Adaptación, ¿lastre o regalo?
En la universidad de Yale se realizó un experimento muy curioso en 2005 que trataba de lo siguiente:
Se llamaba a las personas de una en una para pasarles un video. La mitad de los sujetos veían imágenes de gente de la tercera edad sentados en un banco de un parque. A la otra mitad se le mostraba fotos de niños corriendo, saltando y jugando. Posteriormente, a ambos grupos se les formularon preguntas sin importancia y luego, sin que lo supieran, cronometraron el tiempo que tardaban en llegar desde la sala donde se encontraban hasta el ascensor. Descubrieron que las personas que habían visto las imágenes de personas mayores, caminaban más lentas y las que observaron a los niños, más rápidas.
Esto sucede porque inconscientemente adaptamos nuestra forma de actuar a lo que captamos del entorno en que nos movemos. Es un método de aprendizaje que tenemos incorporado y que sale solo, sin tenerlo que pensar.
Es importante que seamos conscientes de que nuestra mente procesa lo que percibimos y luego intenta crear un patrón de conducta que se parezca; porque una de las características que tenemos los humanos es que nos adaptamos a distintos ambientes. Por lo tanto, si nos juntamos frecuentemente con personas muy negativas, deprimidas, es muy probable que interioricemos de algún modo su forma de funcionar porque estaremos extrayendo su patrón de comportamiento sin darnos cuenta, nos mimetizamos con ellas. Lo mismo sucederá si salimos con gente positiva, exitosa. Esto no significa que seamos totalmente volubles y cambiemos de comportamiento cada vez que nos juntemos con alguien, pero sí que asimilamos alguno de sus patrones y sin darnos cuenta los convertimos en nuestros.
¿En qué ambiente te mueves? ¿Cómo piensan las personas de las que te rodeas a diario? ¿Crees que desde que vas con algún nuevo grupo, amistad, pareja, ha cambiado tu forma de ser? A partir de ahora, presta atención a tu alrededor e intenta formar parte de un contexto que te potencie, no que te limite.
¡Apasiónate, vive, cambia!
Silvia Llop, psicóloga (colegiada núm. 20495)
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