Haz bien y no mires a quien
Cuando mis
hijos eran pequeños, les repetía un lema que a mí me habían enseñado mis padres, haz bien y no mires a quien. Con el paso de los años me he dado cuenta que mucha gente lo toma como algo religioso, como una regla moral que es preciso seguir para estar en el buen camino. La verdad es que para mí nunca tuvo ese significado.
A continuación veamos cómo lo interpretaba mi padre, el gran divulgador de la cábala (o kabbalah) Kabaleb.
Tus actos orientan tu futuro
Cada día se te presentan una serie de posibilidades de desarrollo, un programa de actos. Si soportas lo que te venga encima, el mal carácter, por ejemplo, de alguno de tus próximos, estás pagando una deuda y al mismo tiempo estás “enriqueciéndote”.
Obrar bien es actuar en conciencia, comportarte con los demás tal como tú quieras que se comporten contigo. Cuando tengas la posibilidad de ayudar a alguien, hazlo, ya que además de ayudarlo a él te ayudas a ti. Todo el bien que hagas te servirá para ser mejor. Todo lo que vayas aprendiendo te servirá para ir sabiendo más.
Cuando alguien te haga un favor, a pesar de que sea gratuito, paga siempre algo, ofrece alguna cosa a cambio, ya que el Bien, para que nazca y crezca, necesita ser regado, como la flor.
A cada día su afán, siembra lo que hay que sembrar, lo que pretendes recoger, actúa: luego vendrá la cosecha.
Trata de ser coherente en cada uno de tus actos y recuerda que si no eres perfecto, no puedes pretender que tu prójimo lo sea, así que no le juzgues.
Por la mañana, al levantarte, eleva tu pensamiento al Creador (a tu Dios interno) y pídele que te inspire y te ilumine. Dile: “Gran Arquitecto, cuenta conmigo”.
Por la noche, al meterte en la cama, da las gracias: “Gracias, Señor, por las experiencias que han enriquecido mi alma en el día de hoy”.
Antes de dormirte pasa revista a tus actos desde el momento en que te acuestas hasta el momento en que despertaste. Así, marcha atrás, es como se realiza el ejercicio llamado de retrospección.
De este modo, día a día, vas acumulando materiales nobles y se va formando tu edificio que al final acabará siendo de diamante puro.
Así Kabaleb nos marcaba pequeñas sugerencias para nuestro desarrollo personal.
A mí me gusta usar el ejemplo del huerto. Imaginemos que todos tenemos un huerto en el que a lo largo de nuestra vida (la presente o las pasadas) hemos ido plantando diferentes tipos de hortalizas. A veces fueron zanahorias, coles, cebollas, lechugas; o amores, odios, rencores, separaciones, insultos, abrazos. Después de un cierto tiempo, nos toca cosechar lo plantado. De este modo, podemos encontrarnos recogiendo rencores y a continuación abrazos.
Una vez comprendemos el mecanismo de plantación y recogida (causa, efecto), lo lógico es que hagamos lo posible por plantar sólo lo que nos interesa cosechar, de ahí el eslogan haz bien y no mires a quien. Lo que plantamos ahora no anulará las anteriores plantaciones, pero asegurará lo que vamos a recoger en el futuro.
¡Apasiónate, vive, cambia!
Tristán Llop
Esther Cerón dice
¡¡ Me encanta Tristán !!