Casa IX. Nuestro personaje ha descubierto ya que su saber es insuficiente y decide ir más allá de sí mismo. En la vida mundana, este impulso se manifestará trabajando en una empresa relacionada con los viajes: agencia, ferrocarriles, aviación, etc. Será quien viaja o que hace viajar, o que participa de algún modo en las actividades turísticas. Puede aparecer también como explorador en el sentido físico o en el espiritual, descubriendo de algún modo un mundo nuevo.
La cuarta figura, auspiciada por Cáncer, primer signo de Agua y canalizada por la Casa IV, será la del pequeño empresario que monta un negocio familiar. La persona ya está de vuelta de algunas cosas, ya no es tan sabia como le parecía ser en la segunda fase de sus experiencias, ya ha corrido mundo lo suficiente como para desear la paz y la estabilidad. Entonces se establece por su cuenta en algo que le gusta. Su ambición es la de disponer de un pequeño espacio en el que vivir al abrigo de los problemas, crear una familia y transmitir a los hijos el negocio familiar. Es la etapa de la vida tranquila y sosegada, sin grandes inquietudes, sin grandes experiencias.
La quinta figura es la de quien tiene afanes transformadores, presidida por Escorpio y canalizada por la Casa VIII. En este punto del camino el alma descubre sus poderes internos, descubre que es capaz de cambiar el orden natural de las cosas y se convierte en el artesano, en un creador a escala limitada, o en un forjador de hierros, en un fabricante de objetos, en un obrero de siderurgia y metalurgia que cambia el orden material de los elementos, convirtiendo la materia prima en objetos útiles. Es el hombre de progreso, el pequeño Dios.
La sexta figura, presidida por Piscis y canalizada por la Casa XII es la de la persona que pone a la disposición de sus semejantes lo elaborado en la etapa anterior, la que se ocupa de los servicios de ocio y de venta. Por ello en la astrología convencional vemos que los grandes almacenes, donde se vende de todo, son atribuidos a los auspicios de Piscis, lo mismo que los hoteles y restaurantes.
En ese punto de su camino social la persona ofrece a los demás lo que en anteriores etapas ha elaborado. Cuando se haya liberado del egoísmo y entre en el Reino, esa función será ejercida desinteresada y altruistamente.
De momento, esa fase de los trabajos, como las anteriores, se realiza bajo el sello de lo comercial. Este será pues el mercader.
La séptima figura, el obrero de la hora séptima, como diría Jesús, es el creador de sociedades, bajo los auspicios de Libra y canalizado por la Casa VII. Aquí descubre su mundo mental y empieza a trabajar con la cabeza, uniendo lo que, por su naturaleza, puede ser unido para multiplicar el rendimiento. Unirá pues las fuerzas productoras o las consumidoras, lo positivo con lo negativo, a fin de neutralizarlo.
Aquí el ser humano inicia la búsqueda de la unidad y será, por encima de todo, cualquiera que sea su ocupación real, el ser que une, quien permite a las partes complementarias encontrarse.
La octava figura es la del inventor, del descubridor, del innovador, auspiciada por Acuario y canalizada por la Casa Xl. Aquí descubre en su propia naturaleza el orden universal y es capaz de expresarlo en la vida social, inventando máquinas que producen ese orden.
Por su actividad acercará los mundos de arriba a los de abajo, pondrá el cielo al alcance de los que están en la tierra. Si el de la hora quinta, el de Escorpio, ha conseguido mediante su actividad que el mundo resultara más cómodo, el de la hora octava restituirá a ese mundo su transcendencia, le dará un sentido, hará que todo resulte coherente.
Si el de la hora sexta es el vendedor y difusor de la obra que realiza el de la hora quinta, el obrero de la hora novena será el que venderá y difundirá lo producido en la hora octava, todo ello auspiciado por Géminis y canalizado por la Casa III. Aquí la persona realiza funciones de difusora de ideas, de cultura, de conocimientos, de técnicas, de ciencias. Aupada en los medios de comunicación social, lanzará urbi et orbe todo el saber que el de la hora octava ha acumulado para que la humanidad se infunda de él y sus ojos puedan abrirse. Será pues el escritor, el periodista, el de cine, televisión, radio; el que a cualquier nivel comunica el saber de la última hora, el que proporciona el último descubrimiento, antes de que se establezca y se dogmatice en los libros de texto.
Viene entonces el obrero de la hora décima, auspiciado por Capricornio y cuyo trabajo es canalizado por la Casa X. Aquí se corona rey, ministro, presidente, director general y, en la valoración mundana, esa es la persona que cuenta. Se le respeta, se le venera, se le dan títulos de excelencia, de ilustrísimo, de caudillo, guía, se le da tratamiento de vos y de usía, se le ponen títulos de nobleza.
