La voz cantante
En la crónica vemos que Jesús no se movilizó ante el anuncio de que Lázaro estaba enfermo, y dijo primero que la enfermedad no era mortal, para anunciar después a sus discípulos que Lázaro había muerto (Juan Xl, 4-15).
Esa actitud, que puede parecer extraña, no lo es tanto si tenemos en cuenta que era Marta la que llevaba la voz cantante, por así decirlo. Marta salió a su encuentro mientras María permanecía sentada en la casa y ella fue quien le reprochó el no haber estado presente cuando su hermano se encontraba en las puertas de la muerte.
Si es Marta, la personalidad de la izquierda, la que actúa en el Khaf, la restauración de la voluntad solo le servirá para reafirmarse en sus posiciones. Marta sabe que en Jesús están los poderes y va a su encuentro para manifestarlos en el Yo que ella representa. En cambio, si su voluntad desfallece, si muere, la otra hermana entrará en funciones. Y, en efecto, nos dice la crónica que, después de haber hablado con Jesús, Marta entró en la casa y, llamando a María le dijo en secreto: «El Maestro está ahí y te llama». (Juan Xl, 16-28).
Entre tanto Marta ha reconocido plenamente a Jesús, que le dijo: «Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees tú en esto? Y ella contestó: Sí, Señor, yo creo que tú eres el Mesías, el hijo de Dios que ha venido a este mundo”.
Realizado ese reconocimiento, Lázaro ya puede resucitar, porque entonces la fuerza que él representa no será utilizada en la afirmación de la personalidad mundana, sino de la espiritual.
Hablábamos en el capítulo anterior de cómo el antiguo Señor ha de ceder su trono un día u otro al nuevo soberano. Ese reconocimiento de Marta equivale a esa cesión voluntaria, que podemos equiparar a la de Esaú, cediendo sus derechos a Jacob. Pero en aquel estado evolutivo, los derechos eran cedidos por pura astucia, a fin de conseguir el alimento de que Jacob disponía. Después, Esaú siguió gobernando en Edom y los hermanos permanecieron separados, Mientras que aquí, Marta entra en la casa y es ella misma la que llama a María para que asista a la resurrección. El hermano mayor reconoce plenamente los derechos del menor y se esfuma para que el otro sea la fuerza actuante.
Decíamos en el punto seis que en el proceso crístico, la dinámica del segundo Khaf corresponde a la crucifixión y sin embargo, en este punto del relato Jesús no ha sido aún crucificado, aunque a medida que se aproxima a Jerusalén, se refiere con más frecuencia a su próxima muerte.
Digamos, de soslayo, lo que ya hemos consignado en otros puntos de la enseñanza, y es que la muerte física es la culminación de un proceso que se inicia en el mundo del pensamiento, cuando han sido agotadas las energías acumuladas en el arquetipo de Vida. Ese arquetipo es cuádruple, conteniendo la esencia que alimenta nuestros pensamientos, deseos, nuestro cuerpo etérico y el físico. Esos depósitos se encuentran sincronizados, como lo están el sonido y la imagen en una película. Pero a veces, la actuación desordenada del ser humano los desincroniza, como ocurre por ejemplo cuando una persona quiere experimentar emociones intensas a toda costa y agota sus reservas de materia-deseo antes de que se haya agotado su vida física, y es como un muerto viviente, privado de sensibilidad en sus últimos años.
Cuando las cosas suceden normalmente, una vez los depósitos arquetipales agotados, la vida física sigue durante un tiempo, justo el de consumir el remanente de vida existente, y es por ello que algunas personas tienen la premonición de su muerte o del fallecimiento de un prójimo, porque en realidad esa muerte ya se ha producido en las regiones superiores, donde el arquetipo de vida ya ha sido retirado. En la secuencia que comentamos, la liberación del alma ya se había producido porque aunque Cristo no hubiese derramado su sangre físicamente, en el cuerpo mental sí la había derramado. Podemos decir que Cristo muere en cada uno de nuestros cuerpos para resucitar en nosotros lo que estaba muerto.
En los casos de muerte por suicidio, el Ego Superior, por voluntad propia, se retira de sus vehículos, de manera que el centro llamado Kether se apaga en nosotros, deja de funcionar. Ello produce el apagón en el centro llamado Hochmah, la Fuente del Amor y, con la retirada del Ego, todas las entidades espirituales que trabajan en la legalidad se retiran de la persona, abandonándola a las que trabajan con los desperdicios: los Luciferianos. Entonces son estos los únicos tutores de aquella vida, que puede ser utilizada durante un tiempo para sus experiencias personales, como un niño se sirve de un juguete. Aquella vida ya entregada por completo a las fuerzas del abismo, puede ser receptáculo de toda clase de desencarnados ávidos de experimentar sensaciones físicas que ya no están a su alcance. Y cuando ya no es de utilidad alguna, los luciferianos deciden la forma de liquidarlo, puesto que su Ego Superior se ha desinteresado de aquel vehículo.
Respecto a los suicidas, una vez cortados del centro de la voluntad y a merced de los luciferianos, es muy difícil persuadirlos de que renuncien a su gesto, si se ha tenido la videncia de su muerte. Sin embargo, es un deber intentarlo por parte de los que «ven«. No todos los suicidas son abandonados por su Ego, pero sí puede decirse que muchos de ellos se quitan la vida a causa de ese abandono. Por eso es tan importante saber lo que espera nuestro Ego Superior de nosotros en cada encarnación.
Esa retirada del Ego no supone una destrucción de los arquetipos, los cuales, como saben los estudiantes de las enseñanzas Rosacruces de Max Heindel, siguen manando vida, aunque no haya un cuerpo físico para captarla.
En el próximo capítulo hablaré de: caminar de día
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