El misterio del Daath
Hemos dicho en numerosas ocasiones que Cristo no dejó reglas, no estableció normas de conducta que nos permitieran, al seguirlas al pie de la letra, alcanzar un determinado cielo. Dijo, eso sí, a sus discípulos cómo debían proceder en determinadas ocasiones, pero sin que aquello pudiera instituirse desde fuera, sino que debía ser el resultado natural de una dinámica interna. Reveló muchas veces el funcionamiento del Reino, permitiéndonos así maniobrar de acuerdo con sus pautas. Pero en este capitulo, en este estadio Lamed, es cuando el seguimiento de Cristo se hace más difícil. Nuestros ojos se ciegan y nuestro corazón se endurece, como dijera Isaías, ante el comportamiento a seguir.
Si el Reino de Cristo no es de este mundo; si no puede establecerse plenamente en la Tierra bajo sus condiciones actuales, ¿Hasta qué punto debemos identificarnos con él? ¿Hasta qué punto es lícito establecer un compromiso con las leyes de Binah y vivir a medias, a caballo entre la Columna de la Izquierda y la de la Derecha? ¿Debemos derramar los ungüentos de nuestra alma en el mundo exterior y venderlos, como aconseja Judas, el guardián de nuestros tesoros internos? ¿O es preferible dejar que María rocíe con ellos a nuestro Cristo interno? La respuesta a ese dilema se encuentra en el Daath, el Séfira invisible, al que nos referimos aquí por primera vez.
Daath no existe en la organización divina ni en el Árbol Cabalístico convencional, porque Daath es una creación humana y los cabalistas lo sitúan simbólicamente en la columna central, en la confluencia de los senderos que van de Tiphereth a Kether y de Binah a Hochmah.
La tradición nos presenta a Daath como un puente tendido sobre el abismo, ese abismo que va de la suprema sabiduría de Hochmah a la inteligencia práctica de Binah.
Daath representa la luz sintética en la que se concentran todos los tonos del conocimiento divino emanados de los distintos Sefirot. Es ese oasis en el desierto que representa el sendero que une Binah a Hochmah, que te permite abastecerte de agua cuando tienes sed de conocimientos.
Daath es el saber que permite conciliar dos principios opuestos; es un saber que ha de nacer en cada uno de nosotros después de descender a las realidades materiales y de ascender de nuevo por los senderos de retorno. Cuando esto nos ha sucedido, alumbramos en nosotros un Centro sefirótico que nos permite conciliar la realidad del mundo de Binah con las exigencias que nos plantea el futuro, encarnado en Hochmah.
De la luz de Daath sale la respuesta, una respuesta que solo es válida para cada persona en particular, porque contempla su propia circunstancia anímica y esta no puede ser exportada, no puede darse en ejemplo e instituirse en norma.
Si Daath no se ha formado aún en nosotros, si no hay en nuestro fuero interno esa síntesis viva que es la voz múltiple de las diversas fases divinas de retorno a la unidad, es inútil que suplantemos la respuesta interna por una norma externa y digamos, por ejemplo: Si Cristo murió, lo que debemos hacer nosotros es morir también y, por consiguiente, debemos ponernos en camino para buscar al criminal que acabe con nuestra existencia.
Cuando nuestro Cristo interno atraviesa las tierras de Lamed, el artista queda solo frente a su obra y no le valen los consejos, ni los ejemplos, ni las normas. Si su Daath cuelga en el abismo entre la sabiduría y la razón, ya sabrá lo que tiene que hacer.
En el próximo capítulo hablaré de: Jesús Lloró
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.