La patente del amor
¿Tienes a veces la impresión de que algunos se han apropiado de la patente del amor y que la explotan a su guisa? Es como si unos tuvieran derecho a amar y a ser amados y otros no. ¿O somos nosotros los que nos cerramos al amor?
Pensando en ese fabuloso manual de crecimiento personal llamado “el Caballero de la Armadura Oxidada” me parece que tenemos tendencia a montar una ciudadela, a poner una serie de barreras, armaduras, que en ocasiones resultan infranqueables, con la excusa de que así no van a poder dañarnos. Podría ser bueno si funcionara, pero la verdad es que no funciona.
Me han hecho daño, ergo, me cierro.
Soy muy sensible, por lo tanto, me cierro.
No puedo permitir que vean mis debilidades, así que, me cierro.
Tengo una reputación, no puedo permitir mostrarme como soy, me cierro.
Ya es la tercera relación de la que salgo rebotada, pues me cierro.
Abrirse al amor conlleva riesgos, estoy de acuerdo, pero cerrarse a los sentimientos también. El problema es que tenemos tendencia a ver las cosas en negativo. Así, en lugar de recordar los momentos maravillosos que viví con mi pareja, la fase de enamoramiento, el romanticismo, me quedo con lo agrio de la ruptura. Eso me lleva a cerrarme.
Pero debo desengañar a más de uno, cerrarse resulta peor que abrirse. Sentir, en un sentido o en otro, ayuda a evolucionar, nos hace sentirnos vivos y es una experiencia enriquecedora. Amargarse, en cambio, no desgrava y cerrarse al amor, tampoco (estaría bien acercarse a la ventanilla de hacienda y decirles, he tenido una decepción, descuéntame 200€).
En lo que se refiere al título de este artículo, ¿alguien tiene la patente del amor? La respuesta es Sí, todo aquel que abre su corazón a la vida; el que se entrega sin condiciones; el que practica “haz bien y no mires a quien”; el que le dice te quiero a sus padres todos los días; el que le compra una flor a su pareja; el que pone papelitos por toda la casa con pistas a seguir para llegar al final del recorrido y encontrar “eres la luz de mi vida, el faro de mi corazón”; el que siembra la vida de los demás de detalles hermosos. Y ya puestos, el que pone comentarios agradables cuando lee un artículo que le gusta.
En resumen, la patente del amor la tiene cualquier persona que abra su corazón y esté dispuesta a dar y recibir amor.
Así que vamos, no pierdas el tiempo, sácale humo al whatsApp y empieza a mandar mensajitos encorazonados.
¡Apasiónate, vive, cambia!
Tristán Llop
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