Pero en el camino evolutivo, aún le faltan dos etapas para llegar al final del ciclo. Este rey de la hora décima ha estado al servicio del Ego Superior en el ciclo de Fuego; al servicio de sus deseos en el ciclo de Agua; al servicio del pensamiento en el ciclo de Aire. Le falta aún el servicio obligatorio de la organización material para ganarse los galones en la vida espiritual.
Aquí en la Tierra ya se los han dado, pero las etapas que le quedan por recorrer son las más difíciles y peligrosas y puede emplear en ese recorrido un tiempo superior al que ha necesitado para cubrir las nueve etapas anteriores. Será aquí, en efecto, donde aparecerá, más que en cualquier otro momento, el monstruo de la vanidad, del orgullo, de la suficiencia. La persona confundirá su prepotencia con la verdad radical y absoluta y se dirá que la razón está de su lado por ser él quien es.
Si el de la décima hora es el rey, el de la hora onceava será el hijo del rey, el heredero, el príncipe, el señorito, el que tiene la vida solucionada por ser hijo de papá, o sea el rentista, bajo los auspicios de Tauro y la canalización de la Casa II. Papá se afanará en formar a su descendiente para que pueda sucederle en los altos negocios, pero este no se dejará preparar, ¿para qué?, si papá ya lo ha hecho todo. Cuando herede de su papi, vivirá una existencia de gozos, derrochando una fortuna que no le ha costado ganar.
Pero quizá no sea así; tal vez se convierta en filántropo, en mecenas, en la providencia de los pobres, de los necesitados; quien con su dinero acondiciona el mundo para establecer en él esa paz y esa alegría que ha de caracterizar el reino de Acuario.
El trabajo de Capricornio es el de ordenar y acondicionar el mundo; el de Tauro es el de embellecerlo, el de llenarlo de amor.
Llegamos por fin al de la duodécima hora, a la persona de la que Jesús decía que, por ser el último, sería el primero. Bajo los auspicios de Virgo y canalizado por la casa VI, aparece la figura del siervo de todos. La persona que ha alcanzado ese punto, en un determinado ciclo evolutivo, ha conocido la plenitud de los sentimientos, la plenitud intelectual y la plenitud del poder material. En su acción indiscriminada, en su afán de alcanzar metas, ha lesionado sin duda a otras almas, y ahora tendrá que restituirles su paz, calmar las tempestades por él provocadas, volver todas las cosas a su cauce.
En la vida social, esta persona volverá a la humildad de la primera hora, y quizá la encontremos de portera en cualquier empresa, como el que está empezando el ciclo. De hecho, es fácil ver en empleos humildes a personas de mucha cultura, de mucho saber que, sin haber realizado estudio alguno, se han erigido en autodidactas y saben más que el director que ocupa el trono en la empresa.
Otras veces encontramos a esa persona en los laboratorios de investigación, quejándose de su sueldo miserable y de que el Estado no dedique más fondos a la investigación científica. Y la razón esencial de que no los dedique, es que no hay dinero para los trabajos de la hora duodécima. El dinero se ha derrochado en la undécima, bajo la batuta de Tauro, y ahora se trata de despojarse de todo, de servir sin otra aspiración que la de llevarse a la etapa siguiente un saber exento de contenidos materiales.
Cuando esa norma se quebranta, cuando un gobierno da dinero a sus sabios para la investigación, es seguro que los fines son perversos y que el gobierno en cuestión aspira a conseguir de esos sabios bombas atómicas, preparados bacteriológicos para destruir al enemigo, gases, misiles, etc. En la historia de los descubrimientos útiles, como la penicilina, pongamos como ejemplo, vemos que estos han sido realizados siempre por sabios modestos, trabajando sin medios materiales, en laboratorios míseros.
Así pues, cuando Jesús dice «El que entre vosotros quiera llegar a ser grande, sea vuestro servidor, y el que entre vosotros quiera ser el primero, sea vuestro siervo«, no está enunciando un capricho divino, sino que da a conocer una ley cíclica perfectamente lógica, según la cual todas las experiencias sensoriales, emotivas, intelectuales y materiales tienen que penetrar en nuestra naturaleza, arraigar en ella y salir derramándose al exterior. Esta dinámica conduce de una manera natural a la persona a su comienzo, a su humildad primigenia. Su saber la impulsa a prestar ayuda, a ser el servidor de todos, y esa función es su pasaporte para la entrada en la otra vida, cuando su peregrinaje por el mundo material haya terminado, o la entrada en otro ciclo evolutivo, en otro estado vibratorio, si le quedan aún cosas que aprender en la columna de la izquierda.
En el próximo capítulo hablaré de: abrir los ojos
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