Creer en los milagros
Si tuviéramos que realizar una lista con los favores obtenidos gracias al trabajo llevado a cabo con los Genios, desde que en 1986 Kabaleb los divulgó, esta sería muy larga: sanación de enfermos, fertilidad en parejas estériles, reencuentro del equilibrio, amistades, amores, mayor lucidez, prosperidad y muchos acontecimientos materiales positivos.
Quizá lo más triste de la sociedad en la que vivimos es que la gente ha dejado de creer en los milagros y a cambio se aferra a la tecnología. El ser humano ha dejado de creer en que llevamos incorporada una divinidad y que si recurres a ella, te saca del atolladero. Para esa divinidad que llevas dentro, no existen las enfermedades incurables, los problemas insolubles, ni lo que llamamos fracaso, incomprensión o soledad.
Somos detentores de un inmenso poder, pero no lo utilizamos y, a veces, ni siquiera sabemos que existe y que está siempre a nuestro alcance.
Cada una de estas fuerzas llamadas genios tienen un programa de trabajo específico, es decir, transmiten una energía concreta y si lo tienes activo en tu cuadro planetario, ese programa te vendrá de oficio y te conferirá unas virtudes.
Por ejemplo, si tienes el genio número 7, que se llama Achaiah y cuya principal virtud es la paciencia, va a destilar esa esencia en ti, de manera que así aprenderás a ser una persona paciente y a transmitir paciencia a los que te rodean. Y dado los tiempos en los que vivimos, es un sustancia muy necesaria.