Los cananeos
Esta situación de Hod, siendo instrumento de Hochmah, pero bajo el mando de Binah, nos la encontramos descrita en la Biblia en términos anecdóticos. Vemos así que la tierra prometida al Pueblo Elegido estaba ocupada por los cananeos, los descendientes de Cam, el hijo perverso de Noé. Esa Tierra prometida puede ser comparada con Hod, que es el habitáculo natural de los elegidos para iniciar una nueva etapa evolutiva. Pero la tierra de Hod se encuentra ocupada por un pueblo perverso que deberá ser desalojado por la fuerza.
Conviene precisar que Binah y su columna no representan en sí mismos una perversión, y todo lo que hemos expuesto sobre este tema a lo largo de esta enseñanza aclara suficientemente este punto. Pero cuando Binah nos ha dado todo lo que puede dar de sí, el permanecer en su esfera supone eternizarse en algo cuyo filón se ha agotado y es esto lo perverso, en el sentido de contrario a la evolución y a las leyes cósmicas, ese estancamiento, ese encadenamiento a lo que debe ser superado.
Si aplicamos esa dinámica a nuestra estructura interna, diremos que la función del pensamiento (Hod) debe ser dirigida, ejercida, por Hochmah, y hacia Hochmah debe ir la memoria de las experiencias vividas. Pero nuestro pensamiento se encuentra bajo el dominio de Binah y por su columna descienden las órdenes de nuestro Ego Superior y por ella sube la memoria de lo vivido.
Para poner fin a esa ocupación, Cristo descendió de las alturas de Hochmah por el canal que conduce a Tiphereth, el centro que rige la conciencia del ser humano y desde el cual el Ego Superior expresa su voluntad. También ese centro se encontraba en poder de Binah y Cristo tuvo que luchar para instalarse en él. Esas luchas son descritas en los capítulos 6 y 15 de Juan. En el primero vemos como Jesús multiplica los panes y los peces para alimentar a los que le siguen a la montaña, y mientras unos continúan a su lado, otros prefieren el pan de Moisés, el que cayó del cielo en el desierto, o sea el de Binah. En el capítulo 15, Jesús concede a sus discípulos el titulo de amigo y podemos meditar sobre esos trabajos consultando los capítulos correspondientes.
En nuestra estructura interna, Tiphereth rige el corazón y en él encontramos las huellas de esa lucha y vemos que siendo un músculo involuntario, sujeto a las normas de Binah, tiene estrías transversales, como las tienen los músculos voluntarios. Cuando el corazón sea un músculo voluntario, bajo el domino de Cristo-Hochmah, nos dice Max Heindel en su Cosmogonía, tendrá el poder de impedir la circulación de la sangre hacia las partes del cerebro consagradas a pensamientos egoístas, de modo que al no recibir su flujo de sangre, esas partes se atrofiarán, mientras aumenta el flujo sanguíneo hacia las partes cerebrales consagradas al altruismo.
Vemos así de qué forma Cristo-Hochmah, después de adueñarse de Tiphereth, después de haber levantado los sentidos en Netzah, penetrará en Hod para desalojar las huestes de Binah, los cananeos, y ocupar su tierra.
Los arcángeles son «su gente» en ese centro. Bajo su dirección construyeron nuestro cuerpo de deseos en el segundo Día de la Creación, pero no podían ejercer su mandato sobre este cuerpo elaborado por ellos porque un «tirano» regía en sus tierras y se encontraban como foráneos en ellas. Cuando Cristo baja a Hod, los restablece en sus funciones y los ángeles de Jehovah son rechazados hacia Yesod, su plaza fuerte. Los arcángeles nos enseñan la ciencia del Amor, la querubinesca de Hochmah y por su intermediación recibimos los poderes de los Serafines y Querubines, de cuyos efectos ya hemos hablado.
En el próximo capítulo hablaré de: todo lo mío es tuyo
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