Cómo llenar(te)
Había una vez un hombre que tenía mucho afán por aprender cosas de la vida. Él se sentía preparado, pero necesitaba más. Es por eso que viajó para ver a un gran maestro. Cuando llegó a su destino, entró en el despacho del anciano y le dijo:
– Maestro, quiero que me lo enseñe todo sobre la vida. Ya sé muchas cosas, pero quiero saber más.
– Ven conmigo al bar a tomar un té.
– Pero maestro, he viajado muchos quilómetros y sólo estaré aquí un mes. No quiero perder el tiempo, necesito que me instruya lo máximo que pueda.
– Ven conmigo al bar a tomar un té.
El pupilo acabó resignándose y bajó con el anciano a tomar algo. Cuando le trajeron la taza y la tetera, el maestro se sirvió el té mientras escuchaba los planes de aprendizaje de su nuevo alumno. Éste no paró de hablar hasta que se dio cuenta que el té se estaba derramando.
– Maestro, su taza ya está llena, no puede entrar más té en ella.
– Me alegro que lo entiendas porque lo mismo te sucede a ti.
La moraleja de esta historia es tan simple como sabia: para llenar nuestros depósitos de nuevo contenido, primero deben vaciarse. Debemos vaciarnos de odio para que entre amor, vaciarnos de críticas para que entren elogios, vaciarnos de sombras para que pueda entrar la luz, vaciarnos de ansiedad para dejar un lugar a la calma.
El ejercicio de hoy trata de escoger una área de tu vida en la que quieras obtener nuevos frutos. Para ello, deberás apuntar todo lo que sobra en esa área. Por ejemplo, en el terreno de las emociones, te das cuenta que te valoras poco, sobra; no te gusta tu aspecto, sobra; estás triste por un desamor, sobra…
¡Apasiónate, vive, cambia!
Silvia Llop, psicóloga (col. núm. 20495)
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