El Árbol de la Vida, la plegaria de conexión
Todos los días necesitamos una serie de nutrientes para alimentar nuestro cuerpo físico y para ello comemos un mínimo de tres veces al día. En cambio, ¿cuántas veces al día nutrimos nuestro cuerpo espiritual? Deberíamos darle más vitaminas al alma para que nuestro equilibrio físico, emotivo y mental mejorase.
El Árbol de la Vida o Árbol Cabalístico es un esquema cósmico que representa nuestra vida diaria, ya que contiene todos y cada uno de los ingredientes que utilizamos a diario y en el orden exacto que deberíamos usarlos en cada uno de nuestros proyectos: la Voluntad, la Suerte, las Normas, la Expansión, la Energía, la Memoria, el Amor, la Comunicación y la Proyección.
Para cargar nuestra alma con estos nutrientes, Kabaleb, uno de los mayores divulgadores de la cábala del siglo XX, creó en base al Árbol de la Vida, la plegaria de conexión, una hermosa oda al Árbol Cabalístico. Yo la he ajustado un poco.
Realizada a primera hora de la mañana, deberá ayudarnos a alimentar nuestro cuerpo sutil y a conectar con cada uno de los centros del Árbol Cabalístico, a saber: Kether, Hochmah, Binah, Hesed, Gueburah, Tiphereth, Netzah, Hod, Yesod y Malkuth. De este modo, se transmitirá la energía del Árbol de la Vida y su sabiduría, por el bien de la jornada que empieza.
También deberíamos repetir la plegaria de conexión por la noche, antes de acostarnos, para dar las gracias por las experiencias vividas en la jornada que ha finalizado. Empezando con (por ejemplo): Kether, centro de Luz, de doy las gracias por derramar sobre mí…
Realiza esta plegaria con calma, sintiendo cada una de tus palabras.
Kether, centro de Luz, derrama sobre mí, padre eterno, el fuego de tu voluntad, para que queme en mí los designios que me aparten de tu órbita. Haz que tu voluntad y la mía se fundan y se sincronicen por el bien de la jornada que empieza.
Hochmah, centro de Amor, que la fuente de tu divino amor derrame las aguas puras por mi costado derecho, dando a mi mano diestra el poder de infundir salud y armonía y que todo aquello que mi mano toque se convierta en objeto de amor.
Binah, centro de Cohesión, madre del mundo, derrama sobre mi costado izquierdo la fuerza coaguladora que torna las cosas consistentes y duraderas, de manera que aparezca en ellas el sentido, la lección que ha de permitirme comprender mi realidad.
Hesed, centro de Poder, de ti espero la bondad que ha de transformar el mal en bien, dame poderes, señor, para endulzar la vida de los que se acerquen a mí y ayúdame a llevarlos a la senda de la alegría y el optimismo.
Gueburah, centro de Energía, haz de mí el brazo justo, ayúdame a ser quien restituye la verdad a los que han caído en el error, ayúdame a corregir mis errores, a ser quien puede señalar los trabajos que han de conducir las almas a la fuente de tu justicia.
Tiphereth, centro del Corazón, permite que mi alma alcance la contemplación de la unidad. Que mis cuerpos encuentren el camino para integrar armoniosamente las corrientes de la derecha y las de la izquierda. Que pueda conectar la mente y el corazón.
Netzah, centro de Armonía, de ti espero que embellezcas mi vida y que tu armonía impregne mi alma y rebose en las palabras y en los gestos que exprese hoy. Concédeme el don de comunicar a mis semejantes con delicadeza y diplomacia.
Hod, centro de Comunicación, te pido que me concedas la facultad de expresar la palabra justa en el momento adecuado. Quiero ser, con tu ayuda, el anunciador de la ley, el que percibe el camino y lo revela a los peregrinos. Pon en mi alma el deseo de ser ejemplo.
Yesod, centro de Proyección, espero que me ayudes a que mis impulsos se expresen con fuerza, y puedan plasmarse en la realidad, para que mis hermanos comprendan el sentido de mis actos, sin que con ello pueda fomentar la duda o la ambigüedad.
Malkuth, centro de Cristalización, tú que transportas sobre tus espaldas el reino material, tú que nos permites sostener y aprisionar la vida divina, recibe mi gratitud, mi amor, y la promesa de acortar con mis esfuerzos el tiempo que te queda por vivir aprisionado en la tierra.
Amén (Aleph-Mem-Noun).
Aquí tienes el Árbol de la Vida, la plegaria de conexión. Úsala a diario.
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Y recuerda…
¡Apasiónate, vive, cambia!
Kabaleb y Tristán Llop
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